A patadas

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Capítulo 23

A patadas


La mirada de Cristian es digna de retratar, aunque es lógico que más adelante nos reiremos viendo los videos de la boda.
Mi corazón late desbocado al tener frente a mí, después de tanto tiempo, al hombre que ha cambiado mi vida por completo, y sonrío al verlo confundido con este cambio de novia, que sin duda es mejor de lo que imaginó.
Queriendo explicarle la situación, ya que no se dignó a tomar el celular en más de un mes, abro la boca para que entienda que debemos estar juntos, y que no hay nada ni nadie que nos impida nuestra felicidad. Tal vez una boda, y sin haber propuesta, es algo repentino, hasta yo que lo amo con locura supongo que lo es, pero creo que es la mejor jugada de mi vida, pues mato dos pájaros de un tiro. Me quedo con el hombre que me pertenece y de paso cobro mi venganza en contra de Magdalena.

Sonrío ante esos ojitos que me gritan que está mal que estemos juntos, y a la vez, que siente alivio de que yo sea la novia. Sin querer dejarlo sin una explicación, decido pedir disculpas a los presentes, tomar de la mano a Cristian y llevarlo a un lugar más privado y abusar de su cuerpo, vale eso lo haré después, pero si ir a un rincón para explicarle lo acontecido con la arpía de Magdalena, aunque sería más sencillo si escuchara los millones de mensajes que he dejado en su celular. Dispuesta a abrir la boca, suena un escándalo fuera del salón, y sospecho de que se trata, puesto que era lógico que la loca haría un escándalo y reclamaría el lugar que supuestamente le corresponde. Efectivamente, es Magdalena quien grita como desquiciada, hasta que las puertas del salón se abren de par en par y entra con su pomposo vestido de novia, directo hacia nosotros, sin que nadie la detenga. Los presentes en la boda miran curiosos sin entender nada, y el escándalo, ese a quien siempre le temió mamá, se produce. Cristian al ver a este ser endemoniado, se adelanta protegiéndome con su cuerpo, mientras que ella grita enfurecida que me meterá a la cárcel. Sonrío, levanto la barbilla y salgo de la protección de Cristian y la enfrento, mientras los guardias de Cristian intentan sacarla del salón. Miro su rostro con desafío, porque el escándalo ya está hecho, por lo tanto, deseo que escupa todo su veneno para decirle en su cara, como en las novelas, toda su verdad.

— ¡Cristian debes casarte conmigo o esa imbécil irá a la cárcel, no volveré a repetirlo! —grita y mamá interviene.

— ¡Saquen a esta mujer de aquí ahora! —ordena con dientes apretados, porque a pesar de que nuestra relación va de viento en popa, no puede soportar un escándalo.

Cristian, con la mirada puesta en mí, me dice que lo siente, y yo me limito a rodar los ojos porque, una vez más pienso: ¡Por qué no tomó el celular, por último, para ver la hora!

— Con la única mujer que se casará Cristian es conmigo —susurro enérgica, y hago un gesto a los guardias para que saquen a Magdalena y dejé de arruinar mi boda.

— Mi amor —dice Cristian tomándome de los hombros para que le mire a los ojos—. Te amo tanto, que soy capaz de sacrificarme por ti una y otra vez si así fuese necesario.

— Tu sacrificio no es necesario, porque esa mujer nos engañó. Yo no maté a su bebé, y tampoco el embarazo era tuyo. Vi las cámaras de seguridad y fue ella quien se arrojó al auto cuando retrocedía.

— Pero, no entiendo.

— No hay tiempo de dar explicaciones, solo confía en mí —pido.

Creyendo en mí, y sin pensarlo mucho, ordena a los guardias que suelten a Magdalena, y toma de un brazo a la desquiciada, arrastrándola hacia la salida del salón, mientras ella grita desesperada y los nervios se apoderan de mí. Los guardias salen de prisa detrás de Cristian al ver el rostro transformado de su jefe, mientras mis padres se acercan para darme el apoyo que necesito. Los presentes, atónitos con los acontecimientos, están mudos, solo observan el escándalo, que al final, a pesar de mamá, se produjo por causa de Magdalena. Aunque pude haberlo evitado, diciéndole a Magdalena que sabía de su fraude desde hace tiempo, pero decidí ser dramática, y he aquí las consecuencias.
Mis amigos, que al principio estaban consternados, ahora han tomado palco, y sus murmullos llegan a mis oídos, pero según veo de reojo, se están divirtiendo, y más Susan, que hasta una carcajada sale de su boca.
Al final del pasillo, veo a Cristian caminar hacia mí, y su sonrisa me dice que está vez si habrá boda, por lo que camino hacia su encuentro, agarro su mano y hago un gesto para que empiece la marcha nupcial. Al llegar al altar, no puedo dejar de sonreír, mirando de vez en cuando a mis padres, especialmente a mi madre, de quien siempre necesité su aprobación, y ahí está, apoyando está locura que, estoy segura, será para toda mi vida.

CAMALEON (completa. + 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora