Gitana

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Capítulo 2

Gitana

La cabeza me da vueltas, trato de despertar, pero me es imposible, y debemos presentarnos para un examen, por lo que en cualquier momento Susan aparecerá en mi cuarto para sacarme de la cama, sin embargo, creo que no me presentaré, dudo que pueda realizar un examen en estas condiciones, además, jamás me ha gustado levantarme temprano, la cama es mi mejor amiga, después de Susan, por supuesto, ya que sirve para descansar, y hacer otras cosas más interesantes.

— ¡Despierta, dormilona! —escucho como una gran explosión, provocando que ponga la sabana sobre mi cabeza, sin querer escucharla, aunque siempre supe que Susan aparecería en cualquier momento, dejándome con la interrogante de cómo, o que hace para estar despierta desde tan temprano, y habiendo estado igual de ebria que yo. Afligida, no deseo levantarme, pues mi estado es deplorable, y puedo asegurar que mi cerebro tiene un cuarenta por ciento de actividad en estos momentos, por lo que es imposible reaccionar, y sin hablar de mi cuerpo, que su actividad es de un cero por ciento, preguntándome como fui capaz de mover mis brazos para cubrir mi cabeza con la sábana.

—¿Qué hora es? —logro preguntar, con mi lengua traposa, enredada dentro de mi boca, sin entender como mi amiga quiere que salga a la callea así, y menos para presentarme a un examen con la cabeza a punto de estallar.

— Las siete —responde como si nada—. ¡Vamos, arriba! l El examen empieza a las ocho y media, aún hay tiempo.

— ¿Las siete? —cuestiono, creyendo que mi amiga sigue ebria si cree que una chica funciona con cuatro horas de descanso—. ¡Estoy enferma! —exclamo, sin quitar la sábana de mi cabeza para que la luz no me pegue directo a los ojos, por lo que me acomodo para seguir durmiendo, aunque sospecho que algo o alguien me lo impedirá.

— ¡No señorita! ¡Usted prometió que, si nos íbamos de copas, igual nos presentaríamos para el examen! Si no te levantas ahora, me veré obligada a llamar a tu madre.

«¿Tiene que sacar la palabra clave? ¿Qué clase de amiga tengo?»

—¿Serías capaz de llamarle? —cuestiono, descubriendo mi cabeza automáticamente, sintiéndome ofendida, y pensando que mi madre es el mejor despertador que pueda existir, y sirve para la resaca.

— No lo sé, si gustas podemos averiguarlo —responde Susan, y sin ni una pisca de compasión saca el celular del bolsillo del pantalón y me lo muestra, provocando que abra los ojos como plato, sin creer esta traición tan desleal.

— ¡No! ¡Me levantaré enseguida! ─grito desesperada, para luego suavizar el tono de mi voz, pues veo que se guarda el celular en el mismo bolsillo de donde lo sacó—. ¿Qué tal si preparas el desayuno mientras me ducho? —propongo amablemente.

— De acuerdo, pero me quedaré parada en la puerta, hasta que muevas ese lindo culito de la cama —aclara, conociéndome a la perfección, por lo que de un brinco salgo de la cama para dirigirme al baño.

— ¡Buena chica! —escucho mientras camino hacia el baño. No alcanzo a sentir la puerta cerrarse y mis piernas empiezan a flaquear, mi cerebro me traiciona, y no dejo de pensar que mi cama está al otro lado, esperando ser ocupada.

— ¡Si, lo sé! —respondo.

Miro la ducha que espera por mí, pero siento que mi cama es más acogedora, una lucha interna se debate en mi ser, y me quedo pensando en quién ganará.

—¡Está listo el des...! —alcanza a decir Susan, un tanto eufórica, aunque se desinfla por el camino; vuelvo a tapar mi cabeza, pero esta vez con almohada, puesto que sé, que mi mañana no será fácil—. ¿Qué haces acostada nuevamente? —pregunta, taladrando mi cabeza, sin dejarme dar una buena explicación, llamando a José, una pesadilla de la cual pude haberme librado─. ¡Amor ven aquí!

CAMALEON (completa. + 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora