Detención

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Capítulo 29

Detención

Isabelle

Las diez de la mañana y no puedo creer que Cristian esté dormido. Él siempre se despierta temprano, con la costumbre de observarme dormir, y ahora, soy yo quien tiene la oportunidad de mirarlo y poder despertarlo con besos y caricias.
Con suma delicadeza me inclino y rozo mis labios por su espalda desnuda, sin saber que la sorprendida seré yo. Doy un grito de la impresión al verlo abalanzarse sobre mí, haciéndome cosquillas, mientras me río suplicante, un acto que resulta, pues detiene la tortura, toma mi rostro y me besa, pero al querer abrazarme me pongo a reír con la sensación de que me hará cosquillas nuevamente, aunque sé que no lo hará. Él me mira seductor queriendo otro tipo de juego, pero no puedo evitar ponerme a reír cada vez que se acerca.

─ Solo quiero besar a mi esposa, y hacer cosas que los matrimonios hacen, y especialmente en su luna de miel ─asegura, mostrando su entre cejas arrugada, tratando de intimidarme con un enfado que ni él mismo se cree, provocando que me carcajee.

─ ¡Tengo cosquillas! ─exclamo con diversión.

─Tranquila, mira... ─dice, haciendo una pausa─, para que te tranquilices, qué tal si... ─logra robarme un beso, mientras pienso que ha sido una buena táctica. Cierro los ojos y sigo su cálido beso, agradecida de poder seguir sin reírme. Pasa sus manos por mi espalda, y esa lengua mágica que recorre mi cuello, para luego sentir como sus caricias se convierten en cosquillas una vez más. Él ríe divertido haciendo esta maldad, por lo que pido que me suelte, dándome tregua para salir arrancando, entretanto grito como una loca, pero me sigue por la habitación, y agarro una almohada lanzándosela, él la esquiva, seguimos corriendo, pero no soy tan ágil y me atrapa contra la pared, besándome frenéticamente y yo caigo rendida a sus pies.

Luego de pasar una apasionada mañana, nos damos cuenta de que ya es la hora del almuerzo, hemos pasado por alto el desayuno, y yo muero de hambre. Bajamos al restaurante del hotel, con la suerte de encontrarnos con la pareja de brasileños que también están pasando su luna de miel, a la que habíamos conocido el día anterior.

Mirla me simpatizó desde el primer día en que la vi, y Cristian hizo buenas migas con Fabricio, el esposo de ella, por lo que decidimos juntarnos en la piscina más tarde.

Cristian

Con Isabelle vamos a la piscina del hotel, donde nos encontramos con nuestros amigos Fabricio y Mirla, una pareja muy agradable; ponemos nuestras toallas en unas reposaderas, Isabelle saca su pareo y queda en uno de sus diminutos bikinis, lo que me hace pensar que, de los veinte o más trajes de baño que ha traído, ninguno es más grande que el otro.

─ Amor ¿Puedes ponerme bloqueador solar? ─pide mi esposa, yo encantado me acomodo tomando el envase y pongo un poco de bloqueador en la palma de mis manos, para luego frotarlas sobre su espalda, haciendo un esfuerzo sobre humano para no abalanzarme sobre ella y poseer ese cuerpo aquí delante de todos si fuera necesario.

─ Creo que ya es hora de regresar al cuarto ─susurro en su oído, aunque es solo una broma, pero si resulta mejor.

─ Pero si acabamos de llegar ─aclara─. ¿Qué le diremos a Mirla y Fabricio?

─ Nada, simplemente entenderán que estamos de luna de miel, y que tengo que solucionar el problema que me causa tu bikini ─suelta una carcajada al darse cuenta lo excitado que me tiene, no obstante, algo me dice que no está dispuesta a subir al cuarto.

─ Creo que te conviene meterte a la piscina, el agua fría te ayudará ─aconseja elevando las cejas, y mientras me levanto, beso sus labios y corro hacia el agua antes de que todos se den cuenta del problema que me provoca mi esposa.

CAMALEON (completa. + 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora