🪷 𝕷𝖆 𝖈𝖍𝖎𝖊𝖓𝖓𝖊 🪷

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Aquella mañana México estaba descansando sobre su propia cama después de mucho tiempo. Por fin podía dormir cómodamente en la privacidad de su acogedora habitación en lugar de la incomodidad de su sala.

Roncaba algo fuerte a la vez que se movía salvajemente entre las sábanas pateando y golpeando el aire. Tenía una de sus almohadas entre sus brazos, la sujetaba firmemente. Estaba profundamente dormido.

El timbre de su hogar interrumpió su sueño. Su cuerpo quedó inerte y abrió los ojos despacio. Soltó un largo bostezo para incorporarse y ponerse algo de ropa cómoda antes de abandonar su habitación. Tarareaba una canción mientras se vestía y escuchaba el timbre de su hogar sonar de nuevo. Seguramente Alonso también debía estarse levantando apenas.

—¡Ya voy!

Se apresuró a vestirse y corrió hacia el pasillo, bajando las escaleras torpemente. Se apresuró a llegar hasta la puerta sorprendiéndose por quién encontró al otro lado.

—¿Ucrania?

—Buenos días, ¿México, verdad?

Una extraña aura oscura acompañaba al segundo hijo de URSS. México se quedó estático unos segundos, reaccionando estrepitosamente.

—Estados Unidos Mexicanos, a sus órdenes, señor —extendió su brazo amablemente intentando no verse intimidado.

—Un gusto, ¿ya nos conocíamos? —correspondió el saludo.

—Me parece que no, creo que lo recordaría —le dio un apretón a su mano—. ¿Quiere pasar?

—Por supuesto.

—Adelante, mi casa es tu casa.

—Cielos, ¿aquí también practican el comunismo?

—No, no. Solo es un decir.

Ucrania entro a la casa del latino, observando sus alrededores. Era grande el parecido de su visita con la de su hermana Bielorrusia, pues ambos habían entrado con curiosidad dentro de la casa y lo inspeccionaban todo con la mirada. Caminaba con lentitud analizando todo con cautela. Se detuvo exactamente en la misma foto que había visto la hija menor de URSS hacia algunos ayeres.

—Bien, Ucrania, es obvio que no viajaste tan lejos solo para saludar —México lo interrumpió con educación.

—Estas en lo correcto, México —Ucrania tomo asiento en uno de los cómodos sillones de la sala—. Mi visita aquí va más allá de eso.

—¿Quieres una taza de café, o agua?

—No, gracias.

—Vayamos directo al grano entonces —México se sentó frente al rubio, encontrándose frente a frente.

—Me parece bien. Mi asunto aquí es más simple de lo que parece, creo que estás familiarizado con el tema —hizo una pausa—. Rusia.

—Me lo temía.

—Tranquilo, no vengo con intenciones de guerra o conflicto contigo por la desaparición de mi hermano, todo lo contrario —sonrió cínicamente—. Vengo a protegerte.

—¿Protegerme? ¿Protegerme de qué?

—Putin no está muy contento con esta situación, desapareció su representante en tu país y dentro de sus planes está declararte la guerra —vio a México pasar saliva—. Pero no te preocupes, que tengo un plan que espero funcione a la perfección. Te diré lo que voy a hacer. Tomaré su territorio en caso de encontrarlo muerto o no encontrarlo en un plazo de seis meses. De esa forma evito la continuación de la guerra en mi país y te evito una guerra con el ejército ruso. ¿No te parece bien?

Женщины (RusMex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora