—Беларусь! Хватит, это я! (¡Bielorrusia! ¡Basta, soy yo!) —su hermana se detuvo, lo miró dudosa—. я Россия (Soy Rusia)
Por primera vez, le dirigió la mirada a Bielorrusia. Ella la reconoció de inmediato, esos ojos celestes fríos como el hielo, aquellas mejillas rosadas, tímidas pecas que asomaban por su rostro. Aquella prominente cicatriz en su ojo derecho. Tiró su navaja al suelo de la impresión, cubriendo su boca con ambas manos. Rusia respiraba agitado, no sabía cómo reaccionaria su hermana, pero parecía que todo iba a salir bien. Comenzaba a tranquilizarse cuando recibió una bofetada demasiado fuerte en su mejilla. Cayó nuevamente al suelo aturdido, cerrando sus ojos por el impacto.
—ты чортавы ідыёт (Eres un maldito idiota) —Bielorrusia estaba molesta.
—Un gusto verte a ti de nuevo, hermanita —dijo sarcástico escupiendo algo de sangre a la calle.
—¿Rusia? ¿Pero qué demonios te pasó? —lo veía de pies a cabeza, demasiado impactada como para saber cómo reaccionar—. Estás tan... Diferente.
—Lo sé.
—Tengo una hermana —dijo con algo de ilusión, para después volver a la realidad—. ¡Eres un bastardo! ¡Un egoísta! ¡¿Tienes idea del problema en el que acabas de meter a México, Ucrania, Estados Unidos y a mi?! ¡¿En qué demonios estabas pensando al desaparecer de está manera, grandísimo idiota?!
Lo tomaba de la camisa asotandolo contra el piso, provocando que a Rusia le comenzará a dar una migraña ligera. Le tomó de las muñecas, intentando detenerla. Bielorrusia comenzaba a llorar, algo que era difícil de lograr a menos que se tratara de algo grave. Ahí fue cuando el hijo mayor de la URSS comenzó a preocuparse.
—¿Belarus?
—Pero sobre todo, no tienes idea de lo mucho que te extrañé —secó sus lágrimas sollozando—. Esperé dos largos meses pensando lo peor, manteniendo las esperanzas de que algún día lograríamos encontrarte vivo. Siempre estuviste bajo nuestras narices. ¿Por qué hiciste esto, Rusia? ¿Por qué ignoraste mis llamadas? ¿Cómo fue que te paso esto?
—Es una larga historia, Bielo.
—Estoy dispuesta a escucharla.
Rusia le contó cada detalle de lo que le había ocurrido en los últimos dos meses. Le contó lo ocurrido con aquella bruja y su cuerpo. Cómo se había encontrado con México y la forma en que Chile se dio cuenta de que era él. Le contó cómo había comenzado a salir con una chica, Sandy, y que las cosas marchaban bien con ella. Bielorrusia estaba impactada de todo lo que había ocurrido en la vida de su hermano.
—Y sé que sonará tonto, pero todo este tiempo me he estado escondiendo del mundo porque... —tragó saliva—. Tengo miedo de que me vean como la abominación en la que me he convertido. Al menos, así es como me veo con mis propios ojos.
—Ru, eres un idiota —nuevamente volvió a ser insultado—. Ya no estamos en el siglo veinte, nadie va a juzgarte si sales con esta apariencia a la vista pública.
—No es así —negó repetidas veces con la cabeza—. Putin me verá con mala cara, mis senadores dejarán de tratarme como su representante, quizás incluso mi gente me desconozca y se avergüencen de mi. Si papá estuviera aquí, no puedo ni imaginar lo avergonzado que se sentiría.
—Pero... Él ya no está aquí —Rusia agachó la cabeza, triste, de todos sus hijos él era quien había convivido más con la Unión Soviética—. Basta, Ru. Haces las cosas más complicadas de lo que deberían. Vuelve a casa, por favor. Ven conmigo de vuelta a Moscú, solucionemos esto de una buena vez y después veremos cómo arreglar esta situación contigo.
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Женщины (RusMex)
Fiksi Penggemar» Actualizaciones: Martes « En un viaje organizado por la ONU, todos los países deben unirse a una marcha LGBT+. Sin embargo, el hijo mayor de la Unión Soviética se reusa a participar, por lo que huye de la escena lleno de rabia. Su odio irracional...