—Vamos, Мексика, es un día maravilloso, hay que salir a cenar a algún lado —Rusia apoyaba los codos sobre la mesa con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Qué no estás cansado de tanto papeleo?
—Lo lamento, princesa, pero no puedo hacerlo —las ojeras de México eran cada vez más pronunciadas, su mirada perdía brillo, parecía estar enfermo—. Podemos cenar aquí en casa, ¿quieres pizza? ¿Qué tal comida italiana?
Rusia lo veía perplejo, incrédulo ante cada palabra que salía de la boca del mexicano. ¿Qué había pasado con el México que amaba cocinar? ¿Con el México que disfrutaba sacarla de paseo a diferentes restaurantes?
—México —intentó alcanzar su mano, pero su instinto le decía que aún no estaban listos—. No me... Quedaré en tu país por siempre, y me has rechazado las últimas siete invitaciones que te he hecho. Vamos a cenar afuera, ¿si?
—Ana... —mirarle a los ojos era tan hipnotizante—. Me voy a arrepentir de esto después, ¿pero a dónde quieres ir?
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Cómo es bien sabido, el color favorito de Rusia siempre ha sido el negro. Ese día no sería la excepción. Su falda y chamarra de cuero le sentaban bien a la soviética. Usaba una blusa blanca fajada. El delineado negro de sus ojos hacia resaltar sus bellas iris azules. Lo único que destacaba era su lápiz labial color rojo.
México, como solía hacer, intentaba complementar su conjunto de ropa con el de su compañera. Se había colocado una chamarra de cuero. Traía puesta una camisa blanca fajada con pantalones de mezclilla color negros. Constantemente dirigía su mirada hacia Rusia.
Sentados frente a frente en un restaurante inspirado en los 80's ambos parecían encajar perfectamente con el lugar. A diferencia de otras ocasiones, Rusia portaba una sonrisa que hacía brillar su rostro de una manera única. Tanto que mantenía a México embobado con su rostro. Irradiaba una confianza que el latino no le había visto jamás.
—¿Qué tal te fue en tu reunión con la ONU? —la voz de Rusia hizo despertar a México de su ensoñación.
—Bien, bien... Bastante bien —a diferencia de Rusia, México se veía bastante decaído.
—Pues no parece.
—Esta bien, no lo fue. Me fue de la chingada —apretó sus labios en una mueca de disgusto y tristeza—. Lo lamento, princesa. Sé que te gustaría que tuviera otro estado de ánimo, pero en este momento tengo mucho estrés sobre mis hombros.
—No te preocupes, Mexi, lo entiendo.
—¿Mexi? Jeje, que dulce —le dedico una sonrisa por primera vez aquella noche.
—Sabia que sabías sonreír.
Ambos soltaron unas pequeñas risas. Justo esa frase había usado México los primeros días que conoció a Rusia de esa forma. Ambos soltaron un suspiro al mismo tiempo, sonrojandose después.
—En verdad tengo curiosidad, México, ¿cómo te fue?
—Meh, pudo haberme ido mejor —se encogió de hombros—. Ucrania me dio una paliza...
—¡¿Qué hizo qué?! —México se encogió en su lugar asustado—. Этот ублюдок, он не знает, с кем связывается. Вот увидишь (Ese bastardo, no sabe con quién se mete. Ya verá)
—Tranquila, me encuentro bien —sujetó su mano, tratando de reconfortarla.
—México, debes darte tu lugar, no puedes dejar que todo el mundo te trate así —vio a su acompañante bastante cabizbajo—. Vamos, deben haber países a los que tú imagen les infunda respeto.
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Женщины (RusMex)
Fanfiction» Actualizaciones: Martes « En un viaje organizado por la ONU, todos los países deben unirse a una marcha LGBT+. Sin embargo, el hijo mayor de la Unión Soviética se reusa a participar, por lo que huye de la escena lleno de rabia. Su odio irracional...