🪷 𝕿𝖚 𝖒𝖆𝖓𝖔 🪷

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Aquel día se encontraban en la capital del país, Ciudad de México. El taxi iba lento por la cantidad de tráfico en las calles. Rusia iba mirando por la ventana impresionado por todos los edificios que observaba. Pensaba que México eran solo ranchos y personas andando a caballo. Jamás esperaría encontrar esa clase de paisaje urbano.

—¿A dónde vamos, weon? —preguntó Chile inquieta en su asiento, subiendo y bajando el vidrio de la ventana.

—Deje eso —México le dio un manotazo—. Pus nomas, a ver qué hacemos. ¿Quieren ir a Six Flags? ¿A las pirámides? ¿Qué les interesa ver?

—¿Tienen pirámides? —Rusia preguntó asombrado.

—Да (Si) —podia notarse a leguas lo impactado que estaba Rusia, a México le causaba risa—. Princesa, no sé 'onde piensas que estás parada, pero estás en uno de los países más diversos.

—Me doy cuenta —mencionó apretando los labios.

—Tranqui, no me emputé —el rubio aflojó su expresión facial—. Te va a gustar a dónde te vamos a llevar, mija. Chófer, llevemos a Teotihuacan.

—Claro, hijo —comenzó a mover el volante en la dirección indicada, refunfuñando pues ya le habían hecho cambiar de dirección varias veces.

—'ora si viene lo chido, vas a conocer lo que es bueno —se dio unas palmadas en los muslos sonriente.

Rusia observaba todo con una sonrisa amplia en su rostro. Todo parecía tan nuevo en aquel lugar, y México tenía razón. Habían tanto casitas de la época colonial como edificios altísimos así como pirámides y paisajes diversos. Ese país era mágico y comenzaba a gustarle. Quizás en un futuro llegaría a hacer tratos comerciales y llevar una relación más estrecha con el mexicano. Quién sabe.

De momento, su corazón daba un vuelvo cada vez que pensaba en él, en lo que hacía, en lo que pensaba. Su interés en el representante más bajo había incrementado a lo largo de esa travesía por el sur de su país. Aunque no sabía si era mero interés por conocerlo o que otros sentimientos estaban comenzando a salir a flote. De ser la segunda opción, debía apagar esas llamas de alguna u otra forma, no quería ni pensar en la abominación que era que dos hombres estuvieran juntos, mucho menos él mismo.

El paisaje por la ventana comenzaba a cambiar, y el ruso iba tan inmerso en sus pensamientos que ni siquiera se daba cuenta de ello. México no podía dejar de verlo, aproximaba su mano lentamente a la de él intentando ser discreto para poder tomarla. Chile notaba aquello, le daba ternura y risa, aunque era buena ocultandolo pues no quería arruinar el momento. Rodó los ojos sonriente, finalmente parecía que comenzaban a avanzar en su relación. Lento, pero seguro diría México.

Por su parte, el mexicano sólo la miraba de reojo, dedicándole aquellos pequeños segundos de su tiempo en apreciarla. Controlaba su respiración intentando acallar los fuertes latidos de su corazón acelerándose mientras más se aproximaba a ella. Cerró los ojos con temor una vez sus manos se encontraban lado a lado, apenas rozando su piel. Soltó un suspiro, suave, discreto y silencioso. Sentía como todos en aquel taxi podían escuchar los latidos de su corazón. Las mariposas en su estómago aleteaban sin parar, causándole unas náuseas y nervios que cada vez eran más imposibles de controlar. Estaba tan cerca, ¿por qué demonios era tan difícil hacer eso?

Tal vez era que temia herirla, cómo había hecho con Canadá. Sólo pensar en eso apaciguaba su corazón, calmaba sus ilusiones y mataba a las mariposas en su estómago. Dios, por qué todo tenía que ser tan jodidamente difícil. Titubeó un poco, hasta que recordó las palabras de su presidente, ella no es Canadá, ella no tiene un hermano que se dedique a arruinar su romance, esa historia no tiene por qué repetirse con ella. Era otra persona, otro comienzo, y no debía repetir los mismos errores de antes si quería que esto se transformará en algo más formal, en algo más serio.

Женщины (RusMex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora