Era un sábado por la noche, Chile tenía un pequeño malévolo plan para que Rusia pudiera identificarse e interactuar con otras personas. Llevaba al rubio a un bar, pero no cualquier bar, un bar gay. Los comentarios algo despectivos del eslavo hacia su propio cuerpo le habían saltado alarmas en su cabeza. ¿Cómo iba a decir cosas tan hirientes a sí mismo como que se odiaba? ¿O que odiaba las nuevas sensaciones que estaba experimentando? La latina quería demostrarle que no era el único que se sentía de esa manera, y que no era tan malo tener un cuerpo femenino. Que habían más personas que se sentían de la misma manera que él. Mataría dos pájaros de un tiro, la incomodidad de Rusia y su miedo hacia las personas de la comunidad LGBT. Al menos, ella tenía la idea de que eso funcionaría.
Rusia por su parte se sentía ridículo. Llevaba puesta una minifalda de cuero, una camisa blanca y unas botas negras que le llegaban hasta las rodillas. Chile se había encargado de maquillarlo, usando en su mayoría colores oscuros, pues recordaba que su color favorito era el negro. Llevaba los labios pintados de negro, sombras negras, delineado algo exagerado y bastante rimel en sus pestañas. Había decidido no cubrir su cicatriz, sentía que iba bien con su atuendo. Se tambaleaba bastante, jamás se había puesto tacones.
—¿Dónde está México? —preguntaba Rusia dudoso—. ¿No había dicho que vendría?
—Tranqui, tranqui, llegará después —entraron al bar—. ¿Crei' que perdería la oportunidad de tomar algo de Tequila? Eso jamás.
Bad reputation de Joan Jett sonaba en los altavoces del bar. La sangre de Rusia se heló en cuanto se dio cuenta de dónde se encontraban. Veía a los chicos usar ropa femenina, a mujeres besándose con otras mujeres, a personas cuya identidad sexual desconocía gracias al maquillaje y la forma de vestir. Se paró en seco, sobresaltado a Chile.
—Se acabo, vámonos de aquí —tomó la mano de la latina, quién lo jalo hacia ella.
—No, po —Rusia arqueó una ceja, molesto—. ¿Ya olvidaste la última vez que rechazaste a esta comunidad? ¿Querí' que te vuelva a pasar lo mismo o algo peor?
—Нет (No) —soltó un suspiro, resignado—. Bien, le daré una oportunidad.
—No te va a decepcionar, tenemos que encontrar a Peter.
—¿Peter?
—Cielos, te va a agradar bastante, ya verás —lo jaloneaba entre las mesas, tal y como México hizo en aquel restaurante hace algunos ayeres.
Estaba teniendo una especie de dejavu. Nuevamente su cabeza chocaba con los adornos del techo, odiaba ser alto en países donde la altura promedio era de 1.75. Llegaron a una mesa redonda rodeada por un sillón igualmente redondo de piel negro. Chile se sentó y dio algunas palmaditas a su lado invitando a Rusia a sentarse a su lado. Este rodó los ojos y tomo asiento a su lado.
—Ay, ese muchacho, tarde como siempre —se acomodó en la silla viendo un menú de snacks.
—¿Si vendrá? No quiero quedarme aquí mucho tiempo —Rusia estaba incómodo—. Por lo menos, Мексика debería llegar.
—Tranquilo, estarán aquí en cualquier momento —veia entretenida qué se iba a encargar de comer—. ¿No quieres pedirte algo?
—Хорошо (Bien) —abrió su propio menú, encontrando opciones variadas de comer... Y de beber.
—Buenas noches, señoritas, ¿ya saben que van a ordenar? —ambas voltearon a ver al mesero.
—Hola, para mí una papas a la francesa —Chile le entrego su carta.
—¿Y para usted?
—Vodka en las rocas, el más fuerte que tenga.
Se retiró. Chile veía impactada al crush de su hermano. Pero claro, ¿cómo no iba a resistir una bebida así de fuerte? ¡Es Rusia, por Dios! Además, recordaba que su hermano Ucrania había dicho en televisión abierta que su hermano mayor era un adicto, y el eslavo lo estaba demostrando. Soltó una risita que no pudo pasar desapercibida por Rusia, quién la miró extrañado.
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Женщины (RusMex)
Fiksi Penggemar» Actualizaciones: Martes « En un viaje organizado por la ONU, todos los países deben unirse a una marcha LGBT+. Sin embargo, el hijo mayor de la Unión Soviética se reusa a participar, por lo que huye de la escena lleno de rabia. Su odio irracional...