13.

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Estaba cansada, nadie me hacía caso, mi vida ya no era la misma, tenía que ajustarme a lo que tenía en frente, ya no podía hacer nada más, pero que sepa, que en cuanto tenga una oportunidad de escaparme, lo haré sin dudar.

Damián me miró a los ojos, ni siquiera paso su mirada por mi cuerpo, se acerco a mi en pasos lentos, extendió su mano y me acarició el cabello para después atraer mi cuerpo hacia el suyo, su cuerpo frío, en vez de congelarme, me hacía sentir cálida, me sentí bien, cosa que me molestaba de alguna manera.

Bajó su cuerpo considerablemente, hasta mi cuello, yo era muy pequeña de tamaño y él era demasiado alto, sus brazos largos y fuertes, me arroparon, cerré los ojos, aspirando su dulce aroma, alejó su cara y soltó una mano para acariciar mi mejilla, y bajó sus largos dedos por mi cuello, cerré los ojos al sentir que llegaba a los dos agujeros que él mismo ocasionó. Quitó sus dedos, sentí sus cabellos hacerme cosquillas en el oído, sentí su barba de varios días, que en vez de que se vea asqueroso, se veía infernalmente sexy, sentí sus colmillos entrar a los mismos agujeros que no cicatrizaban, me elevé y ahí estaba esa sensación, era placer, ligada con un poco de canivalismo, agarré su cabello mientras bebía de mi, gemí silenciosamente, él gruñó y con sus dedos, apretó mi cintura, caminó hacia delante, haciendo que yo caminara hacia atrás y caí en la cama, se apartó de mi cuello, mirándome con intensidad, mientras en su pantalón ya albergaba una dura erección, tiré de sus cabellos hacia mi, para saborear mi sangre en su boca, nuestros labios eran salvajes, me alejé de él bruscamente y lo obligué a que me diera paso, para ponerme encima de él, me miró deseoso. Rompí su camisa haciendo que los botones se esparcieran por la cama y el piso, jadeé al sentir una nalgada en mi semi desnudo trasero, me arrancó el sosten y miró mis pechos, como examinandolos con su mirada y devorandolos con ella, me dió un poquito de vergueza, en las veces que Damián me ha tenido en estas situaciones, no ha visto mis senos, intenté taparmelos con mi brazo, pero él lo apartó.

-son hermosos, nunca había visto algo tan bello, aparte de ti.- me hizo sonreir y sonrojar al mismo tiempo, me haló hacia él suavemente, y nos besamos, mientras el acariciaba mi espalda, con las llemas de sus dedos.

Se notaba que Damián tenía mucho talento para enamorar a las chicas, pero a mí no, no caeré en su juego. Bajó por el valle de mis senos y luego se entró a la boca un pezon, mientras lo saboreaba y lamía, como si fueran su caramelo favorito.

-son deliciosos- se apartó para luego meter el otro en su boca, esa sensación tan rica, el placer que abarcaba mi cuerpo era indescriptible, no podía descifrarlo, masajeó sus manos contra ellos y luego los dejó para meter su mano descaradamente por mis bragas, gemí.

-estás muy mojada- gruñó, de un momento a otro, estaba debajo de él, volvió a besarme carnalmente, me arrancó las bragas y se posicionó entre mis piernas, empujando con mucho cariño, sin lastimarme, a diferencia de la primera vez, gemí despacio y desplacé mis dedos por su cabello, cerró los ojos al empujar de nuevo y jadeó, acaricié su cuerpo, hasta llegar a sus pompas, las apreté, y las empujé hacia mi, haciendo que su pelvis choque contra mi parte. Damián sonrió. Y empezó a torturarme, sacando y entrando lentamente su pene de mi, lo miré desconcertada, traté de que se moviera pero no, quería jugar conmigo. Pués iba a jugar con él.

Sonreí, y me escabullí por debajo de su cuerpo, saliendo de la cama rápidamente, caminé por la habitación desnuda, aseguré las puertas, para que nadie se atreva a entrar mientras hago lo que tengo planeado hacer. Busqué un pequeño mueblesito, era azul, lo arrastré hasta quedar enfrente de la cama, Damián se había acomodado viéndome pasear por la habitación desnuda. Su verga era grande, gruesa y venosa, era prácticamente mas grande que la verga de un negro superdotado, me senté en el mueble.

-¿quieres jugar?, vamos a jugar- dije para despues poner mis píes en el mueble, abriendo mis piernas hacia el, dandole la vista de mi coño super depilado y empapado, jadeó, me recosté del mueble y llevé el dedo corazón hasta mi boca, y lo chupé como si de un caramelo fuera, lo llevé hasta mi entrepierna y empece a jugar con mi clitoris, me empapé más al sentir mi cuerpo reaccionar, se sentía tan rico, nunca me había masturbado, siempre encontraba con quien sacear mis ganas, pero esto se sentía de maravilla, comencé a gemir, mientras mis dedos jugaban con mi clitoris y de vez en cuando entraban en mi, la respiración de Damián se hacía cada vez mas pesada y mis gemidos mas altos, además de que ser observada por nada más y nada menos que Damián Sall, me excita aún más, los espamos llegaron junto con el orgasmo mientras frotaba mis dedos contra mi clitoris frenéticamente, lancé un gritito ahogado, levantando mi pelvis por los espamos tan ricos que tuve, mi respiración estaba entrecortada y cuando me pude calmar, miré a Damián, quien tenía la mirada oscura, me levanté despacio, con cuidado de no caerme y me subí encima de él.

-conmigo nadie juega, puedes llevarte muchas sorpresas- susurré, y sonreí, le dí un beso, que pensaba finalizar, pero me agarró el trasero, me excité aún más.

-no te perdonaré esto, me has prendido como nadie más en el mundo, ¿y sabes lo que te haré?- me mordí el labio sintiendo como me empapaba de nuevo.

-no- gemí.

-te follaré tan fuerte que no podrás ni levantarte- de una fuerte estocada  entró en mi, gemí casi gritando, sus estocadas eran fuertes, gemía y gruñía cosas que ni entendía, su pene salía y entraba de mi, mis jugos bajaban sin control y sin dueño, gemí, exploté en un segundo orgasmo, uno más rico que el otro, y varias estocadas después, llegó en un ronco grito, cayó lentamente encima de mi, nuestros cuerpos sudados y nuestras respiraciones estaban descontrolados por los espasmos, suspiré, Damián salió de mi, pero no se quitó de nuestra posición, se quedó entre mis piernas y se durmió en mi pecho y yo olí el dulce aroma en su pelo. Lo acompañé dejándome llevar en los brazos de Morfeo.

Esclava del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora