—Algunas veces solo quiero dejar Jeonju— dijo el chico que veía hacía las nubes, sin dejar de sonreír—, algunas veces quiero dejar Jeonju y huir de todo y pretender que nunca existí.
—¿Y qué te impide hacer eso?— preguntó su mejor amigo esa tarde de domingo de 1979.
—¿Cómo vas a preguntar eso, Sung?— había risa en su voz, pero tristeza en sus ojos— ¿Has visto mi casa? Se está cayendo a pedazos, y no me hagas hablar de las deudas, si pretendo que nunca existí, Lee Yongi, el atleta nacional, no existe, por ende no me dan la manutención que necesito para darle a mi familia. Algunas veces solo quiero dejar Jeonju, pero si dejo este lugar, se que no iba a seguir siendo el atleta que conoces.
Sungjae se levantó del piso para quedar sentado, había confusión en su rostro al no terminar de entender las palabras de su amigo.
—¿No te gusta ser parte del equipo? ¿Ya no quieres ser atleta? ¿Por qué no me lo dijiste?
—Sungjae, no seas idiota. Claro que me gusta ser parte del equipo nacional, toda mi vida he sido un atleta, no conozco otra cosa que no sea mi disciplina, pero el Lee Yongi que empezó a entrenar no es el mismo Lee Yongi que está en el equipo nacional. Cuando empecé a entrenar floreció en mí una pasión que nunca va a desaparecer, cuando entré al equipo nacional, creció una necesidad de quedarme ahí. Necesito el dinero, tanto como me apasiona competir por Corea.
—Yongi, ¿por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué te guardaste esto por tanto tiempo? Estas en el equipo nacional desde los 16, tenemos 19, tu gran idiota.
—Ay ya, no es para tanto, Sung. ¿Es verdad lo que se cuchichean Jihae y Kyongsu todo el tiempo?
El cambio de tema lo tomó desprevenido, pensó que Yongi sería el último en enterarse siendo que lo veían una vez cada dos semanas en la escuela y los fines de semana, no es que no quisiera decirle o que se enterara, pero era Lee Yongi, su Lee Yongi, no el atleta nacional que todos conocían, era su mejor amigos desde que tenían 17.
—¡Vamos, Sung! No creías que yo no me iba a enterar tarde o temprano, ¿verdad? A mi nunca me llamaste Jagy, y nunca dejaste que nadie te dijera Jagiya, aparte el cómo se ven, parece que jamás podrían odiarse y que no podrían vivir separados.
El chico se volvió a tirar al pasto mientras se tapaba la cara con sus manos, se sentía desnudo de alguna forma, aunque tenía toda su ropa puesta, y de cualquier forma Yongi ya se había bañado con él un día que iban tarde a una competencia, no había mucho que ocultarle al chico.
—Te juro que te iba a decir, posiblemente en el lecho de mi muerte, pero te lo diría. Perdón.
—No pasa nada. Entonces... te gustan los chicos.
—No me gustan los chicos, me gusta él.
—Debí saberlo, solo los homosexuales usan converse. Tienes más converse que amigos y ganas de seguir estudiando, en serio, ¿de dónde sacas tantos de esos zapatos? ¿Hay una fabrica abajo de la casa de las cartas o qué?
—Yongi, ya basta de hablar de mis zapatos.
—A lo que iba, eres mi mejor amigo, eso significa que si no soy el padrino en la boda, te voy a matar.
El golpeteo en la ventana lo despertó, parecía que lanzaban algo constantemente, tardó unos segundos en levantarse mientras el sonido de golpes seguía atormentando sus oídos.
Abrió la ventana y vió hacia abajo encontrándose a Minho con una piedra en la mano que estaba a punto de lanzar.
—¿Qué haces?
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La casa de las cartas ~Minsung~
FanfictionEn el verano de 2017, los señores Han tomaron la decisión de mandar a su único hijo a pasar el verano en la casa de su abuelo paterno, en la ciudad de Jeonju. Han Jisung, el hijo de los Han, acepta sabiendo que no tiene mejores planes para el veran...