No entendió nada de su extraño sueño, todo el equipo nacional estaba peleando en el pasillo de una iglesia, era extraño y sin sentido alguno.
Se dio cuenta de que las fotos estaban tiradas en el piso, posiblemente por no haberlas acomodado en el mueble de noche antes de dormirse. Se encargó de recogerlas una por una hasta tenerlas todas en sus manos, las puso en un mueble alejado de la cama y decidió que debía de empezar su día de una buena vez por todas.
Se dirigió al baño que ya estaba preparado con toallas y jabones para que se pudiera bañar. La regadera tenía una tina un tanto gastada.
Se dedicó a bañarse y sobre pensar en los amigos de su padre, se imaginaba una escena un tanto muy divertida en base a lo que su abuelo había dicho en la cena.
—¿Estás seguro de que esto es una buena idea? ¿Tú padre no se va a enojar?— preguntó uno de los chicos aun sentado en el sofá viendo a sus otros tres amigos armar una especie de ring de boxeo con cojines.
—Claro que estoy seguro de lo que hago, Jihae. Recuerda que tenemos a un experto con nosotros que va a evitar que nos matemos por accidente, ¿verdad, Yongi?
El atleta sonrió mostrando sus dientes con retenedores, claro que sus amigos no iban a morir por accidente, él los iba a matar en el ring de pelea.
—A la última persona en la que pongo mis manos es en Yongi, es el más probable de matarnos a todos de un solo golpe.
—Estoy con Jihae esta vez— dijo el cuarto chico siguiendo con su misión de acomodar los cojines—. Sungjae, no creo que debas confiar en Yongi para una pelea.
—¡Oye! El Taekwondo no busca dañar personas, quien lo use para dañar personas no merece entrenarlo. Yo jamás les haría daño a ustedes, Donghee.
El dueño de la casa aplaudió dos veces para llamar la atención de sus amigos para así poder anunciar que el ring de pelea ya estaba listo.
—Las reglas son simples. No patadas ni puñetazos, solo empujones, el último que quede en el ring gana.
—Eso suena a una versión muy retorcida de Lucha de cerditos, Han.
Y el juego empezó cuando todos estaban en el ring de pelea.
—¡Han Sungjae! ¿Me puedes explicar por qué la vecina se está quejando otra vez de ti?
El hombre mayor guardó silencio cuando vió a su hijo peleando con otros tres chicos en su sala, ya no podía ni siquiera llegar a su casa sin ver a su hijo haciendo destrozos.
—¡Han Sungjae! ¿Qué está pasando aquí?— tres de los chicos cayeron del ring dejando como ganador a Jihae
—¡Gané! Les gané en su retorcido juego de peleas. Yo soy el vencedor. Buenas tardes, señor Han
—Joven Yang, creí que su familia estaba en la iglesia.
—Y lo están, pero Jihae está con nosotros— respondió el joven Han levantándose del suelo—. Ellos son mis amigos, Yang Jihae, Bang Donghee y Lee Yongi, el atleta nacional.
El adulto analizó a los cuatro jóvenes, no podía creer que tenía en su sala a la persona más religiosa que nunca en su vida se había ido a parar a más de 10 metros de la iglesia, al chico que canta en el bar de la ciudad y a un miembro del equipo nacional de Taekwondo.
—Solo... arregla tus problemas con la vecina antes de que me arrepienta de no haberte mandado al extranjero, ya estoy muy viejo para lidiar contigo.
ESTÁS LEYENDO
La casa de las cartas ~Minsung~
Hayran KurguEn el verano de 2017, los señores Han tomaron la decisión de mandar a su único hijo a pasar el verano en la casa de su abuelo paterno, en la ciudad de Jeonju. Han Jisung, el hijo de los Han, acepta sabiendo que no tiene mejores planes para el veran...