✨ McCarthy

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"Don't stop until you're proud"

Pasados exactamente seis meses de trabajar con el señor Black puedo decir que ya me he adaptado a su ritmo de trabajo, si, hemos tenido nuestras discusiones, pero es algo que ya puede considerarse normal entre nosotros, Bruno dice que he sido la única que se le pone en contra al señor Black y que en sus años trabajando en la empresa nunca había vistoa a alguien que le contestara en medio de una discusión.

Bonito, ¿no?

—McCarthy —llama el señor Black desde su posición como CEO de la empresa—. Revisa esto y programa una reunión.

Claro, esto también ya sabía cómo manejarlo, ahora me considero a mi misma como una genio, porque he sabido cómo adaptar el horario del señor Black, y que tanto él como yo, sabemos cómo solucionar nuestras cosas.

Por otro lado, el señor Black ha estado conforme con mi trabajo, me ha dado uno que otro halago así que estoy segura de que mi trabajo le ha convencido al cien.

—Dentro de diez minutos tiene que salir para reunirse con el señor Bastian Belmonte, señor —le aviso una vez he terminado de programar la reunión y acomodarla en la agenda del señor Black sin que los otros eventos intervengan.

—Dile a Bastian que nos reuniremos otro día —me dice, pero Bastian ya me había avisado que ya estaba esperando por nosotros en el lugar acordado.

—Señor —llamo y él voltea a verme, últimamente me ve cada que puede y hasta cuando yo no lo estoy viendo—. El señor Belmonte ya está esperando por usted.

—Bastian te está esperando a ti, no a mi —me dice con su voz arisca por la molestia.

Cualquiera que lo escuche podría decir que está celoso, pero eso no es así, el señor Black suele ser una persona que no comparte a sus empleados con nadie, es decir, si estás en una reunión con él tú atención debe estar en él nada más, ni siquiera le gusta cuando voltean a ver a otro lugar, y que Bastian esté pendiente de mi le hace sentir que es una persona lejana a todo esto, o como él suele llamarle "el plato de segunda mesa".

—El señor Belmonte necesita aclarar algo con usted, señor, es sobre el proyecto —le informo pero parece igual con su decisión de no ir.

Siguió trabajando como si nada, y eso me estaba molestando, a veces se comportaba de una manera tan infantil que no parece que tuviera veintiséis años. Jodido inmaduro.

—Señor.

—He dicho que no, McCarthy, no sigas con lo mismo —me advierte, pero dentro de las cláusulas del contrato que firmé hace un mes decía que yo debía convencer y obligar al señor Black en caso de ser necesario, y por lo que he notado, simplemente está frustrado por su falta de sexo diario.

—Señor Black —llamé y nuevamente él volteó—. Después de su reunión con el señor Belmonte, recibirá la visita de una de sus llamadas de botín —le informo.

Y con "llamadas de botín" me refiero a las personas que lo visitan con un solo propósito: vaciarle los cojones.

—No trates de convencerme con eso, McCarthy —me dice con un tono amenazante y por un segundo me descoloque, el señor Black jamás ha rechazado una de esas cosas, y siempre que se lo mencionada aceptaba como si nada y esperaba paciente por esa persona, y que hoy me diga que no, es... extraño.

—Solo tiene que decirme qué es lo que desea, señor Black, de esa forma podré complacerlo y poder cumplir con los eventos de su agenda —le digo, pero mi error fue decir aquello.

—No puedes complacerme, McCarthy, y piensa mejor las cosas que dices, porque no me haré responsable de lo que yo pueda entender —murmura, está muy estresado y eso me estresa a mi, porque si no quiere ir después me echará en cara mi irresponsabilidad.

Sr. BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora