✨ McCarthy

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"Other people"

El día no esperado por mí, llegó.

Estábamos en el aeropuerto, esperando por Rachel quien, precisamente hoy, tenía que llegar tarde, faltaba poco para que la hora de partir llegase.

—¿No avisaste? —me reclama el señor Black como si yo tuviera la culpa, yo avisé, que ella se esté tardando no es mi puto problema.

—Debería estar aquí ya —le dije, el señor Black cruzó sus brazos para nada conforme con mi respuesta.

—Pues yo no la veo por ningún lado —asegura.

Doy una rápida mirada por el aeropuerto esperando encontrar con la susodicha y vaya que lo hago, viene caminando no muy lejos con una maleta, lentes oscuros, cabello suelto y unos tacones tan alto que si su vida dependieran de ellos, ya estaría muerta hace mucho.

—Llegas tarde —digo y no espero a que ella diga algo puesto que le dispongo a seguir a mi jefe hasta el jet privado que he contratado hace un mes.

—Vayan atrás y no digan nada —ordena el señor Black tomando su lugar en los primeros asientos, me he reservado la necesidad de las azafatas, una figura tan importante como el señor Black no puede arriesgarse a un rumor entre azafatas.

Alex, Mili y Rachel acataron la orden y en silencio fueron a sentarse en la parte de atrás del avión, quedando solo y sencillamente el señor Black y yo.

—¿Quiere algo de tomar, señor? —le pregunto, aunque dudo que haya algo más que vino y café instantáneo.

—¿Qué tienes para ofrecer? —me pregunta ha cerrado los ojos con la intención de descansar, o al menos la vista nada más, porque al menos yo, nunca he podido dormir en un avión, por muy largo que sea el viaje, no he podido.

—Vino y café —contesto—, aunque es café instantáneo.

Una mínima sonrisa cala por los labios del señor Black, un café es lo que pide, un café es lo que vamos a darle.

Fui a buscar el café y lo encontré, lo que no encontraba era algo para calentar el agua y cuando estaba por rendirme la encontré encendida detrás del microondas, si, ya se, "pudiste calentarlo en el microondas", no es lo mismo, yo sé por qué se los dogo.

No tardó mucho para poder hacer el café, una vez listos regrese a donde estaba el señor Black, ahora estaba viendo por la ventana las nubes blancas y él bonito y tranquilo paisaje que nos brindaba el viaje.

—Su café, señor —le dije y él lo tomó, lo probó e hizo la misma mueca de desagrado que yo he hecho cuando probé el mío, era asqueroso, dentro de los gustos verdad, no digo que sea lo mismo para todos, y obviamente no se comparaba con el café que tomábamos cada mañana en la oficina, sin lugar a dudas.

El vuelo estaba muy silencioso, muy incómodo, y todo por culpa del señor Black, que no había parado de verme, estaba frente a él mientras revisaba el móvil o cambiaba y revisaba algunas cosas en la tablet de mi jefe.

—¿Necesita algo más, señor? —pregunté porque ya no soportaba un segundo más en ese silencio sepulcral tan abrumador.

—Otro café —dijo sin más, sin importarle nada, cruzó sus brazos y cerró sus ojos de nuevo, esperaba que pudiera dormir, que descansara, puesto que la noche anterior no había podido dormir mucho por estar preparando las últimas cosas para su ausencia durante el fin de semana.

Cuando regresé de preparar el café el señor Black estaba profundamente dormido, y lo digo así porque le hablé en tres ocasiones y no me respondió y para que él no lo haga lo más seguro es que tiene que estar muy dormido.

Sr. BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora