✨ McCarthy

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"Recovery"

El señor Black, el que yo suponía estaba en el crucero, viajando hacia esa isla en donde sodoma y gomorra son las palabras exactas para describir el lugar, estaba ahí, frente a mí, sonriendo...

—¿Señor Black? —pregunto, él frunce el ceño sin dejar de sonreír, esa sonrisa preciosa que tanto me encanta—. ¿Qué... qué hace aquí? ¿Cómo? Yo lo ví subir al barco.

Pero el señor Black parece lejano a lo que menciono, cómo si no tuviera ni idea de lo que hablaba, quizás... quizás no era el señor Black y yo aquí, como una estúpida diciendo toda esta clase de tonterías.

Pero, es que no lo entiendo, vuelvo a mirarlo con detalle, es él, es el señor Black, alto, guapo como siempre, con sus bonitos ojos azules centrados en mí como siempre, como todos los días, esa sonrisa que, desde que pusimos un pie en el resort no ha abandonado su masculino rostro.

Es él, el señor Black, la persona de la que estoy enamorada. Perdidamente enamorada.

No ha dejado de mirarme, tampoco ha dejado de sonreír, parece demasiado casual todo esto, pero... ¡maldita sea! ¿Cómo mierda es que el señor Black está frente a mi? Si se supone que él debe estar cogiendo y follando con hombres y mujeres a borbotones en estos momentos.

Doy un paso atrás, pero el acto solo hace que vuelva a marearme, todo me da vueltas, tengo una horrible sensación, todo me da vueltas, ni siquiera comprendo qué es lo que me ha dicho y parece que él lo notó porque vuelve a hablar pero sigo igual.

Al no tener respuesta de mi parte, me toma del brazo gentilmente, algo que el señor Black muy pocas veces hizo, todo esto es tan extraño, no entiendo absolutamente nada y lo peor es que, por momentos pienso que él señor Black, no, que Jack ha dejado atrás esa fiesta y ha decidido venir a mí, ha decidido dejar todas esas guarradas para estar a mi lado, pero... no lo entiendo.

Me dejo guiar por este hombre con un rostro idéntico al de mi jefe, ahora maldigo el momento en el que me he embriagado, no puedo reconocerme a mi misma en este estado, soy una buena bebedora pero parece que hoy he sobrepasado mis propios límites.

La música dejó de escucharse, las personas dejaron de verse y ahora solo escucho a lo lejos, el ruido de las olas del mar, como el viento mueve las palmeras altas, haciendo que el sonido sea agradable.

Nos detenemos después de caminar un poco más, observo a mi alrededor y no hay nadie más, literalmente no hay nada, solo veo arena, el mar y un bosque tras de nosotros, enfoco mi vista en el señor Black pero este no dice nada.

—¿Qué hacemos aquí? —me escucho preguntar, él sigue en silencio y todo esto no hace nada más que acelerar mi corazón, el latir zumba en mis oídos, golpeando mi techo fuerte y con dolor—. ¿Señor Black? ¿Qué sucede?

Mis latidos se aceleraron cuando el señor Black se acercó lentamente. Su mirada intensa encontró la mía, y en ese instante, todo a nuestro alrededor desapareció. Sus labios rozaron los míos con suavidad, un beso cargado de un magnetismo inexplicable. Cerré los ojos, dejándome llevar por la dulzura de aquel momento, donde el tiempo se detuvo y solo existía la conexión entre nosotros. Fue un beso que dejó una huella imborrable en mi corazón.

La suavidad de sus labios se entrelazó con la calidez del momento. Cada segundo parecía eterno mientras el señor Black sostenía mi rostro con ternura. Sentí un cosquilleo en el estómago, como mariposas danzando al compás de nuestras emociones compartidas.

Sr. BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora