✨ McCarthy

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"Rule No. 1, Never be number 2."

Llegar a mi nueva casa fue algo muy bizarro. Casa se quedaba corto para la mansión que el señor Black tiene, un penthouse de dos pisos con las lujos más caros que te puedas imaginar, con un costo que si no me equivoco es más de doscientos cincuenta millones, algo así me dijo Cormac cuando mi boca cayó al piso después de ver semejante lugar.

Pero, lo que llamó mi atención no fue el lugar, bueno si, pero lo más sorprendente de todo era el enorme ventanal que daba una vista a toda la ciudad, literalmente, el rascacielos en el que voy a vivir ahora es tan grande que puedo ver cada pequeño lugar de New York, es hermoso.

—Bueno, primera habitación, segundo piso —subí las escaleras junto a mis dos maletas, yo no tengo mucho, la verdad es que la mayoría de mis cosas están en Irlanda, en casa de mis padres y en posesión de Aidan, aquí únicamente tengo mi ropa y zapatos, nada especial.

Encontré la que supuestamente será mi habitación de ahora en más, y lo que puedo decir después de dar una vistazo es: está horrible, parece que el señor Black se esmeró en darme la habitación más poco agradable de toda su casa, no hay ventanas, solo hay una cama sin sábanas y una almohada, una brillante luz blanca es lo único que alumbra ese oscuro lugar, no hay baño y de guardarropas solo hay uno pequeño en una esquina, esto me recuerda a mi viejo departamento, era casi igual pero con un poco más de estilo.

Suspiré y comencé a guardar mi ropa, no tardé tanto, una vez estaba libre de ese cargo, me tiré sobre la cama que, como supuse, era muy dura para mi gusto, tendría dolores al día siguiente si llego a dormir sobre esta cosa.

Saqué el móvil y de reojo vi algunos mensajes y llamadas perdidas, pero mi horario laboral acaba cuando el señor Black deja la empresa, así que eso lo arreglaría mañana. Me metí a una página de ventas por internet, y como ahora uso la tarjeta del señor Black no me importó mucho irme a la sección más cara, buscando con las opiniones de cinco estrellas, ser millonario es lo mejor del mundo.

Sin perder la poca comodidad que había encontrado en aquella cama busqué un colchón nuevo, suave, pero no tanto, carísimo por cierto, 3,500 dólares, esto de gastar sin pensar en nada me está gustando mucho, también compré una lámpara pequeña porque la luz blanca me da mareos, un puff que, según las referencias es muy cómodo, así que lo pedí también.

Me la pasé viendo otras cosas, no muy interesantes, pero andaban algo cerca de mis gustos. Pocos minutos después al móvil cayó un mensaje de Cormac, avisando que el señor Black ya venía en camino, me preparé mentalmente para recibirlo, solo fueron un par de horas sin verlo, el momento de caer en la realidad había llegado.

Bajé aún con la ropa de trabajo, sé que dije que mi trabajo termina cuando el señor Black... bueno eso ya lo escucharon, la cosa es, que no me siento cómoda de que me vea con harapos, o sea, mi ropa de andar en casa, eso, por ahora y creo que en un futuro tampoco.

—Buenas noches, señor Black —saludé cuando lo vi salir del ascensor, otra cosa que había olvidado comentarles sobre esta inmensa casa es que el ascensor conecta con el pasillo de la cocina y da directo a la sala, o sea, que puedo estar en cualquiera de esos dos lugares y puedo ver cuando el señor Black salga o entre al dichoso elevador, ya saben, cosas de millonarios.

Él simplemente me miró y no dijo nada, por su cara parece que le fue muy bien con el señor Müller porque si mis ojos todavía no me fallan tanto puedo ver la marca de una mordida en su cuello, apenas puede verse porque su camisa lo cubre, pero no tanto como para decir que no hay algo ahí.

—Hemos terminado por hoy, McCarthy —me dice, afloja el nudo de su corbata y comienza a subir las escaleras en dirección a su habitación, o eso, creo.

Sr. BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora