Alex

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Hay momentos en la vida en la que una persona piensa solo falta que suceda esto... justo así está la vida de Alex en estos momentos. Sus maestros habían decidido adelantar la fecha de entrega de la tesis, a él todavía le faltaba redactar la discusión, la conclusión y agregar a unos cuantos autores a su marco teórico. Así que se la pasaba frente a su computadora todo el día e incluso pidió unos días en su trabajo.

No estoy de acuerdo con lo expresado por el autor Woordhood en su texto "Las clasificaciones del ABO" él fue uno de los pioneros de esta nueva sociedad opresora, al clasificar a las personas por las características de su género de manera global. Durante mi practica pude notar que una mente brillante no solo la posee un alfa, también un omega puede poseer una inteligencia superior. Al contrario, a mis resultados en la práctica, Woordhood se puso y a los suyos en la cima de la pirámide sin antes realizar los estudios necesarios para poder hacer una clasificación de rasgos, si es que realmente existe una clasificación de...

La pantalla de su laptop oscureció, con cierto desconcertó Alex dirigió la vista a la toma de la corriente, su computadora estaba conectada, no entendía a que se debía ese oscurecimiento repentino de su pantalla. No entro en crisis ya que sabía que eso empeoraría su situación. Con calma se levantó del mueble, dejo la laptop en la mesita, se dirigió hacia su refrigerador, al abrirlo noto que la luz interior no se encendió fue en ese instante que se dio cuenta que no tenía luz.

Con un suspiro de alivio y la tensión de su cuerpo desapareciendo Alex regreso a la sala. En una mochila metió su laptop con su cargador, algunos libros y su teléfono. Lo mejor, según él, era ir a la cafetería para terminar de redactar el apartado de discusión antes de que las ideas dejen de fluir. Con una caminata veloz llego hasta la cafetería donde trabajaba, al abrir la puerta el olor a café inundo sus fosas nasales. Ese aroma fue una de las razones por las que había decidido trabajar ahí.

-Bienvenido Alex, ¿Qué te trae por aquí en tus días de descanso?

-Hola Jefe, no tengo luz en mi casa, ¿puedo ocupar una de sus mesas?

-Claro Alex, puedes utilizar la última para que no te molesten los comensales.

-Gracias, esa ocupare.

Se encamino hasta la última mesa, como si estuviera en su casa, se puso cómodo y comenzó a escribir de nuevo. La música resonaba en sus audífonos haciendo que el ruido alrededor desapareciera al igual que la gente. En ese momento sólo estaba él y su computadora. Con la concentración y sus ideas fluyendo comenzó a escribir.

Las horas pasaban, el paisaje fuera de la cafetería era testigo de eso, el cielo se tornaba naranja anunciando la llegada de la tarde-noche. Las puertas de la cafetería se abrían cada vez de manera menos concurrente. El café de cortesía en la mesa de Alex ya se había evaporado.

-Vaya concentración la que tienes, veamos que estás haciendo-

Alex no había sentido la presencia de aquella persona, su mirada estaba atenta a las palabras que aparecían en su pantalla. Un ligero olor a pestilencia humana invadió sus fosas nasales, haciendo que su ceño se frunza y deje de escribir.

- ¡Qué asco! ¿Qué es lo que apesta?

Se quitó los audífonos, empezó a olfatear más fuerte para ubicar la fuente de ese olor, hasta que se encontró con unos ojos morados viéndolo.

-No sueltes tus feromonas, apestan.

-¿Cómo dices?

-Lo que escuchaste, estamos en una cafetería no deberías esparcir ese asqueroso olor.

-¿Eso es lo que percibes?- se podía ver en la cara de Mark lo confundido que la situación lo tenía.

-Sí, así que ya deja de esparcirlas, me están dando ganas de vomitar.

Cautiverio (alfaxalfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora