Damiano golpeó la puerta algunas veces sin respuesta a pesar de escuchar ruidos en el interior del cuarto.
—¡Abre la puerta! ¡Estoy escuchándote desde aquí! ¿Eres imbécil, Ethan? —espetó pegando una patada a la puerta.
—¡Ey! ¡Atrevido! —gritó el omega al abrir.
—¿Te estabas pajeando? —preguntó casual Damiano entrando al cuarto de su amigo.
—Estaba cagando —dijo el pelinegro al cerrar la puerta—. ¿Conforme con la explicación?
—Uhmm... Aquí no hay baño... Creo que interrumpí una paja —habló entre risas—. Pero bueno, traje cerveza y pizza. ¿Lo compenso un poco?
—Uff —Ethan rodó los ojos—. Me olvidaba que ahora eres un millonario.
—No seas estúpido —contestó echándose en la cama—. Farid le dio por adelantado algunos dólares a Zayn como regalo de cumpleaños, nada más.
—Uhm.
—Uhm, ¿qué? —preguntó Damiano disconforme mientras abría la caja de pizza.
—Nada —respondió sentándose junto a su amigo quien lo miró severamente—. No me mires así. Solo me resulta un poco extraño que te vayas de aquí para meterte en la boca del lobo. —Se encogió de hombros y agarró una porción de comida.
—¿Otra vez, Ethan?
—Lo sientooo... —extendió exageradamente la última vocal—. Sé que estás bien con Baco, per-...
—No lo llames de esa manera; le recuerda a su padre. No es agradable, imbécil.
—¿Me vas a dejar hablar? —cuestionó el omega de cabello negro. Damiano rodó los ojos y mordiendo la pizza le hizo ademán con la mano para que hablara—. Como decía, sé que estás bien con Zayn —enfatizó y el otro omega extendió el dedo medio hacia él—. Igual sigo sin confiar en él.
—¡Que insoportable eres! —gritó arrojándole una aceituna a su amigo—. Zayn se ha esforzado mucho en terapia los últimos meses para controlar su ira y sentirse mejor y lo está haciendo bien. Dale un poco de crédito —pidió sintiéndose un poco molesto, ya que no había nada que Zayn pudiera hacer para que su amigo cambiara el concepto que tenía de él.
—Bien por él —dijo con desinterés—. Cuéntame, ¿ya tienes todo empacado?
—No hay mucho para empacar, Ethan —respondió de mala manera.
—Te molestaste —aseguró el omega.
—Sí, claro que me molesté. Siempre tienes algo para decir de mi alfa —espetó—. Yo no opino de los estúpidos con los que te acuestas.
—Claro, porque los trato como lo que son: estúpidos que tienen una buena verga para cogerme —aclaró—. No me creo el cuento de hadas que cada uno me quiere contar.
Damiano arrojó la porción de pizza sobre la caja y miró al omega.
—¿Estás diciendo que me creí algún cuento que Zayn me hizo? —preguntó con severidad—. ¿Me crees un descerebrado total?
—No estoy diciendo eso, amigo... —respondió con voz calma—. No conoces a Zayn como yo lo hago.
El italiano se cruzó de brazos y con desprecio gesticuló con una mano.
—A ver, háblame de lo que tanto conoces de mi alfa y que yo no.
—Ya déjalo, Damiano... No quiero que la última cena que compartamos lo hagamos así... —dijo con sinceridad—. Siento haber dicho eso de tu alfa, no quiero que te sientas mal...
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Piccolo, el show debe continuar [I]
Romance🏠PRECUELA DE EL CAMINO A CASA🏠 Un omega adolescente llega a Brooklyn desde Italia, buscando cumplir su sueño de convertirse en un bailarín profesional. Sin experiencia y sin dinero se sumerge en una aventura que cambiaría su vida para siempre. Sin...