❃Giocare con il fuoco❃

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Abrió los ojos despacio acostumbrándose a la luz que entraba por la pequeña ventana y se concentró en un punto fijo de la habitación. Lo único que percibía era una respiración pausada y un brazo aprisionando su cintura. Miró sobre su hombro y una cabellera desordenada le hizo cosquillas en la espalda. Presionó los ojos con incredulidad y apoyó la cabeza nuevamente en la almohada.

Damiano había pasado dos días calmando el celo de Zayn y no estaba seguro de que el celo de un alfa durara tanto. Aunque, nada sabía realmente de todo lo referido a los asuntos sexuales. Nunca le había interesado indagar, pero desde hacía dos días, quería saberlo todo. Como saciar correctamente a un alfa, era una de las cosas que le hubiese gustado saber. Sin embargo, no tenía reclamo alguno. Desde que Zayn lo besó por primera vez, descubrió muchas posiciones y las practicaron en lugares, que por supuesto, Damiano no tenía idea de que fueran posibles hacerlas.

Descubrió diferentes maneras de besar y de utilizar la lengua, tan placenteras como exquisitas al paladar. Y algo en particular que lo tenía por completo fascinado, era la manera en la que el alfa le acariciaba la piel. La forma en que lo miraba mientras lo tomaba, como si fuera un tesoro precioso. Y ese punto que Zayn sabía tocar cada vez que lo tenía dentro. Ese bendito punto que lo hizo gritar de placer y de pronto se había preguntado quién estaba saciando a quién. Porque el alfa se había dedicado a consentirlo y darle todo lo que Damiano le pedía.

Le dolían las piernas, la ingle y el culo, pero no había reclamo alguno. Había tenido los mejores dos días de sexo que jamás imaginó, ni siquiera durante la excitación de sus celos. Se preguntó si Zayn podría saciar los suyos también. Le fascinaba la idea, de solo pensarlo se podría humedecer con tanta facilidad. Sobre todo, al recordar el olor del sándalo en la piel del alfa, fuerte, imponente pero protector, su sudor mezclado con el suyo... Virgen Santa, si continuaba recordando necesitaría otra ronda de sexo duro. No obstante, su tarea allí había terminado y se sentía incómodo acostado junto al alfa en una intimidad que no le interesaba tener.

Con cuidado de no despertar al chico de cabello alborotado, tomó el brazo que lo sujetaba y lo quitó despacio. Se sentó en la cama y como lo imaginaba, su parte trasera le pedía piedad y un poco de suavidad. Sonrió con picardía y una vez más, rememoró las exquisitas y fuertes penetraciones del chico que dormía plácidamente en la pequeña cama y que tenían resentido a su culo. Negó con la cabeza sin poder creer que se había metido en la cama de un desconocido que lo trató como si lo conociera desde siempre. A pesar de no entender de estas cuestiones, no pondría en duda que tuvieron mucha piel y eso era lo que ayudó a que los dos disfrutaran tanto y el sexo haya sido excelente.

Podía sentir el olor del alfa aún en su piel, por lo que decidió ducharse antes de marcharse. Ya no podía seguir perdiendo los días, debía inscribirse en la academia de danzas de la que tanto había escuchado. Pertenecía a un alfa adinerado que priorizaba a sus bailarines para brindarles oportunidades de trabajo en espectáculos de Broadway. Esa era su meta y quizá si a ese alfa le agradaba su trabajo, podría contratarlo para obras importantes, aunque sabía que, debido a su edad, tendría que pagar mucho derecho de piso, pero se había dispuesto a perseguir ese sueño y nada ni nadie se lo impediría.

Abrió la puerta despacio cuando terminó de ducharse y Zayn aún dormía, ¿por qué no le extrañaba? Luego del exhaustivo celo que atravesaron juntos, el alfa podría dormir un día entero. Se vistió con rapidez y recogió sus cosas. Se puso la mochila al hombro y quitó el seguro de la puerta.

—¿Te marchas sin despedirte?

La voz aterciopelada del alfa lo hizo apretar el pomo de la puerta y quedar inmóvil en el lugar. Giró hacia él y lo miró por unos segundos, Zayn estaba desnudo, sentado en la cama.

Piccolo, el show debe continuar [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora