❃Occhio per occhio❃

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El sonido de sus tacones resonaba en el pasillo mientras caminaba hacia el salón principal. Aún faltaba un breve tiempo para que las puertas de Le Ciel Sale se abrieran nuevamente, pero primero debía asistir a una reunión de último momento que Zayn había solicitado. Damiano sospechaba que la misma se debía a la masiva concurrencia que había tenido el club en los últimos meses y probablemente su alfa deseaba realizar algunos cambios para beneficiar a la clientela.

Acomodó su corsé negro y dio una profunda bocanada de aire antes de abrir la puerta y entrar al salón. La música de Guns N'Roses, Sweet Child O ́Mine, sonaba a un volumen moderado y Damiano fue incapaz de reprimir una imperceptible sonrisa, ya que esa banda era la preferida de Ian, y probablemente su alfa, como aún solía llamarlo y como lo haría por el resto de su vida, estaba extrañando demasiado a su hermano.

Miró hacia la barra y vio a Victorine bebiendo lo que parecía un refresco; lucía un vestido color rojo furioso, que la hacía imposible de ignorar. Junto a ella, estaba de pie su alfa, y a su lado, el omega rastrero al que Zayn llevaba de un lado para el otro como si fuera su mascota.

Cuando estaba a punto de llegar a la barra, Zayn levantó la vista y comenzó a mirarlo fijamente mientras se acercaba. Damiano conocía muy bien la mirada que le ofrecía su alfa. Lo observaba de arriba hacia abajo con absoluta concentración deteniéndose en las zonas que más le gustaban de su cuerpo, siendo sus muslos su lugar favorito. El omega reprimió una sonrisa, disfrutando de tener la atención de su alfa quien no le quitó la vista hasta que se sentó y agarró la bebida que de inmediato Johnny dejó frente a él.

—Gracias —susurró al barman quien lo observaba embelesado por su belleza. Puso todo de sí para evadir la mirada de Zayn que todavía estaba puesta sobre él—. Si esta es una reunión de trabajo, entonces no entiendo por qué el omega rastrero está aquí —se quejó el italiano.

Victorine volteó hacia él y negando lentamente le respondió:

—No veo por qué siempre tienes que ser tan grosero con él.

—No veo por qué siempre lo defiendes —reprochó con desprecio—, aunque puedo imaginarlo, siempre te gustaron más jóvenes que tú.

La madama no respondió y resopló con molestia volviendo su atención hacia su bebida. Contrariamente, Zayn bajó la mirada y sonrió disimuladamente.

—Está aquí porque está conmigo —explicó el pelinegro concentrado en los papeles que tenía en la mano.

—Oh... Sí, lo olvidaba —respondió Damiano con sarcasmo—. Gran mérito —dijo irónicamente y bebió su trago—. ¿Podemos ir al grano?

El alfa levantó la mirada y la fijó en el italiano.

—¿Tienes prisa? —preguntó burlón—. ¿Acaso hoy también vendrán a verte?

Damiano hizo una mueca con los labios que luego relamió con sensualidad.

—Seguramente, y quiero estar disponible cuando Nassef lo haga —respondió con picardía mientras jugaba con el sorbete de su bebida.

Zayn relamió sus dientes con rabia, pero no dijo nada y fijó la vista otra vez en los papeles, evitando la sonrisa pedante de quien fue su omega.

Nassef había vuelto a Le Ciel Sale, luego de que un largo viaje de trabajo lo mantuviera alejado de la noche londinense durante los últimos meses. El alfa había regresado para cumplir su promesa de convertirse en un cliente frecuente los días viernes y no había sido nada sencillo para Damiano reencontrarse con él. Sin embargo, la rabia y el resentimiento que le daba ver a Zayn tan descaradamente junto a ese omega, como si lo que hubieran vivido no hubiese existido nunca, le provocaba hacer cosas que jamás imaginó posibles llevarlas a cabo.

Piccolo, el show debe continuar [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora