❃Seminare nemici ❃

146 15 50
                                    

Bad to the bone de 2WEI, sonaba a toda potencia dentro del recinto. Ian caminaba delante seguido por Zayn quien sujetaba protectoramente de la cintura a Damiano, este último acompañaba con la cabeza el ritmo de la música.

—Me gusta este lugar, amor —le dijo el omega a Zayn en el oído con un tono elevado de voz.

—A mí también —afirmó, acompañando con un movimiento de cabeza—. Ella ha tenido muy buen gusto con la decoración, sobre todo con los shows. Es lo que atrae a tanta gente —explicó con seguridad y el omega asintió de acuerdo.

Damiano sonrió y se aferró todavía más a la cintura de su alfa. La música del recinto fue disminuyendo debido a que la zona a la cual estaban entrando aparentaba ser un sector VIP. Las luces eran más tenues y había menos personas.

—Debemos reunirnos con la madama —anunció Zayn al hombre de seguridad quien se encontraba de pie delante de dos barrotes dorados con una soga del mismo color que dividían el salón.

—¿Quién la busca?

La voz gruesa del hombre llamó la atención de Damiano que vagaba por todo el club, observando cada detalle de la decoración del mismo, la ubicación de las barras y las diferentes pistas de baile que el sitio poseía. 

El motivo de que estuvieran en Londres, se llamaba Le Ciel Sale, su propio club nocturno, por lo que a Damiano le resultaba imposible comparar el lugar con la decoración de su club, en la que había invertido junto a Zayn, mucho dinero y tiempo. Habían comprado mobiliario de la mejor calidad, al igual que la vajilla, bebidas alcohólicas y el vestuario para los artistas que habían contratado; no escatimaron en gastos. No obstante, esa noche Damiano conocería a Victorine Meurent; estaba ansioso por hacerlo, ya que Ian y Zayn hablaban maravillas de ella. Estos se habían reunido en varias oportunidades con la beta y, según aseguraban, la mujer había sido una figura prestigiosa e importante del show nocturno de Londres y sería la que los ayudaría a impulsar Le Ciel Sale, que abrirá sus puertas en las próximas semanas en el centro de la capital londinense.

—Malik —dijo simplemente Zayn.

El omega observó a su alfa y limpió una pequeña pelusa de la solapa de su traje negro. No pudo evitar dejar un beso en el cuello de su chico.

—Te ves hermoso con ese traje, alfa —dijo en el oído contrario—. No me cansaré de decírtelo.

Zayn volteó la cabeza hacia él con una gran sonrisa. Ian los miró esbozando una sonrisa también, estaba acostumbrado a las demostraciones de afecto de sus amigos, no obstante, disfrutaba de verlos felices.

—¿Te has visto al espejo, tesoro? Tú eres el que se ve precioso —declaró el alfa, quien tampoco había podido quitarle los ojos de encima a su omega. La blusa negra de gasa de una sola manga que este vestía dejaba al descubierto su hombro derecho y parte de su pecho. El pantalón ajustado negro del omega estilizaba aún más sus piernas, le provocaba a Zayn morderlas, dejar en ellas marcas violáceas de sus besos con las que le gustaba adornar la piel de su chico.

Damiano rodó los ojos sonriendo también.

—¡Cuántas flores! —bromeó.

El alfa soltó una carcajada y el omega lo acarició despacio en tanto dejaba un beso en sus labios. Los buenos tiempos perduraban inalterables, sin importar qué tormentas atravesaran; se lo debían al amor tan fuerte que sentían el uno por el otro.

—Buenas noches.

Una delicada y aguda voz femenina llamó la atención de la pareja, incluso la de Ian quien se había alejado para observar el sitio. Damiano y Zayn rompieron el beso para mirarla. El alfa sonrió y el omega se alejó apenas de su chico para observar a la mujer. Era mucho más hermosa de lo que imaginaba. Su figura era infernal, su cintura parecía estar tallada con extrema delicadeza, al igual que sus esbeltas piernas. El rostro de la beta era simplemente hermoso, de facciones suaves y estilizadas. Sus ojos eran de un color azul marino que, con su cabello colorado, casi anaranjado, hacían una combinación perfecta para robarle el aliento a cualquiera. Lucía un ajustado vestido rojo de lentejuelas y una boa de plumas negras. Damiano estaba seguro de que la mujer tenía entre treinta o treinta y cinco años.

Piccolo, el show debe continuar [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora