Piccolo, el show debe continuar [I]

❃Positano❃

La piel de Zayn era tan suave que incitaba a besarlo incansablemente. El aroma suave del sándalo habitaba en cada uno de sus poros y Damiano no se sentía capaz de alejar los labios de aquella preciosa dermis.

Los rayos del sol entraban por el gran ventanal resaltando la luminosa decoración blanca, haciendo que el lugar se convirtiera en uno de ensueño. La suave brisa matutina mecía las cortinas logrando llenar la habitación con aroma a mar.

Los dedos del alfa comenzaron a recorrer la cintura del omega mientras este continuaba besando su pecho.

—Buen día, tesoro.

Damiano escuchó la voz encantadora de Zayn, tan suave como siempre; la misma que le hacía perder la razón. Levantó la vista y lo observó por unos instantes. Los párpados de su alfa estaban hinchados por haber dormido placenteramente toda la noche y sus mejillas lucían un color rosado gracias a la luz del sol.

—Buen día, amor —respondió al fin. Se acercó a sus labios y lo besó despacio. Llevaba mucho tiempo despertando junto a Zayn, sin embargo, no había algo que le gustara más que besarlo en cuanto este despertaba. Sintió la sonrisa de su chico en medio del beso y debió abrir los ojos y alejarse apenas para apreciarla correctamente—. Sei bellissimo, mio prezioso alfa —dijo con devoción y lo besó otra vez. Percibía como su corazón se aceleraba a medida que el beso comenzaba a volverse más íntimo y comprometedor.

Sus pieles desnudas empezaron a tomar una temperatura más elevada a medida que las caricias se atrevían a llegar a zonas que exigían ser atendidas con prisa. Los rayos del sol cobijando su lecho colaboraban para que el calor se continuara acentuando y pequeñas gotas de sudor comenzaran a deslizarse por sus cuerpos.

Damiano gimió en el momento que Zayn acarició con su lengua la marca que descansaba en su cuello y enseguida se sentó en la cama y acomodó el cuerpo del omega a horcajadas de él mientras continuaba lamiendo su cuello. El sándalo comenzó a levantarse impetuoso en la habitación, llenando el lugar de su aroma, reclamando al omega que le pertenecía, al que amaba más que a su propia vida. Las feromonas del alfa se volvieron posesivas; había pertenencia en ellas. Zayn sujetó con firmeza al omega de la cintura y clavó los dientes en su cuello. Tomó su miembro y lo penetró despacio en tanto Damiano aferraba sus manos a los hombros del alfa.

—Amor, amor... —dijo el omega con la coherencia que logró reunir. Era un dolor tan placentero que llegaba a nublar su razón.

Damiano tenía el cuello extendido dándole a su alfa todo el lugar necesario para que este hiciera con él lo que deseara. Cada vez que Zayn reabría la marca, su lazo parecía fortalecerse cada vez más y Damiano no creía que eso fuera posible; moriría de amor si tal cosa sucediera. No había más lugar en su alma, la misma estaba por completo colmada de su alfa. 

—Omega... —dijo Zayn entre un jadeo de placer mientras limpiaba la sangre de Damiano que brotaba de la herida—. Il mio bellissimo omega...

Damiano sintió desespero en su corazón, deseaba más, mucho más del alfa. Le agarró los cabellos a Zayn y los haló con fuerza inclinando hacia atrás la cabeza de este en tanto comenzaba a moverse más fuerte tomando el control. Zayn gimió ante la impronta de su omega. Sus movimientos eran placenteros, provocando que el alfa pudiera llegar más dentro de él. El italiano percibió hambre en la mirada contraria y no dudó en responder con su cuerpo, moviéndose más fuerte y rápido.

Damiano gritó de placer al sentir que el alfa había llegado a ese dulce punto que lo hacía delirar de goce. De pronto la mano de Zayn se aferró a su cuello apretando con fuerza y el omega respondió halando aún con más fuerza el cabello de este. Sintió los dedos de Zayn pellizcando la piel de su cintura en tanto este gemía de puro gusto. Al omega le encantaba escuchar a su alfa disfrutar de las atenciones que le regalaba, le provocaba moverse más ligero, acariciando salvajemente una y otra vez su próstata que lo hacía vibrar ante las sensaciones que se generaban allí.