Piccolo, el show debe continuar [I]

❃Indietro nel tempo❃

Damiano abrió los ojos con dificultad  y trató de enfocar la mirada en cuanto se dio cuenta de que no estaban en el piso de Zayn. Levantó la mano para refregarse los ojos, pero la molestia en su muñeca le llamó la atención; una vía de suero estaba conectada a su cuerpo y su mirada no se demoró en seguir la trayectoria del mismo, encontrándose con una bolsa transparente y junto a ella otra bolsa colectora, pero con sangre. Sintió confusión, la misma que se dispersó de inmediato al no percibir ningún tipo de dolor, luego del tortuoso celo que tuvo. Ni siquiera pudo recordar con claridad el momento en que se desvaneció en brazos de Zayn. Sin embargo, podía percibir aún el suave aroma de su omega.

—¿Alfa...? —murmuró con temor, sin embargo, la respuesta a su interrogante no se demoró en llegar, en el momento que la puerta de la habitación se abrió y descubrió a una mujer con bata blanca y detrás de ella, su alfa.

Damiano de inmediato divisó la pequeña gasa en el antebrazo de Zayn y no pudo evitar regresar la mirada hacia la bolsa de sangre.

—Buenas noches, Damiano —anunció la doctora—. ¿Cómo te sientes? —preguntó de inmediato al tomar la carpeta con los apuntes de las enfermeras.

—Creo que bien... —dijo dubitativo observando a Zayn—. No me duele nada.

Su alfa permaneció a los pies de la cama; este tenía la cabeza gacha, solo había cruzado miradas con él en el momento que cruzó la puerta. Damiano podía percibir la dureza en sus facciones y se preguntó si algo andaba mal con su salud.

—¿Todo está bien? —preguntó a Zayn, pero este no se movió ni un ápice.

La mujer levantó la vista de los papeles y sonrió amablemente.

—Creemos que a partir de ahora estarás bien.

—¿A partir de ahora? —cuestionó confundido—. ¿Zayn? —llamó nuevamente a su alfa, quien esta vez lo miró fijo. A pesar de la distancia que los separaba, Damiano logró reconocer el desprecio en su mirada. Tragó saliva y esperó lo peor, una vez más.

—Te explicaré a ti también —avisó la doctora—. Debido a la interrupción del embarazo, tu omega contrajo tu útero para evitar que pudieran extraer al bebé. —Damiano miró a su alfa quien lo miraba presionando los dientes y bajó la mirada cuando no pudo contra el dominio en esas avellanas—. Al extraerlo de todas maneras, han lastimado tu útero que, todos estos meses, continuó contraído debido a tu lobo. Como una especie de trauma, por decirlo de alguna manera.

La doctora hablaba como si la situación fuese casual, algo cotidiano. Sin embargo, Damiano sentía que su mundo se derrumbaba una vez más. Esa mujer estaba reabriendo la herida de su alfa, la que quizá, jamás sanaría.

—Esa es la razón por la que tu lobo ha estado retraído todos estos meses... ¿Cuándo notaste a tu omega nuevamente?

Damiano tragó saliva y frunció un poco el entrecejo ante la pregunta. La situación en la que se encontraba en esos momentos le causaba dolor e incomodidad.

—Desde que mi alfa se acercó a mí otra vez —dijo con la cabeza gacha.

Zayn mordió su mejilla interna lleno de frustración y dio un paso hacia atrás. No le interesaba la molestia en su brazo por haberle dado sangre a su omega, el dolor en su corazón era todavía más desagradable. El lugar en el que se encontraba, le provocó preguntarse ¿cómo serían sus vidas si Damiano no hubiera tomado esa decisión? Probablemente a esa altura ya tendría a su bebé en sus brazos, disfrutando su calor, su suave aroma y delicados sonidos.

—Uhm... Ya veo... Puro instinto animal —musitó la mujer con la mirada atenta a sus apuntes—. Bien —habló en cuanto levantó la vista—. Te hemos hecho una transfusión de sangre, debido a que has perdido mucha al llegar al hospital. También te suministramos un analgésico, antibióticos y un tratamiento hormonal para corregir el daño en tu útero. Estarás bien, Damiano —aseguró con una sonrisa—. Tu alfa tiene todas las recetas y las recomendaciones para la toma de los supresores nuevos, ya que también creemos que los que tomabas no ayudaban con tu anterior condición.