𝐈 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐤 𝐈 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐲𝐨𝐮

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—Si le das en la cabeza yo me encargaré de la limpieza por una semana completa —me insistió Anakin, quien se esforzaba para que hiciera algo, cualquier cosa, en contra de Watto

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—Si le das en la cabeza yo me encargaré de la limpieza por una semana completa —me insistió Anakin, quien se esforzaba para que hiciera algo, cualquier cosa, en contra de Watto. Yo lo haría de no ser porque sería como cavar mi propia tumba. Levanté mi mano izquierda y apunté con tres dedos a una piedra pequeña en el suelo. —Una más grande, esa le hará cosquillas.

—Podría matarlo, Ani.

—Exacto, esa es la idea, ángel —recogió una piedra bastante más grande y la puso en mis manos, dejando caer la anterior. Esta levitó un par de segundos dentro de una bruma incolora antes de saltar a la cabeza lejana de Watto. —Ahora una más grande.

Le miré incrédula. —¿Acaso estás loco? —hice un gesto hacia nuestro jefe, dueño o quien diablos sea de nosotros. Puso los ojos en blanco. Watto había estado al borde perder el conocimiento por el golpe. —No quiero tener su sangre en mis manos.

Ni la de nadie.

Watto nos hacía trabajar para él día y noche, a veces debíamos quedarnos durante la madrugada para arreglar motores de naves que compraba ilegalmente. En Tatooine no existe la ley y aunque lo hiciera, de igual manera pasarían por encima de esta.

Yo no lo odiaba, me molestaba todo su miserable ser, pero no gastaría mi odio para alguien insignificante como él. Le aventaba cosas y fingía no saber de donde venían, pero no sería capaz de sobrepasar el límite de la leve tortura. Por su parte, Anakin dejó de temerle hace un tiempo, desde allí, se ha empeñado en hacer su vida un martirio desde las sombras.

—Lástima, en las mías sí —trató de levantar una roca y no lo logró, puse mi pie sobre esta. —¿Por qué eres tan correcta, Kaia?

—No soy correcta, solo evito nuestra muerte. Piensa en tu madre, ¿que pasaría con ella si mueres? —. Shmi quedaría destrozada.

Dejó de intentar levantar la roca y se sacudió las manos en su pantalón, impregnando este se una mezcla de tierra y arena. —Pero tú no dejarías que muera, ¿verdad, ángel?

—No podría evitarlo si buscas problemas cada vez que alguien no te simpatiza, las personas no tienen porqué ser del agrado del resto, Ani. La galaxia estaría inmersa en la muerte si fuera así —di un golpe en su hombro y entré a la tienda en silencio, el lugar estaba vacío, como siempre.

Me senté en el mostrador, no sin antes quitar el polvo con la manga de mi ropa. Debía limpiar esto con urgencia, pero no siento el ánimo hoy. Nunca tengo ánimo realmente.

—¡Finge limpiar! —oí a Anakin desde el exterior, tomé un trapo y me escondí detrás del mostrador. Si Watto me encontraba le diría que estaba limpiando y rezaré para que lo crea. Es tonto, lo hará.

Escuché un zumbido que me alertó y me agaché más, para no ser percibida.

—Esclava, tienes trabajo que hacer ¿dónde estás? —suspiré y salí de mi escondite. Me quitó el trapo de las manos y se lo lanzó a Anakin. —Tú sigue limpiando —le exigió. —Quiero que vayas a buscar arena, no mucha, pero la necesito urgente.

—¿No sirve la que hay aquí? —miré de reojo al suelo impregnado en arena. Negó exhausto.

—Tiene que ser arena de las dunas, no hagas preguntas —me tiró de los hombros hasta la puerta. Al salir me lanzó un saco de tela.

Me giré rendida y sin hacer reclamos caminé bajo el fuerte sol hasta llegar a las dunas más lejanas que habían, o las que conocía. Estas dunas eran mi lugar preciado y dónde solía jugar con Shmi cuando teníamos tiempo y Watto no nos molestaba.

Dejé pasar varios minutos demás para emprender mi camino de vuelta a la tienda. Sacudí mi ropa en el camino, pues la última vez que tiré arena al suelo no vi la luz de los soles por varios días. Me acerqué a paso lento y bajé mi vista para entrar, no deseaba verlo.

Un gran cuerpo chocó contra el mío, dónde claramente la que sufrió las consecuencias fui yo. Acabé sentada en el suelo con más arena en los pantalones que antes, pero por suerte al saco de arena no se sucedió nada. —Fíjese por donde camina.

—Lo siento jovencita, lamento no haberla visto —me tendió su mano, pero solo la miré y me levanté sola. Las personas de aquí siempre hacen cosas a cambio de otras y nadie puede permitirse confiar.

—Yo puedo sola —mi tono de voz salió enfadadísimo, cosa de la que me arrepentí. —Disculpe, señor. No quise ser grosera.

Sacudí mi cabello con mi mano libre y pude ver en primer plano su larga cabellera y la ropa anticuada que cargaba. Debía ser extranjero.

Detrás de él había una criatura algo extraña la cual no comprendí a qué especie se trataba y un robot pequeño. Ambos salieron en silencio y evitando a toda costa hablar, aunque dudo que el robot hable.

Quien captó mi atención por completo fue la niña de cabello castaño y mirada brillante asomada detrás del hombre. Sentí un leve cosquilleo en mi estómago al cruzar miradas con ella. Era sin duda preciosa. —Nos agradaría tener una conversación contigo, pero debemos irnos. Por cierto, mi nombre es Padmé, ¿y el tuyo?

—Kaia... —me miró expectante en espera de seguir con mi apellido. Levanté mis hombros. —Solo Kaia, no tengo apellido.

Mi única familia eran Anakin y Shmi. Fui dejada en el planeta tras nacer y supongo que fue para evitarles una carga demás a mis padres, no tengo ni una sola versión, más que las palabras de Shmi. El destino me trajo aquí.

—¿Usted... es? —pregunté mirando al hombre.

—Mi nombre no es importante en este momento, Kaia —evitó el contacto visual. Con el tiempo aprendo que si una persona evita la mirada de la otra persona, es porque algo oculta. —Debemos irnos —murmuró hacia Padmé.

Le interrumpí por curiosidad. —Su rostro se me hace conocido, ¿ha estado en Tatooine antes?

Podría jurar que había oído esa voz antes y había visto de igual manera esas prendas tan extrañas. Incluso su presencia me es familiar, como si no fuera la primera vez que hablamos o estamos en un mismo lugar.

—Desde luego que no.

Me quedé estática al verlos irse tan rápido como grano de arena en las dunas. No le dí atención y entré para dejar el saco sobre el mostrador. Junto a Anakin; se encontraba sentado con la mirada perdida. —¿Te pasa algo? —no recibí respuesta, pasé mi mano frente a sus ojos. —Ani... —nada. —Skywito.

Me miró de inmediato.

—Creo que es un jedi —exclamó con emoción. —Me parece mucho haber visto que cargaba un sable de luz, de esos que solo tienen los jedi.

—Claro... ¿por qué no le preguntaste?

¡Oh por Dios, eres un jedi! ¿De verdad, ángel? —me miró burlón. —Que vergüenza, mejor me quedo con la duda.

—Yo que tú, le preguntaba.

—¿Y si me mataba? —inquirió exaltado. —La gente no es buena por estos lados.

Nah, no tiene pinta de ser un asesino —pasé por su lado dejando apenas rastros de arena. Sentí su pesada y enojada mirada sobre mí. —Tú dijiste que te encargarías de la limpieza ¿recuerdas?


 —Tú dijiste que te encargarías de la limpieza ¿recuerdas?

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𝐓𝐀𝐓𝐎𝐎𝐈𝐍𝐄 ᴬᶰᵃᵏᶤᶰ ˢᵏʸʷᵃˡᵏᵉʳ ᶠᶤᶜˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora