𝐏𝐢𝐧𝐤𝐲 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐞, 𝐎𝐛𝐢 𝐖𝐚𝐧

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—Creo que hablas dormido, si, estoy segura —me quería creer a mi misma, me estaba obligando a hacerlo aunque fuera imposible

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—Creo que hablas dormido, si, estoy segura —me quería creer a mi misma, me estaba obligando a hacerlo aunque fuera imposible.

—Debe ser, a veces tengo pesadillas... —me lo había contado un rato atrás. Mi mente se sentía tan confusa que necesitaba salir a caminar un rato, mi cabeza amaría hacerlo. —¿A dónde vas?

Levanté ambos hombros.

—¿Puedo ir contigo? —insistió a pesar de que negué y negué muchas veces. No me quejé mucho, después de todo no conocía este lugar y podía perderme.

Lo que menos quería era perderme aquí o después de horas, me encontrarían llorando en una esquina.

Nuestra charla se basó en historias del pasado y todas las veces en las que Anakin trató de escapar a Tatooine para sacarnos a Shmi y a mí de ese lugar; todas las veces lo encontraron, aunque unos solo le regañaban como Obi Wan, otros amenazaban con sacarlo del templo. El tal Mace Windu se ganó mi odio y ni siquiera lo conozco.

—Ángel, ¿cómo fue tu vida con mi madre luego de que me fui? —tomó mi mano con delicadeza y besó el dorso de esta. El calor subió a mis mejillas.

Irónico luego de lo que pasó.

—Fue tal cual como antes, Watto nos mandaba a hacer sus mandados, yo debía limpiar la tienda mientras Shmi atendía o viceversa. Eso por un corto tiempo hasta que Watto decidió... ya sabes... hacer eso —hice comillas con mis dedos y él supo a lo que me refería; al cómo Watto vendió a Shmi al señor Lars. —No volví a verla, ni a ella ni a Beru; supe que se casó por obligación y luego se enamoró o una cosa así.

Su corazón se apretó y sentí su dolor como si fuera mío.

Sus ojos se tornaron en un dorado brillante por unos segundos, pero al chocar su mirada con la mía, volvieron a ser azules. —¿Por qué pasa eso? —ladeó su cabeza con confusión. —Tus ojos fueron dorados.

—No lo sé...

—Dime la verdad.

—No puedo decírtela, temo que si lo hago, no me veas con los mismos ojos con los que me ves ahora —acercó su labios a los míos y se abstuvo de acercarse demás, se alejó unos centímetros y su respiración chocó con mi rostro. >>Confía en mí<< —Confío en ti, Ángel. En quien no confío es en mí.

Levanté mi mano y enredé su trenza entre mis dedos.

—¿Por qué no confías en ti? —quizá podría usar mi poder en él y fácilmente me diría la verdad, pero no quería, no quería romper la confianza que estábamos recobrando. —Ani.

—Temo pasarme al lado oscuro.

Pegué un salto al oír una tos fingida detrás de nosotros. Junto a un pilar estaba Obi Wan, con los brazos cruzados y una mirada de inconformidad. ¿Nos habrá oído? No lo creo.

Se acercó y pidió que le siguiéramos hasta un lugar alejado.

No nos había oído.

—Quería pedirles una cosa, a ambos —tomó asiento en uno de los asientos que allí estaban, el lugar parecía una sala de reuniones. —Anakin ya lo sabía, pero tú no, Kaia.

—¿Realmente quieres pedirme algo a mí, Obi? —ups, se me salió. Él rodó sus ojos y Anakin soltó una risa ronca que me derritió por completo. —Disculpa.

—Supongo que debo acostumbrarme —mis ojos se abrieron demás con sorpresa. —Quiero que nos acompañes a cuidar a la senadora Amidala, supongo que recuerdas a Padmé ¿no?

Asentí eufórica. Santos cielos, vería a Padmé, a esa chica que recordaba en todo momento y era extraño, dos personas rondaban mi mente mientras seguía en Tatooine, la primera era Ani y la segunda era Padmé. Ella era muy especial y me emociona verla nuevamente.

—Partiremos a primera hora hacia Naboo, ustedes deberán velar por su cuidado durante su estadía allí —asentí una vez más y juguetee con mis dedos emocionada.

—¡Extraño tanto a Padmé!

—Debe estar muy cambiada —comentó Anakin a mi lado. —¿Por qué hay que cuidarla?

—Hay quienes la quieren ver caer, es todo lo que puedo comunicarte por ahora.

Aquí hay gato encerrado.


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—He visto extraño a mi padawan y quería preguntarte si tú lo has notado también, lo conoces mucho mejor que yo y sé que sabes todo lo que ocurre con él —Obi Wan llegó a mi lado, haciéndome saltar por segunda vez en el día. Este hombre sin duda no sabe como llegar discretamente a los lugares. Mi corazón se saldrá de mi pecho si hace esto una vez más.

—¿Por qué debería saberlo? —alcé una ceja.

—Su conexión es muy fuerte y el maestro Qui Gon me habló de ti, sé que hay algo que te hace importante y no alcanzó a decírmelo, pero comprendo a simple vista que hay algo que los une en la fuerza. Entonces, ¿sabes lo que ocurre con él? —negué por dos cosas, uno, no lo sabía y dos, por qué le diría lo que Anakin me confió.

No podía decirle lo de los moradores.

—¿Qué sucedió con los moradores?

—Mierda...

—No seas grosera, Kaia. Este lugar está lleno de caballeros jedi y dudo mucho que les haga gracia escucharte diciendo groserías —cruzó sus brazos como siempre. —Temo mucho que Anakin se vaya al lado oscuro en algún momento, él siente demasiado las cosas y tiene un temperamento bastante fuerte como para ser un jedi.

Anakin siempre había tenido un temperamento fuerte, pero eso no quiere decir que sea malvado.

—Él no se pasará al lado oscuro, Obi. Yo no sé lo que Anakin piense, no entro a su mente ni veo lo que quiere hacer, se me hace una falta de respeto y dudo que él quiera verme revoloteando en su mente, pero le prometo que no piensa nada malo —levanté mi dedo meñique y Obi Wan me miró confundido. —Es pinky promise, una promesa que aprendí en... pues ya qué, solo una promesa y ya. Sólo levante su dedo meñique.

Cerré la promesa.

No debí haberlo hecho.


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𝐓𝐀𝐓𝐎𝐎𝐈𝐍𝐄 ᴬᶰᵃᵏᶤᶰ ˢᵏʸʷᵃˡᵏᵉʳ ᶠᶤᶜˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora