𝐓𝐀𝐓𝐎𝐎𝐈𝐍𝐄 ᴬᶰᵃᵏᶤᶰ ˢᵏʸʷᵃˡᵏᵉʳ ᶠᶤᶜˑ

¿𝐏𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐞? ¡𝐘𝐞𝐬!

Regresar a casa fue extraño.

—¿Sucede algo, angel? puedes decírmelo —negué ante la repentina pregunta de Anakin, él no soltaba mi mano debido a mis llorosos ojos. Me había roto al salir del estadio y seguía sin lograr unir mis piezas. —Vamos, confía en mí.

—No se trata de eso, Ani —mi tono salió mucho más brusco del que debió haber salido y me arrepentí al ver cómo bajó su cabeza. —Discúlpame, me siento un poco ansiosa por la competencia aún.

—Ya gané, no hay de qué preocuparse —su agarre se apretó y yo quería llorar, tenía muchas emociones dentro de mí. Era como si tuviera a dos personas dentro de mi cabeza, mientras una decía que el irse de Tatooine era una gran oportunidad para Anakin, la otra persona lloraba por tener que alejarse de Ani.

Sin duda lo mejor para él sería alejarse de este basurero y explorar la galaxia.

Al llegar a casa corrí a la habitación y me senté junto a 3PO mientras sufría en silencio por ver a mi Ani irse lejos. Quizá ya no volvería a verlo nunca más y esa era, para mi lamento, mi teoría más realista. Se convertiría en Jedi y los Jedi no tienen vínculos, él se verá obligado a separarse de Shmi gracias al código.

Aferrarse al código Jedi debía ser primordial para Anakin de hoy en adelante.

Quisiera yo poder salir algún día de aquí, poder ser libre junto a Shmi y tener la vida que nos prometimos tener, ella se merece ser feliz luego de todo el mal que ha pasado. Se desvivió mentalmente para tener algo que darle a Anakin y para empeorar, tuvo que hacerse cargo de una desconocida que por poco y le tiraron para que ella debiera cuidar.

—Qui Gon me lo dijo —me exalté al oír la voz de Ani entrando a la habitación. —¿Lo sabías, verdad? ¿sabías que si ganaba la carrera dejaría de ser esclavo?

—No debía saberlo se supone, pero me colé tras las gradas y escuché a Qui Gon hablando con Watto sobre eso —se sentó a mi lado con pesadez. —El jedi te cuidará, él y su padawan.

—¿Su padawan?

—Un tipo al que le enseña cosas de jedi, un tal Obi Wan Kenobi —tomé su mano para entrelazar sus dedos con los míos, una última vez. —Quizá sea él tu maestro, honestamente veo a Qui Gon ya un poco viejo para enseñar.

Logré mi cometido, deseaba hacerlo reír. —Qui Gon no está viejo, angel.

—Ajá sí, seguro ya le deben tronar las rodillas, Ani —removió mi cabello entre carcajadas, que me alejaban de un corazón roto. —Quiero que me prometas una sola cosa —asintió dejando de tocar mi cabello, bajó su mano hasta mi mejilla. —Aunque tengas toda la fuerza de la galaxia a tu favor, jamás dejarás de ser Ani ¿está bien?

—Nunca voy a dejar de ser quien soy, aunque tenga toda la fuerza de la galaxia —deshizo el agarre de su otra mano y me apegó a su cuerpo, decidí apretar su cuerpo al mío con fuerza, como si de abrazarlo dependiera mi vida. —Te lo prometo, angel.