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—¿Kaia? ¿Anakin? —preguntó Beru, con la mandíbula pegada al suelo ante la sorpresa de vernos ambos una vez más, sentía en ella lo que creía; pensaba que yo había muerto y que Ani nunca regresaría

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—¿Kaia? ¿Anakin? —preguntó Beru, con la mandíbula pegada al suelo ante la sorpresa de vernos ambos una vez más, sentía en ella lo que creía; pensaba que yo había muerto y que Ani nunca regresaría. —¿Qué hacen aquí?

—No te emociones, Beru. Venimos por mi madre, ¿ella está aquí? —soltó Anakin entrando como Pedro por su casa, debe ser cosa de los Jedi el no tocar puertas. 

Un hombre canoso salió de una habitación, jugueteando con sus dedos e irradiaba intranquilidad. —Ella no está aquí, Anakin. Lo siento mucho.

—¿Qué demonios es lo que sientes? —se acercó amenazante. —¡¿Sientes el haberla comprado como su fuera un maldito objeto?! —tomó su túnica y yo interferí tocando la cabeza de Anakin, con lo cual bajó su ira (al menos un poco, porque sin duda era demasiada). —¿Dónde está ella?

Soltó al hombre, pero bajó una de sus manos y vi como tomaba su sable de luz con cuidado de no ser visto. Quité el sable de su mano y lo escondí en mi ropa. "Sin peleas a muerte, Anakin"

Él tiene a mi madre.

No la tiene, no la siento aquí, pero está cerca.

—¿Que hacen? —preguntó un chico de la edad de Beru, saliendo de la misma habitación de la cual salió el hombre canoso. Tomó la mano de Beru y yo desvié mi mirada hacia ellos sin pensar.

—Hacen cosa de jedis, se comunican con la mente.

—¡¿Jedis en nuestra casa?! —reí levemente al verlo acomodarse la ropa y el peinado, pero reí más cuando vi a Beru darle un manotazo en la nuca. —Nunca había visto jedis en persona, lamento que hayan visto mi emoción.

"No soy jedi, pero él si" hablé en su mente mientras apuntaba a Ani, pero el chico en lugar de bajarle a la emoción, puso sus manos sobre su boca para no gritar.

—¡Entraste a mi mente! ¡Si eres un jedi! —recibió otro manotazo. "Te dijo que no, porfiado. Sólo es un poder que ella tiene, pero no porque sea jedi" alegó Beru en su oreja, pero de igual manera todos escuchamos.

—Lo que nos compete aquí es dónde está mi madre, no tu emoción por mi chica —tomó mi mano y me pegó a su cuerpo, por poco estaba que me metía bajo su túnica para esconderme. —Lars, dime dónde está —el hombre tomó un bastón y se encaminó hasta la salida de la casa, de dónde nos hizo un gesto para salir con él y fue lo que hicimos. Ani sin soltarme, por supuesto.

Podría romperme si quisiera y no me alejaría de su lado.

Me solté de su agarre y bajo su intenta mirada caminé un poco para darles espacio de conversar, quizá era tema de ellos y yo no- —¡Ven aquí, Ángel! —corrí de inmediato a su lado. —Ahora hablanos sobre el paradero de mi madre.

—¿Qué tal si comenzamos desde el principio? —no si vamos a comenzar del final, rodó los ojos Anakin. Asintió. —Shmi nunca fue desdichada a mi lado, Anakin. Ella fue recibida como una reina y así fue tratada hasta el final —un momento, ¿cómo que hasta el final? Sentí el agarre en mi mano volverse más duro. —No se alteren, por favor. Déjenme acabar de contarles la historia.

Supongo que lo decía por montón de rocas que se elevaban del suelo.

—Prosigue —dijo Anakin con un tono pesado y voz ronca.

—Ella llegó aquí para ayudarme a cuidar de mi hijo, para nada más. No iba a explotarla y aprovecharme de ella —negaba continuamente. —Luego fue inevitable para mi no enamorarme de ella porque era una mujer muy buena y cualquiera se enamoraría de ella. Nos casamos y seguimos con nuestra vida, pero jamás de olvidó de ustedes, siempre me hablaba de sus niños y ahora que los conozco sé porque los amaba tanto. Sé que bajo esa coraza dura que muestran, son muy buenos niños —puso su mano derecha en el hombro de Anakin. —Vivimos muchos años felices hasta que un día ella salió a buscar hongos y desde allí que no sé nada de ella.

Sentí el agarre apretarse más en mi mano.

El hombre continuó. —Sabemos que fueron los moradores de las arenas quienes se la llevaron, pero no sé dónde.

—¿Acaso no buscaste a la mujer que según tu tanto amabas?

—La busqué sin parar, chicos. Se los juro —soltó el hombro de Ani y bajó la mirada. Levantó su propio pantalón, dejándo a la vista la prótesis de madera que llevaba. —Perdí una pierna en una de sus búsquedas junto a mi equipo y no lo lamento para nada, porque fue por ella. Y el mayor dolor para mí es no encontrarla —concluyó. —Aunque perdí a todos mis hombres porque los moradores son increíblemente violentos.

—Pero no más que yo —concluyó por su parte Anakin. —Iré por ella entonces.

—¿Cómo? —preguntó confundido Cliegg.

—Lo que dije, iré a buscar a mi madre dónde los moradores y no te estreses en perder la otra pierna, iré solo —estiré el sable en mi mano y él lo tomo con cuidado para dejarlo atado a su cinturón. —Volveré pronto, Angel. Ve a la nave y quédate con Obi Wan, él te protegerá mientras regreso.

No necesito que me protejan, puedo hacerlo sola.

—Lo sé, pero este lugar es rudo y pueden aparecer más moradores. Ve a la nave y quédate allí hasta que vuelva, usa mi ropa y mis armas, pero mantente a salvo, Ángel —dejó un pequeño beso en mis labios y sentí una pequeña lágrima suya caer a mi rostro. —Te quiero mucho.

—Yo a ti, Ani —dejó otro casto beso y caminó hacia la nave, esa que él había traído, no la de Obi, ya que esa era otra. —Adios, Anakin...

Adios, amor.

Lo vi irse y mi corazón quedó solo una vez más, pero sabía que ahora lo tenia para mi. Le di una pequeña sonrisa a Cliegg y regresé a la nave de Obi Wan arrastrando los pies en la arena. —Él se fue, Obi. Fue a buscar a Shmi.

—Lo sé, pequeña.


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