𝐔𝐧𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐭𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 𝐥𝐨𝐯𝐞

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Era incómodo para mí estar en un lugar pequeño y lleno de criaturas que se comportan extraño, pero lo es más estar en un lugar a centímetros de Anakin mientras él charla con Padmé

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Era incómodo para mí estar en un lugar pequeño y lleno de criaturas que se comportan extraño, pero lo es más estar en un lugar a centímetros de Anakin mientras él charla con Padmé. Sé que ya no está molesto conmigo, pero hay una pequeña chispa que no acabo de comprender.

Tal vez él debería estar con alguien como Padmé, que es una senadora muy bella a la que todo le sale bien. Al contrario estoy yo, un granito de arena en una galaxia muy grande. No soy hermosa como ella, no tengo un gran trabajo y tampoco tengo una familia que vele por mí como Padmé, que tiene una hermana y un padre preocupados por ella.

Mientras salíamos, Padmé nos habló un poco de su pequeña familia, compuesta por su padre y Sola, también tenía a personas a su alrededor que la quieren tanto como a una hija; debe ser porque en algún momento fue la reina. No quería compararme con ella, pero era complicado no hacerlo.

—Entonces... ¿ustedes tienen algo? —preguntó la senadora, subiendo y bajando sus cejas junto a una gran sonrisa burlona. Quería alivianar el ambiente. —Tengo entendido que los jedi tienen un código que no les permite amar. Son rebeldes, me encanta eso.

—Nosotros no tenemos nada —susurré para mi misma, pero Anakin me pateó bajo la mesa. —Digo, es complicado describirlo. Vivimos juntos y eramos como hermanos.

Los hermanos no hacen lo que hacemos nosotros.

Silencio, Anakin.

—Tenemos prohibido el apego y la posesión, pero mi definición de amor incondicional es otra, se basa en la compasión —pensé que me pasaría por alto, pero estiró su brazo hacia mí y tomó mi mano con cuidado. —Es esencial en la vida de un jedi y es lo que nos alienta a amar. Un poco contradictorio con el código creo.

Soy ciega, no veo.

—Admiro mucho lo que tienen, es tan romántico —Padmé suspiró y yo me abstuve a decir cualquier cosa. —Estamos en tiempos difíciles, pero me hace feliz que se hagan un tiempo para querer al otro, es lo romántico. ¿Llevan mucho tiempo juntos?

—No realmente- —Anakin me dio otra patada por debajo de la mesa.

—Desde que nos reencontramos en Tatooine —sonrió en grande, apretando más mi mano bajo la suya, fue inevitable no darme cuenta de la gran diferencia de tamaños. Mis mejillas se enrojecieron.

—¡Eso lo hace más romántico todavía!

Tosí un poco. —De hecho cuando nos reencontramos, Ani no me reconoció y trató de ahorcarme —comenté recordando el momento. Anakin me pateó una vez más. —¡Deja de patearme!

—¡Tu deja de acusarme! —se carcajeó.

—Han cambiado tanto, pero a la vez siguen igual a como los conocí —sentí la mirada melancólica de Padmé. —Es increíble como ha pasado el tiempo.

Habla como si fuera toda una señora.

Y me encanta.

Y me encanta

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—¿No somos nosotros los encargados de la seguridad, senadora? —Anakin alzó la voz por sobre la mía que preguntaba lo mismo. Me abstuve a observar todo a mi alrededor, estaba maravillada.

—Conozco este lugar cómo la palma de mi mano, y me parece prudente aprovechar mis conocimientos en este caso —respondió una molesta Padmé. —¿Le molesta, señor Skywalker?

—Lo siento, my lady. No quería poner en duda sus conocimientos —su tono de voz era pesado, como si quisiera ponerse a pelear con Padmé. Una electricidad recorrió mi cuerpo al recordar los sueños que he tenido últimamente. Lo bueno es que allí se quedan, en simples sueños.

Nada más.

Nadie haría que Anakin se pasara al lado oscuro y se volviera aquél monstruo que se mete a mis sueños. Sólo somos yo y mi gran imaginación creativa. —Ángel... ángel... ¿estás bien? estás muy helada.

—¿Estas bien, Kaia? —oí la voz de Padmé a mi lado, ella había tomado mis manos mientras Anakin cubría mis hombros con preocupación.

Mierda, mis manos sudaban frío y había tenido la mirada perdida. Asentí. —Fue una descompensación , no se preocupen —. No me hicieron caso, ahora estaba sentada en el sillón con un par de personas tirándome aire mientras me daban una mezcla extraña de frutas frescas. Quizá debería sentirme así de mal más seguido y así me tratarán como reina.

—¿Te sientes mejor, ángel? —Anakin se sentó a mi lado. —Nos has preocupado mucho.

—Estoy bien, bueno, no del todo, pero me siento mejor —recorrí su mejilla tibia con mis dedos, era tan suave como un cristal recién pulido. —¿Recuerdas lo que hablamos antes de salir? eso del canciller y...

—Kaia, no quiero pelear.

—Hablo en serio, he tenido unos sueños muy extraños y solo quiero que me prometas que pensarás todo tres veces antes de actuar, ¿de acuerdo? —asintió cabizbajo. —Te quiero mucho, ¿lo sabías?

Sonrió y se estiró para dejar un beso casto sobre mis labios. Se acercó a mi oído y susurró. —Quiero darte más que un beso, pero aquí hay mucha gente y cámaras, no niego que te acostaría sobre este sillón y te haría mía en este instante, pero sé que te daría verguenza.

¿Acababa de oír lo que creía que había oído?

—¿Estás jugando conmigo, verdad?

—Nope —sonrió inocente.

Padmé entró a la sala con una gran jarra de agua e hizo que Anakin se saliera de mi lado para sentarse ella.—Con permiso, pero es mi turno.

—Te diría algo, pero he madurado —soltó engreído. —Las esperaré afuera.

—Mas le vale, aprendiz. Nosotras tendremos una conversación de mujeres —atacó por última vez, y por su lado, Anakin bufó antes de salir de la sala y ser seguido por un séquito de mujeres que acompañaban a Padmé a todas horas. Bufé también. —Quería hablar contigo a solas, Kaia.

—¿Para qué soy buena? —le di un trago a mi vaso de agua y ella bajó la mirada un poco avergonzada. —¿Qué pasa? ¿Estás bien?

—Estoy bien, mi duda es si tú lo estás... —le miré confundida. —Me refiero a que durante el viaje te vi un poco perdida, estabas pálida y tambaleabas, iré al grano. Kaia... ¿estás embarazada?

—¡¿Qué?! —no, obviamente no podría, claro que no. —Claro que no, te juro que no. Además sería complicado estarlo en esta galaxia tan violenta.

Sus mejillas estaban rojas y con ellas, las mías estaban peor. —Lo siento, es que tenía la duda y pensé... que si lo estabas, lo mejor sería que abandonaras la misión para cuidar de ti y del... ya sabes, eso —apuntó mi vientre y yo me entumecí. —Perdóname, no quise incomodarte.

No podría traer un hijo en este lugar ni en ningún otro.

Al menos no ahora.

—La vida es demasiado violenta con nosotros, y que lo sea con un ser indefenso, me rompería el corazón.

—Pero, ¿te gustaría tener hijos? —insistió.

—En un futuro muy lejano podría llegar a pensar que sería buena idea... —su expresión me daba indicios de que tenía una pregunta más. —¿Qué es lo que me quieres preguntar exactamente?

—... Cuando tengas un hijo, ¿puedo ser la madrina?

Escupí mi agua.


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𝐓𝐀𝐓𝐎𝐎𝐈𝐍𝐄 ᴬᶰᵃᵏᶤᶰ ˢᵏʸʷᵃˡᵏᵉʳ ᶠᶤᶜˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora