𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐬 𝐚𝐭 𝐡𝐨𝐦𝐞

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—No me parece correcto que los llevemos a casa, son desconocidos—rodé los ojos al oírlo decirme que llevaría a Qui Gon y al resto a casa debido a la tormenta de arena

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—No me parece correcto que los llevemos a casa, son desconocidos
—rodé los ojos al oírlo decirme que llevaría a Qui Gon y al resto a casa debido a la tormenta de arena. Sé que Ani es caritativo, pero es peligroso de igual manera. —¿Qué dirá tu madre?

—Ella comprenderá que no había otra alternativa, la tormenta de arena no los dejará volver a su nave, angel —susurró bajo la intensa mirada de Padmé, quien observaba expectante.

Padmé tiene algo extraño, un algo que al igual del jedi, se me hace familiar.

Tiene una vibra diferente a la de todas las personas que conozco, incluso diferente a la de Anakin. Tengo muchas dudas con respecto a ella y ninguna me es irrelevante.

Padmé era importante.

—Está bien, pero si Shmi se enoja, le diré que todo fue idea tuya y me obligaste a aceptar —le murmuré al oído. Lo sentí estremecerse, supongo que ante el miedo de que su madre le regañe; Ani es un niño de mamá y suelo bromear con ello, aunque por dentro tenga celos de que tiene una madre que lo ama.

Shmi fue una mamá para mí desde el primero minuto que llegué a ella y aún siento el fuerte agarre preocupado de sus brazos. Es una vibra que sigue acobijando mi cuerpo hasta el día de hoy, y me pregunto, ¿qué se sentirá tener una familia que te quiera? ¿qué se sentirá tener un padre o una madre?

Caminé en silencio hasta casa, oía las vagas conversaciones de Anakin con Jar Jar o R2 D2, más no les ponía atención porque realmente no me interesaba mucho la charla de motores en naves. Fui la primera en llegar, por lo que corrí hasta Shmi. —Llegas temprano, cariño —me apretó entre sus brazos y yo me dejé querer. —¿Qué tal el trabajo hoy?

—Tuve que ir a las dunas por arena, nada fuera de lo común —me separé un poco. —Salvo por un par de personas nuevas que llegaron hoy —mi habla fue interrumpida por el ruido de la puerta abriéndose. Ani fue el primero entrar.

Sentí el agarre de Shmi soltarse al ver a Qui Gon, este de igual manera le miró con incredulidad un par de segundos. Insisto, también hay algo en él que es extraño.

—¿Se conocen? —pregunté confundida, un leve golpe de Anakin llegó a mi brazo. Ay no, yo quería saber que se traían esos dos.

—Vamos a mostrarles a 3PO, angel —me llevó a rastras a la habitación, dónde acomodado en un rincón estaba el androide; me cae bien, lo único malo es que cuando se le cruzan los cables habla en todos los idiomas existentes, menos el que debería hablar. —Yo lo hice, aún no lo termino, pero ¿no es genial?

Me quedé a un lado de R2, codificando como eran sus configuraciones porque obviamente no es un robot común.

—Es maravilloso.

—¿En serio? es un androide de protocolo, está hecho para ayudar a mamá —exclamó con emoción. —Sabe hablar muchos idiomas y es muy inteligente, a veces no, pero la mayor parte del tiempo en un genio.

Acerqué mi mano a R2 y se espantó, reí al verlo retroceder asustado y que al segundo se dio cuenta de que fui yo quien lo tocó. —Lamento haberte asustado, amigo —su luz roja parpadeó bastantes veces. Me senté para verlo con mayor precisión, toqué sus lentes y los cuadros azules en sus laterales, era maravilloso como estaba construido. —¿A quién sirves? —chilló dando círculos en su lugar. —¡¿Trabajas para una reina?!

¿Quién en su sano juicio le mandaría a este basurero siendo que sirve a la nave de la reina de Naboo?

—Eso te hace todavía más increíble, R2 —chilló tal bebé y mi corazón se hizo blandito. Que ternura, yo quiero uno de esos. —¿Te puedo llamar R2? ¿verdad? —giró con rapidez. —¡Que tierno eres!

Le acaricié, cosa que dejé de hacer al oír una fingida tos. —He sido cambiado por un robot, comprendo —comentó 3PO. —Aunque, si me permites, yo puedo ser igual de tierno o más que eso.

—¿Estás celoso? —negó con clara molestia. —Yo que tú, me preocuparía más porque se te ven los circuitos —se miró hacia abajó y caminó a paso rápido hasta Anakin, le quitó la sábana que lo cubría antes y se la tiró encima.

—Que vergüenza que me hayan visto de esta manera.

La hora de la cena llegó rápido y ya estábamos en la mesa echando chisme mientras tratábamos de comer sin que Jar Jar nos robara la comida antes de que esta llegara a nuestra boca. De hecho me robó un par de manzanas antes de que pudiera siquiera morderlas.

Por mi parte me removí incómoda al sentir la fuerte mirada de Padmé sobre mí. —¿Quieres decirme algo?

—¿Nunca has salido de Tatooine? —negué. Quizá ella tenía el mismo presentimiento que yo. —Estoy segura de que te he visto en alguna parte, tus ojos me son familiares.

—Quisiera que fuera así, pero lamentablemente nunca he salido de Tatooine, aunque espero hacerlo algún día —sentí la mano de Shmi sobre mi hombro, dándome apoyo. —¿Cómo es la vida afuera?

Padmé titubeó un poco. —Depende mucho del planeta, pero todos ellos se rigen por la República y ella mantiene el orden en la galaxia, yo soy de Naboo y allí tenemos una reina que vela por nosotros, una excelente reina —guiñó un ojo, pero se retractó al segundo. —Digo, en mi planeta también hay personas malvadas que tratan de imponer sus ideas sobre el pueblo, pero la reina hace lo que puede para evitar que hagan sufrir a su pueblo.

Asentí maravillada.

—En este momento este lugar es más seguro que allí afuera —comentó Qui Gon.

—Cualquier lugar es mejor que este basurero, aquí está lleno de exiliados y traficantes, ladrones y todo lo malo que se puedan imaginar —Anakin alzó la voz. —Honestamente yo preferiría vivir bajo una dictadura, que seguir en este lugar.

—No sabes lo que dices, niño.

—Sé de lo que hablo, soy mucho más inteligente de lo que parezco. Me entero de cosas que no debería también, como que usted es un jedi por ejemplo.


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𝐓𝐀𝐓𝐎𝐎𝐈𝐍𝐄 ᴬᶰᵃᵏᶤᶰ ˢᵏʸʷᵃˡᵏᵉʳ ᶠᶤᶜˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora