La mansión Zhang.

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Bueno, gente, capítulo más corto de lo usual. Pero ya el siguiente es la batalla contra Alcioneo, de allí viene el rescate de Hera, luego la batalla del Campamento Júpiter y, despues, la del Campamento Mestizo.

O sea, en cuatro capítulos cerramos con los dos primeros libros de la primera saga. Y en cinco capitulos, ¡el reencuentro más esperado por toda Latinoamérica unida!

Disfruten

-X-

El catamarán cruzo el estrecho de Puget y pasó zumbando junto a islas, barcas de pesca y sorprendidos bancos de ballenas. Frank les estaba contando que había ido a varios sitios de por allí en excursiones escolares cuando cayeron en cuenta que ya estaban en Canadá.

Como Frank y Hazel estaban muy cansados, acordaron detenerse en Vancouver a pasar la noche. Percy habría podido seguir sin problemas, pero sus amigos eran mortales en cada sentido, a diferencia de él, así que acepto de buena gana.

-La casa de mi abuela está allí-dijo Frank, señalando con su regordete dedo a lo lejos del río-. Bueno, ya que nos quedaremos a pasar la noche aquí, pensé que podríamos ir a la casa de mi abuela. Quisiera hablar con ella y...

Se rascaba la cabeza con timidez, como temiendo que no aceptasen su plan, pero tanto Hazel como Percy aceptaron encantados.

Cuando llegaron allí, cayeron en cuenta de algo. La mansión Zhang estaba rodeada por gigantes lestrigones.

-Oh, canadienses-bufo Percy-. Genial.

Frank se ofendió.

-¿Cómo?

-Ah, lo siento, amigo. Los llamamos así porque viven al norte, en Canadá.

-Sí, bueno, yo soy canadiense y no luzco así.

-¿«Los llamamos»?-pregunto Hazel-. ¿Tú y quien más?

Percy cayó en cuenta de lo que había dicho pero sacudió la cabeza. No lo recordaba.

-Cuídense de ellos. ¿Ven esas bolas de bronce? Cuando van a atacar, las encienden con fuego y explotan.

-La mansión está rodeada-afirmo Hazel-. Frank, tu abuela. Tenemos que ayudarla.

Frank lucía angustiado.

-No creo que estén aquí por ella-murmuro Percy, negando-. Ella es la carnada. Están aquí por nosotros. O, más bien, por ti.

-Eso es ridículo-mascullo Frank-. ¿Por mí? Con alguien como tú, Percy, nadie vendría por mí.

-Te voy a pegar-le advirtió Percy-, si te vuelves a menospreciar. Hay grandeza en ti, Zhang. Solo cree en ti.

Las mejillas de Frank se tiñeron de un rojo fuerte. Hazel lo miraba con ternura. Percy sabía que aún no hablaban de su beso, pero esperaba que lo hiciesen pronto.

-Necesitamos una distracción-repuso Hazel-. ¡Ah, espera! Percy, ¿no podrías hacer esa cosa del viaje por fuego?

Percy miro a Frank con cierto recelo. Sabia, y entendía, claro, el miedo del chico por las llamas. Pero Frank parecía decidido.

-Confió en ti, Percy-dijo Frank, sin asomo de duda.

Entonces ambos le tomaron las manos y el fuego los consumió. Reaparecieron en el porche de la mansión. Frank, esta vez, ni siquiera reviso su trozo de madera.

Los móviles de viento se mecían suavemente. Había una silla de mimbre en una esquina, junto a un elefante asiático dorado. Percy y Hazel esperaron pacientemente a que Frank abriese la puerta, pero el chico miraba la manija casi con miedo.

Percy Jackson: El Hijo de Hestia II, Los Héroes del Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora