Cupido, el Dios del Amor.

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¡Buenas tardes, o días, o noches! Se pide perdón por la ausencia, pero es que estuve re ocupado con temas de la universidad, ¡pero ya me gradué, ya tengo titulo!

Por ciertooooooooooo, ¿de donde leen y a que horas?

Espero les guste. Si es así, recuerden regalarme su voto y un comentario. Los iloviu.

-X-

Jasón estaba examinando con cierta inquietud el cielo.

Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada. Hacía un tiempo horrible. La niebla era tan densa que Jasón no podía ver a Festo al final de la proa, y una cálida llovizna flotaba en el aire como una cortina de cuentas. Mientras surcaban olas de seis metros, con el mar ascendiendo y descendiendo debajo de ellos, podía oír a la pobre Hazel en su camarote, vomitando en un cubo, mientras el servicial Frank le sujetaba el cabello.

Nico y Bianca discutían a unos metros de donde él estaba sobre la Casa de Hades, el antiguo templo de su padre. Jasón trataba de no escucharlos, aunque de tanto en tanto le llegaban unas cuantas oraciones cortadas.

Su vista estaba fija en la niebla que rodeaba al barco. Había algo raro allí, aunque nadie más que él parecía percibirlo.

No habían sufrido ningún ataque desde que Cimpolia trato de hundir su nave, pero Jasón no podía estar relajado. Las aguas del Adriático eran como un gigantesco pozo negro: furioso, antiguo y poderoso. Más de una vez le pareció ver algo removiéndose bajo las olas –una cresta colorida, unos colmillos nacarados, unos brillantes y malévolos ojos- solo para desaparecer en cuanto parpadeaba. Sabía que en sus profundidades todavía moraban monstruos, tan bien envueltos en la Niebla que dormían la mayor parte del tiempo.

Pero estaban allí.

-Ya pasamos la isla de Solta-anuncio Leo, que llevaba el controlador de Wii entre las manos-. Unas cincuenta millas náuticas y llegaremos.

-¿Solta?-inquirió Piper-. ¿Eso dónde queda?

-Muy cerca de Split-le dijo Bianca-. Tal vez en una hora estemos allí. Dos, máximo.

-¿Estas segura?-pregunto Jasón.

-Ella tiene razón-afirmo Leo, consultando sus mandos, sin ver a Bianca. Tenía un sano temor por ella después de que tratase de robarle un beso, unos días antes, y en consecuencia, terminase en la enfermería con los la nariz rota y el orgullo herido.

Nico tomo la palabra.

-Una vez ya estuvimos aquí. Cuando éramos niños, antes de la guerra... Vinimos con mamá a Split. Yo tendría unos... ¿seis años?

-Siete-corrigió Bianca en voz baja.

A Jasón le costaba asimilar el pasado de ambos.

Observo a los hermanos con atención. Bajo la llovizna, envueltos en la oscuridad de la madrugada, con sus cabelleras negras y pieles pálidas, parecían dos espectros surgidos de una terrible pesadilla.

Se tensó.

-¡Leo...!

Demasiado tarde. El otro barco salió de la niebla y los embistió de frente con el espolón. En esa fracción de segundo, Jasón captó varios detalles al azar: otro trirreme; unas velas negras con una cabeza de Gorgona pintada; unos guerreros gigantescos, no del todo humanos, apiñados en la parte delantera del barco con armaduras griegas, las espadas y las lanzas en ristre, y un ariete de bronce al nivel del agua que chocó contra el casco del Argo II.

Nico y Bianca DiAngelo casi cayeron por la borda. Jasón y Piper se apresuraron a ayudarlos.

Festo escupió fuego e hizo gritar y lanzarse al mar a una docena de sorprendidos guerreros. Sin embargo, más combatientes subieron en tropel a bordo del Argo II, agarrando cuerdas enrolladas alrededor de las barandillas y el mástil, y clavando garfios de hierro en las tablas del casco.

Percy Jackson: El Hijo de Hestia II, Los Héroes del Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora