Las Puertas de la Muerte.

257 32 42
                                    

¡BUENAS! ¿DE ONDE Y A QUE HORAS LEEN, CHIQUIS?

Ya se que varios quedaron picados e indignados con el final del cap anterior, pero los invito a seguir leyendo.

-X-

Lo peor es que Percy pensó que se trataba de un monstruo muy hermoso. Sus escamas eran doradas, como el oro batido, y su vientre de un color rosa pálido. Los ojos eran de su color azul zafiro favorito (idénticos a los de Luke).

Allí terminaba lo bonito.

Era perfectamente tan largo como un tren de metro. Sus enormes garras se clavaban en el lodo a medida que avanzaba y su cola se agitaba de un lado al otro. El drakon siseaba, escupiendo chorros de veneno verde que humeaba en el suelo cubierto de musgo e incendiaba pozos de alquitrán. Como la mayoría de los drakones, no tenía alas, era más largo y tenía más aspecto de serpiente que de un dragón, y parecía hambriento.

-Es un drakon meonio-se quejó Luke-. Esos son muy difíciles de matar.

Percy lo sabía. La piel de los meonios era más dura que el titanio, y hasta el bronce celestial tenía problemas para cortarla.

-Bob-dijo Percy, con algo de esperanza-. ¿Crees que quieras echarnos una mano?

Bob negó.

-No hace falta-replico él-. Mira.

Justo cuando el drakon se preparaba para saltar encima de ellos, un gigante salió de las sombras y se abalanzo sobre el monstruo.

Medía unos ocho metros de altura y tenía la parte superior del cuerpo de un humanoide y unas patas reptiles con escamas, como un dinosaurio bípedo. No tenía armas. En lugar de armadura, llevaba una camisa cosida con pieles de oveja y cuero con manchas verdes. Su piel era rojo cereza; su barba y su cabello eran de color herrumbre, trenzado con matas de hierba, hojas y flores del pantano.

El drakon escupió veneno. El gigante se lanzó a un lado. Agarró un roble y lo arrancó del suelo con las raíces incluidas. El viejo cráneo se deshizo en polvo cuando el gigante levantó el árbol como un bate de béisbol.

La cola del drakon rodeó la cintura del gigante de un latigazo y lo acercó a rastras a sus dientes rechinantes. Pero en cuanto el gigante tuvo el monstruo al alcance, le metió el árbol por la garganta.

Percy soltó un chillido ante la espantosa escena. El árbol atravesó la garganta del drakon y lo empaló en el suelo. Las raíces empezaron a moverse, escarbaron cada vez más hondo al tocar la tierra y afianzaron el roble hasta que pareció que llevase siglos en ese sitio. El drakon empezó a disolverse y no dejó más que fragmentos de hueso, carne, piel y un nuevo cráneo de drakon cuyas fauces abiertas rodeaban el roble.

-Eh, Bob...-Luke miraba con asombro la escena-. ¿Nos presentas?

El gigante los vio de refilón, mientras hurgaba entre los restos del drakon.

-¿Hijos de los dioses en el Tártaro en compañía de un titán? Que interesante.

-No tanto como tú-dijo Luke, decidido a ignorar las extrañas circunstancias que los rodeaban-. Bob dijo que eres un gigante bueno. ¿Es cierto? Porque conocimos como a media docena de tus hermanos, y todos trataron de matarnos.

-Gracias por matar al drakon-dijo Percy débilmente. ¿Las cosas se pondrían más y más extrañas?-. Soy Percy.

-Y yo Luke.

Bajo sus inmensas y pobladas cejas, los ojos del gigante se estrecharon.

-Soy Damasen.

-¡Yo soy Bob!-exclamo el titán alegremente.

Percy Jackson: El Hijo de Hestia II, Los Héroes del Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora