Fanáticos de Adidas, no de Nike.

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¡Buenaaaaaas! Damas, caballeros, espero que disfruten de este cap...

Sí es así, recuerden regalarme su voto y un comentario, se los agradecería. 

-X-

-Tengo algo que darte-dijo Luke.

Percy y Luke habían acabado de registrar el museo, y estaban sentados en un puente que cruzaba el río Kladeos, con los pies colgando por encima del agua, mientras esperaban a que Frank y Hazel terminasen de explorar las ruinas.

Los dos comían helados que habían comprado cerca de allí. Percy comía con delicadeza y tranquilidad, disfrutando cada bocado, y Luke... Parecía alguien que no había probado bocado alguno en diez años. Ya iba por su tercer cono de helado.

A su izquierda, el valle olímpico relucía con el calor de la tarde. A la derecha, el aparcamiento de los visitantes estaba abarrotado de autobuses turísticos. Menos mal que el Argo II estaba amarrado en el aire a treinta metros de altura, porque no habrían encontrado plaza.

-¿Qué es?

Luke le ofreció lo que tenía en la palma de su mano: el anillo de compromiso.

-Oh...

-Es tuyo-insistió Luke.

Percy le ofreció su mano y Luke se lo coloco de nuevo en el dedo, como había hecho hacía varias semanas.

La noche anterior habían dormido juntos. Más bien, se acostaron juntos pero ninguno logro dormir realmente. Imágenes del Tártaro asaltaban continuamente sus mentes: el río Flegetonte, el terreno con ampollas en el que los monstruos se regeneraban, el bosque oscuro donde las arai daban vueltas entre las nubes de niebla sangrienta y el campo donde León casi los mata. Pero sobre todo pensaban en las Puertas de la Muerte, en Luke moribundo, en el ascensor, y Percy cerrando la verja.

Percy no se sentía del todo cómodo recordando lo que había pasado allá abajo, y Luke no se lo había perdonado en su totalidad. Pero entre tantos horrores que habían tenido que soportar, entre todo lo malo, su relación era algo bueno y puro a lo que se aferraban como náufragos a un salvavidas, y no pensaban soltarse.

Tácitamente dejaron el tema atrás. Los dos estaban vivos, bien, fuera del Tártaro, y era cuanto importaba.

-Nunca me dijiste como saliste de allí-Luke lo miraba con una ceja alzada.

-¿Qué?-pregunto Percy, que había estado muy distraído mirando el monte Cronos al final.

¿A quién se le había ocurrido semejante nombre?

Luke repitió lo que había dicho.

-No estoy... no estoy muy seguro-Percy tenía el ceño fruncido-. Cuando Tártaro fue destruido, causo una gran explosión. La sentí. Es la cosa más dolorosa que jamás he soportado. Pero de un momento a otro, ya no estaba allí, sino en un campo a los pies del monte Ida. Unas ninfas me encontraron y me llevaron con mamá. Ella y Hera me curaron.

-¿Hera te curo?-Luke alzo una ceja incrédulo.

-Ella me puso en un coma inducido-explico Percy-. Protegió mi mente y mi cerebro mientras mamá curaba los daños de mi cuerpo.

-¿Quién diría que esa tonta podría ser útil?-murmuro Luke. Ignoro el trueno que retumbo.

-Por favor, Luke. Hera es una idiota, sí, pero ella de verdad quiere derrotar a Gaia (y eso no es algo que pueda decir de la mayoría de los Olímpicos), así que te agradecería que no la vuelvas a insultar, ni a golpear.

Luke no prometió nada.

-¿Entonces no sabes cómo saliste de allá abajo?

-Yo sospecho que fue Hemera-dijo Percy, parpadeando-. Pero no, supongo que nunca lo sabremos.

Percy Jackson: El Hijo de Hestia II, Los Héroes del Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora