Noches buenas, chicos, o días buenos, dependiendo de donde lean.
Les dejo esto por aquí y me largo a ver Hearstopper. Chau.
Espero les guste.
-X-
La principia era un lugar imponente.
En el techo relucía un mosaico de Rómulo y Remo con Lupa. El suelo era de mármol pulido. Las paredes estaban revestidas de terciopelo. En la pared del fondo había expuestos estandartes y postes de madera llenos de medallas de bronce. En el centro había un expositor vacío, como si el estandarte principal hubiera sido retirado para ser limpiado o algo parecido.
En el rincón del fondo había una escalera que bajaba. El acceso estaba cortado por una hilera de barrotes como la puerta de una celda. En el centro de la estancia, una larga mesa de madera se hallaba repleta de pergaminos, libretas, tabletas de datos, dagas y un gran cuenco lleno de gomitas. Dos estatuas de galgos de tamaño natural —una de plata y la otra de oro— flanqueaban la mesa.
-Son Aurum y Argetum-explico Reyna-. Regalos de mi madre.
-¿Bellona?-supuso Percy, y al instante se quedó en silencio.
-Si-dijo Reyna, tras mirarlo un rato-. ¿Cómo lo supiste?
-No lo sé-admitió Percy-. Mis recuerdos son confusos.
Reyna ocupo un lugar tras la mesa. Su vista seguía fija en el cuello de Percy, por alguna razón que no comprendió. Hazel se quedó más atrás.
-Pero tú y yo nos conocemos, estoy seguro-dijo Percy-. Te he visto en otra parte.
-¿No recuerdas absolutamente nada?-inquirió Reyna, sin negar, otra vez, que se conocían-. ¿Nada de nada?
-Lo siento, no-gruño Percy, frustrado con aquel constante recordatorio-. Muy pocas cosas...
-Bien, cuéntame que cosas recuerdas y como llegaste aquí-exigió Reyna.
Percy lo hizo. Desde despertarse en la Casa del Lobo con Lupa, hasta su viaje de cuatro días por toda California, para encontrar a Juno, y a Hazel y Frank.
-La mayor parte de lo que describes es usual-remarco Reyna-. Excepto lo evidente.
Juno no escoltaba semidioses, mucho menos los cargaba en brazos. Eso no se dijo, pero se entendió con claridad.
-Sin duda, eres un gran guerrero-dijo Hazel-. Si defendiste el Olimpo por tu cuenta y derribaste a Saturno...
-No fui yo solo-interrumpió Percy, frunciendo el ceño. Una sucesión de imágenes estallaron en su mente-. Había otros.
Aquel hecho no sorprendió a Reyna, pero si a Hazel.
-¿Otros semidioses?-ella se inclinó hacia adelante-. Entonces... Es posible que Jasón este con ellos. ¿Lo conoces?
-Hazel-advirtió Reyna. La chica se calló-. No se hablara del tema de Jasón. En cuanto a ti, Percy... Un hijo de Vesta, especialmente en estos tiempos.
De pronto, Percy recordó toda la hostilidad que recibió allá afuera, cuando lo anunciaron como hijo de Vesta.
-¿Hay algo de malo con ser hijo de Vesta?
-Es inusual, Percy-explico Hazel con voz avergonzada-. Que Vesta tenga un hijo...
-Lo que Hazel quiere decir-interrumpió Reyna-, es que rompe con todo lo establecido. En la antigüedad, las vírgenes vestales, las sacerdotisas de tu madre, eran enterradas vivas junto a sus amantes si rompían sus votos de castidad.
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Percy Jackson: El Hijo de Hestia II, Los Héroes del Olimpo.
FanfictionTras derrotar a Kronos, el malvado Señor de los Titanes, Percy al fin pensó que podría tener un poco de paz. Pero, las amenazas nunca dejan de aparecer, y esta vez, la Madre Tierra se agita en su sueño. Los gigantes, sus más poderosos hijos, parecen...