Capítulo 5

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Capítulo 5 | "Baile privado"

**LEAN LA NOTITA DEL FINAL**

Corinna Barone

— Yo no doy bailes privados.

— Esta noche sí.

Gruño frustrada mientras aprieto con fuerza el albornoz que cubre mi cuerpo mientras discuto con Riccardo.

— Quedamos en que yo no era una prostituta, no me vendo, no es negociable — gruñí.

— No eres una prostituta, es un baile privado, eso es todo.

— No creo... — su risa seca me interrumpe al mismo tiempo que me hiela la sangre, mi cuerpo se tensa ante el peligro mientras acorta la distancia entre nosotros. Tan cerca que debo alzar el rostro para mirarle la cara.

— Creo que no nos estamos entendiendo, Corinna — gruñe — He accedido a que sólo bailes un par de veces a la semana y que no sea a altas horas de la madrugada con el fin de que puedas ir a casa con tu hermana pequeña. He accedido a que el costo de un baile privado contigo sea tan elevado que nadie se sienta lo suficientemente atraído para costearlo, pese a que eres mi mejor bailarina, las demás bailarinas están hasta cinco cifras por debajo de lo que cuesta un baile privado contigo, he accedido a todas tus condiciones.

» He aceptado todas tus condiciones cuando no estoy en la puñetera obligación de hacerlo. Tu hermana me debe dinero, una buena pasta y te has ofrecido para pagar su deuda porque tienes una extraña manía de arreglar los desastres de Carissa, te reúsas a que mi familia le clave una bala en la frente aun cuando ya hay más de diez con su nombre esperando.

» Así que creo que no estoy siendo lo suficiente claro contigo, Corinna. No te estoy pidiendo que hagas el baile privado. Te estoy ordenando como tu Don, el Don de la Camorra, a que muevas ese bonito culo tuyo hasta la sala que te indiqué y bailes un jodido baile privado. Esos hombres son nuestros mejores socios, son nuestra puerta de entrada aquí en España y como se te ocurra joderme, no será Carissa quien pague las consecuencias, será Cosima.

Mi cuerpo se petrifica nada más escucho la amenaza hacia mi hermana menor, la ira bulle en mis ojos y sé que él puede verla, pero no puedo echarme para atrás ahora.

— ¿Quedó claro, Corinna?

— Sí.

— Sí, ¿qué? — aprieto mis dientes con furia.

— Sí, mi Don.

Sonríe con egolatría.

Refunfuño por lo bajo mientras dejo que los hombres de Riccardo me escolten hacia el privado número tres, desde la entrada exclusiva para las bailarinas que da a un pequeño escenario redondo con un tubo.

Me despojo de mi albornoz y luego de mi señal la música comienza a sonar dentro de la sala y doy un paso dentro de la misma.

De reojo veo hacia el sofá del lugar, son dos hombres, aunque no pierdo el tiempo en detallar sus rostros.

Dejo que la música fluya con mi cuerpo al compás de las notas, en cada elevación de las notas es cuando mi cuerpo más se eleva por el tubo y dejo todas mis emociones bailando, todo es aún más puro mientras lo hago, parece que el ambiente se carga con cada emoción y sentimiento que dejo en la pista y finalmente termino de bailar la primera canción.

Me encuentro sobre mis rodillas sobre el escenario cuando la canción termina y deja un espacio para otra un poco más pausada y es cuando me permito alzar el rostro.

Donde encuentro dos rostros idénticos mirándome fijamente, ambos pares de ojos azules desbordando tal deseo contenido que debo tomar una pequeña bocanada de aire cuando ambos se dedican a evaluarme, son gemelos idénticos, eso es obvio.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora