Capítulo 20

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Capítulo 20 | "Caballo de Troya"

Elian Blackwolf

Empujo a Edmund con mi mano de manera juguetona mientras caminamos la distancia que falta hasta nuestra mansión cuando vemos un automóvil deportivo blanco que reconozco.

Es el auto de Ekaterina.

Comparto una mirada con Edmund mientras nos aproximamos hasta la entrada, estábamos perdiendo el tiempo perfeccionando nuestra puntería al fondo del terreno. Ninguno de nuestros hombres nos informó de la llegada de la rubia porque saben que Ekaterina puede entrar a este lugar como si fuera suyo, no deben anunciarla.

Pero es raro. Ekaterina nunca viene sin avisar.

Al entrar a casa no hay nada más que silencio. Edmund me hace una seña hacia un lugar de a habitación, donde unos tacones rojos y un bolso pequeño se muestran cerca de uno de los sofás del salón.

— Debe estar arriba.

Caminamos por las escaleras de mármol negro con sigilo, hasta que distingo la puerta de la habitación de Ekaterina que mantenemos en nuestra casa, abierta. Y dentro de ella salen pequeños sonidos de sollozos.

No sé si es mi hermano o soy yo quien sale corriendo primero hasta la puerta de su habitación, pero la escena que encuentro me oprime el corazón.

Es mi hermana, sentada sobre su cama, abrazando sus rodillas con el rostro oculto entre ellas mientras fuertes sollozos abandonan su garganta.

Sé que nos ha escuchado llegar, y sorprendentemente, eso sólo hace que rompa aún más a llorar.

Edmund es el primero en aproximarse a ella, envolviéndola en sus brazos mientras la atrae a su pecho y ella solo llora aún más.

— ¿Quién fue? — gruñe mi hermano, pero ella solo niega mientras llora aún más, escondiendo el rostro en su pecho.

Doy un par de pasos dentro de la habitación y me siento en la cama junto a ellos, mi hermano comparte una mirada de impotencia conmigo y lo entiendo. Ninguno de los dos soporta siquiera la idea de que alguien haya lastimado a Ekaterina.

Que mi hermana, quien siempre se ha mostrado fuerte, esté en nuestra casa, mientras se rompe entre los brazos de Edmund, me hace sentir una ira ciega.

Que descargaré contra el imbécil que la haya hecho llorar.

No me interesa, Ekaterina es realmente fuerte frente a todos, pero cuando está con mi hermano y conmigo, es cuando se permite ser vulnerable, porque sabe que podemos protegerla, del mundo y hasta de ella misma.

Kat, dime qué ocurre — acaricio su cabello lacio que cae en cascada por su espalda, llamándola por el apodo que ambos le pusimos de niños — Dime cómo puedo arreglarlo.

Niega en los brazos de Edmund mientras continúa llorando.

— Habla con nosotros, cariño — Edmund intenta que nos mire.

— No quiero hablar con los jefes de la mafia, quiero hablar con mis hermanos — habla con la voz ahogada.

Frunzo el ceño ante sus palabras, porque lo que nos está pidiendo es sólo que la escuchemos sin tomar represalias.

— Kat...

— Quiero a mis hermanos, no a los mafiosos, ¿pueden hacer eso por mí?

Edmund y yo compartimos una mirada antes de asentir, ella parece sentir el movimiento de Edmund por lo que finalmente levanta su rostro.

Mis puños se aprietan con fuerza en mi costado cuando veo a mi hermana, con sus ojos enrojecidos e hinchados por el llanto. En como su labio tiembla cuando intenta dejar de llorar.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora