Capítulo 19

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Capítulo 19 | "Cinzia"

Carissa Barone

Muevo las cadenas que sostienen mis piernas, de tal manera que parezco un gusano cuando me arrastro por la celda.

Esto es una mierda, una maldita mierda.

Mis uñas raspan mis brazos como si fuera un tic nervioso que me ha quedado, la desesperación y la ansiedad están acabando conmigo, golpeo mi cabeza ligeramente con la pared de concreto tras de mí, intentando pensar en otra cosa, en distraerme, así no le presto atención a mi cuerpo, a lo mucho que me exige que le suministre la dosis de droga de la que está acostumbrando, ignoro los temblores incontrolables que mantiene e ignoro lo seca que tengo la boca, la manera en que estoy transpirando y como debo ser un desastre.

No puedo consumir, no puedo anhelarlo, debo hacerles creer que realmente no necesito droga para que dejen de torturarme con ello.

De nada sirve que realmente quiera dejarlo si cada vez que quieren sonsacarme información me clavan una aguja en el brazo.

Mis ojos buscan la foto de Corinna y Cosima que coloqué en una pared, me la trajeron hace varios días, las tienen vigiladas, eso no hizo más que asustarme, pero igual decidí conservarla, es lo único de ellas que mantengo aquí conmigo.

— Demonios, realmente apestas — se queja Riccardo nada más se aproxima a mi celda, lo ignoro.

Le hace una ceña a sus hombres que rápidamente le abren la celda, maldigo para mis adentros mientras todo mi cuerpo entra en tensión con su presencia, aun así, trato de mantenerme relajada, al menos por fuera, aunque mi interior sea un caos.

— Mis hombres me han informado de que aún no quieres decirnos nada — continúa hablando el italiano — No quieres soltar la lengua, ¿no es así?

No hablo, en un rápido movimiento me toma por el cuello, enrosca su mano en mi piel elevándome con fuerza del suelo, me quejo cuando los amarres en mis pies por las cadenas tironean mi piel.

— Habla, Carissa.

— Jódete.

Sonríe, pega su rostro aún más al mío.

— ¿Realmente piensas guardar silencio? — gruñe sobre mi rostro, no hablo — ¿Por ellas? ¿Qué han hecho tus hermanas por ti? Te abandonaron, Carissa.

Sus palabras arden, es como un cuchillo oxidado que se entierra más en las heridas frescas, pero mi mente no tarda en disipar sus palabras.

No. Cora nunca quiso abandonarme. Fui yo quien no le dio más opciones, quien la hizo elegir la seguridad de Cosima antes que a mí. Y está bien, yo misma me lo provoqué, las puse en peligro.

Nunca les conté la verdad acerca de lo atroces que fueron nuestros padres conmigo, no quería herirla, no quería herir a Cos. Nunca les conté lo peligrosos y denigrantes que fueron los trabajos que Riccardo me daba, no quería defraudarlas. Nunca desmentí las mentiras que Riccardo le dijo sobre mí, no si eso conseguía mantenerlas apartadas de este mundo.

Ellas no me abandonaron, yo les falle.

Riccardo me sacude con fuerza mientras chillo y me aferro a sus brazos, el aire comienza a faltarme hasta que me deja caer al suelo en un golpe sordo.

— ¡Habla! — patea mi estómago, por lo que me encojo de dolor sobre el suelo — ¡Dime lo que sabes!

Intento cubrirme de sus golpes mientras grito y me retuerzo, es insoportable, jodidamente insoportable. Me golpea, me patea, me reduce a esto.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora