Capítulo 37

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Capítulo 37 | "Miserable"

Edmund Blackwolf

— Vete, mamá.

Gruño cuando ignora cada uno de mis alegatos y camina por mi habitación hasta el gran ventanal que da hacia el balcón, corriendo las cortinas que mantenían mi habitación en la oscuridad, consiguiendo que la luz del día me dé de lleno en el rostro.

— ¿Cuánto llevas encerrado aquí, Edmund?

— Mamá, vete, hablo en serio.

Madison Blackwolf, siendo la obstinada que es, me ignora olímpicamente.

— Es raro entrar a una habitación donde no estés con tu hermano.

No hablo mientras permanezco oculto tras las almohadas. Tienen razón. Elian y yo hemos compartido habitación desde hace muchos años, aun cuando ya éramos adultos, pero desde que Corinna se fue... no hemos estado juntos.

Me encerré en mi antigua habitación, esta que apenas tiene una cama individual bastante mediocre para mi gusto, porque no soportaba la idea de estar en mi antigua habitación, la que habíamos transformado para que fuera nuestra habitación. El olor de Corinna sigue impreso en las sábanas, al igual que sus cosas siguen en el armario, en el baño... está por todos lados.

E cada rincón de la mansión tengo un recuerdo de ella, por lo que me encerré en la única habitación en la que nunca entró.

Elian parece haber tomado las mismas decisiones, porque puedo escuchar cómo discute con Ekaterina quien le pide levantarse de su cama.

La voz de mamá deja de escucharse unos minutos en los que creo que finalmente me dejará dormir tranquilo, aunque el agua fría impactando con mi rostro me hace levantarme de golpe.

— ¡Pero, ¿qué...?!

— Arriba, Edmund Blackwolf — exclama, con un vaso vacío en una de sus manos — No lo repetiré de nuevo.

Bufo frustrado mientras camino, me muevo entre todas las bolsas de frituras y recipientes vacíos de comida rápida que se encuentran en la habitación.

— A la ducha, ahora — ordena — Te quitarás la barba, te darás una más que merecida ducha, y luego bajarás a la cocina a comer lo que prepararé para ti.

Planeo refutar de nuevo, aunque cuando me observa con una ceja perfectamente encarnada, retándome con los ojos azules que heredé de ella, me trago las palabras y me encamino hacia uno de los baños del pasillo.

Elian refunfuña por lo bajo mientras Ekaterina también logra sacarlo de la habitación, se ve igual de derrotado que yo. Con el cabello revuelto, las orejas pronunciadas y la mirada derrotada.

Somos un desastre.

Las dos chicas de limpieza que mamá y Ekaterina han traído miran con horror las habitaciones, donde ropa sucia se encuentra esparcida por todos lados al igual que envoltorios de comida vacíos, botellas vacías de alcohol y cerveza desperdigadas por el lugar.

Eso consigue hacerme sonreír mínimamente.

Remuevo la comida frente a mi sin mucho ánimo mientras Elian se lamenta a mi lado, con una resaca que debe igualar a la mía. Mamá y Ekaterina charlan animadamente frente a nosotras.

Observo mi móvil, lamentándome desde el primer segundo cuando veo las noticias de mis mejores rastreadores.

"Sin rastro"

"Negativo, jefe"

"Búsqueda negativa"

"Último registro telefónico en Bolivia"

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora