Capítulo 39

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Capítulo 39 | "No volveré"

Corinna Barone

— Sigo sin entender cómo funciona este algoritmo nuevo.

Mateo, tan paciente como suele serlo conmigo, me dedica una sonrisa tranquilizadora mientras se aproxima hacia donde me encuentro.

Estamos en su oficina, se ha encargado de colocar un escritorio que he plagado de fotos de mis hermanas, y un par de fotos con Ekaterina de la última vez que estuvimos juntas, la cual me ha amenazado con molestarse conmigo si no colocaba al menos una foto juntas.

Puede ser excesivamente caprichosa cuando se lo propone.

— Déjame ver, cara.

Como cada vez que Mateo se acerca a mi escritorio, sus ojos se desvían ligeramente hacia la fotografía de Carissa, antes de desviarlos hacia mí de nuevo.

— Lo único que tienes que hacer es conducir y cambiar los códigos de rutas — me explica — De esa manera, es menos probable que la policía nos intercepte cargamentos o los bandos enemigos, y las cargas llegarán más rápido.

Me explica de nuevo el funcionamiento de las rutas, con una sonrisa pequeña plantada en sus labios.

Llevo dos semanas en Colombia, en las que Mateo no ha dejado de ser más que amable conmigo, se ha comportado como todo un caballero y Cosima lo adora.

— Tómate un descanso, cara.

Camino por las baldosas que me conducen hacia uno de los jardines de esta impresionante mansión, mis tacones resonando con firmeza cuando el móvil en mi mano comienza a vibrar.

El nombre en el identificador de pantalla me hace sonreír.

— ¿Qué problema emocional podría haberte ocurrido en medio día, Kat? — me burlo nada más descolgar la llamada de la rubia, pero su tono agudo me petrifica.

— ¡Nos han descubierto!

Freno mis pasos en seco, ni siquiera puedo devolverle la sonrisa a Cosima cuando chilla mi nombre a unos metros de distancia cuando una de las empleadas de Mateo la corretea.

— ¿Ekaterina?

— ¡Lleva tu culo al aeropuerto! ¡Necesito sacarte de ahí!

— ¡Dijiste que Colombia era seguro!

— ¡Lo era!

— ¡¿Entonces?!

— ¡Pues ya no lo es!

Mis tacones resuenan con fuerza cuando giro mi cuerpo de vuelta a la mansión, subiendo las escaleras de dos en dos mientras llego a mi habitación, con las maletas a medio deshacer que comienzo a ordenar de nuevo.

— ¿Cora? — la voz de Cosima suena desde el marco de la puerta, pero no volteo.

— Nos vamos, Cos.

— ¿Por qué? — se queja — Si a Bloof le gusta este lugar.

— Ya no podemos quedarnos aquí.

— Pero, Cora...

— ¿Corinna?

La voz de Mateo me hace saltar en mi sitio, me dedica una mirada de pies a cabeza como si evaluara mi aspecto y actitud.

— Hay unas personas que preguntan por ti.

El pánico me invade, sé quiénes preguntan. Están aquí. Ya no tengo escapatoria.

— Mateo — susurro al borde del llanto, acercándome en dos zancadas a su cuerpo mientras me aferro con fuerza a su camisa blanca — Sácame de aquí, por favor.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora