Capítulo 42 | "Flor"
Corinna Barone
Trato de arreglar mi cabello alborotado, fracasando en el intento, mientras Edmund se encuentra tras mi espalda tratando de realizar correctamente los cruces de las tiras de mi vestido, también sin éxito.
— Apresúrate —siseo.
— Esto es imposible — se queja — Le haré un nudo y ya está.
— Dame — lo aparta Elian.
— Así no es — se queja Edmund.
— Claro que sí — se queja Elian.
— Que no, joder.
— ¿Y tú qué vas a saber? — se queja el castaño.
— Fui yo quien le quitó el vestido, por supuesto que sí sé.
— Quítense. Ambos.
Volteo para darle la espalda al auto, con mi cuerpo reflejándose en el vidrio polarizado de las ventanas, en lo que me dedico a atarme el vestido por mí misma.
No hicimos mucho esta noche, más que un par de besos por aquí y allá, los gemelos no querían arriesgarse a que alguien pudiera verme en la playa. Sin embargo, parecemos idiotas mientras intentamos colarnos a la mansión del colombiano sin alertar a su madre, a su tío, o a mi hermana.
Es pasada la media noche.
Y ambos no pudieron mantener sus manos quietas en el auto, por lo que mi vestido estaba desatado.
Elian calla el chillido que quiere salir de mi boca cuando sus manos me aprietan los muslos hasta que me levanta por los aires, enrollando mis piernas en su cintura mientas me sonríe. Sus manos suben por mis muslos hasta apretarme fuertemente el trasero, introduciendo sus manos por el dobladillo del vestido.
— ¡Elian! — me quejo en un susurro, sin embargo, no sirve de nada porque vuelve a apretar sus manos mientras las mías se aferran con fuerza a sus hombros.
Una de sus manos se mueve un poco más abajo mientras su hermano nos empuja por el pasillo para que nos apresuremos, siento su toque justo sobre mi ropa interior, sacándome un pequeño jadeo.
— Shhh, dolcezza — gruñe — Nadie más puede escucharte.
Me retuerzo sobre su agarre cuando sus dedos vuelven a moverse, justo cuando llegamos a mi habitación en esta mansión. El castaño se sienta sobre la cama, colocando mi cuerpo a horcadas sobre el suyo, con una de sus manos aún bajo mi falda mientras la otra se coloca posesivamente sobre mi cadera.
Un jalón a mi cabello me hace mirar justo tras de mí, donde Edmund se inclina lo suficiente para comerme la boca, con su puño envolviendo mi cabello. Su boca acalla el gemido que quiere salir de mis labios cuando siento la mano de Elian moverse, haciendo mis bragas a un lado para poder tocarme directamente donde más lo necesito.
Un pequeño jadeo sale de su boca cuando se percata de lo húmeda que estoy. Con su mano libre subiendo por mi cuerpo, tirando de la tela del escote que cubre mis pechos hasta que la tela se rasga ligeramente, haciendo a un lado la copa del sostén y apretando con fuerza uno de mis pechos.
Mis caderas parecen moverse solas, anhelando e implorando su toque que comienza con ligeras caricias en mi clítoris, que no me es suficiente.
Me quejo cuando Edmund tira de mi labio inferior con fuerza, mis ojos se llenan de lágrimas cuando el latigazo de dolor me invade y puedo sentir el sabor metálico de la sangre en mi boca, su lengua se encarga de lamer la gota de sangre, con una sonrisa sádica en sus labios mientras vuelve a besarme, en lo que su hermano me clava los dedos en el interior.
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Flor Imperial
Novela JuvenilLibro 2 | Trilogía Amores Letales Corinna Barone es una bailarina, se ha dedicado toda su vida a ello, de día es una preciosa bailarina que logra llenar los escenarios y es una de las mejores de su academia, pero de noche, de noche es fuego puro, de...