Extra 1

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Extra 1 | "La boda"

Elian Blackwolf

La sangre gotea por mis manos a medida que camino hacia la mesa en el centro del lugar, donde tengo todas herramientas que utilizo, quienes también están manchadas de sangre.

— Señor Blackwolf... — suplica — Por favor... por favor.

Lo ignoro, continúo evaluando cuál de todas estas herramientas será la siguiente, cuál de todos estos implementos de tortura usaré ahora.

Elijo unas pequeñas pinzas, empezaremos por lo básico. Sorteo entre los cadáveres desperdigados por el lugar, pateando a alguno de los que se atraviesan en mi camino hasta llegar a él, a mi última víctima del día de hoy.

— Hola, hola — sonrío con altanería — Has esperado mucho aquí, pero finalmente tienes toda mi atención.

— Por favor...

— Shhh — aprieto su mandíbula con fuerza, haciendo que suelte un quejido, manchando su rostro con sangre debido a que mis manos están llenas de ella — Odio que supliquen.

— Haré lo que sea...

— ¿Lo que sea? — suelto su rostro mientras me burlo, haciéndole una seña a mis hombres que rápidamente toman al sujeto con dureza y extienden una de sus manos hacia mí — Te haré un par de preguntas, te arrancaré un dedo por cada que respondas mal.

Coloco la pinza de metal sobre el dedo pulgar.

— ¿Cuántos son? — primera pregunta.

Sin respuesta. De acuerdo.

Mi mano se cierra sobre las pinzas, aprisionando el dedo con fuerza, explotando la sangre y músculo que lo rodea al igual que la piel. El hombre frente a mi jadea del dolor, que se convierte en un llanto desesperado cuando aún sin soltar las pinzas comienzo a retorcer su dedo con fuerza, hasta que los huesos traquean, hasta que la piel cede, hasta que sólo es un miembro destrozado que cae al piso mientras mi víctima trata de zafarse del agarre de mis hombres, en vano.

El soplete cae sobre mi mano cuando la extiendo hacia mis hombres, cauterizando su herida cuando le quemo la piel.

— Entonces.... ¿Cuántos son?

Sonrío cuando el hombre trata de recomponerse.

— Seis.

— Muy bien — sonrío mientras miro la bodega — Aquí tengo a cuatro personas, cinco contigo, quiere decir que sólo hace falta cazar a una.

— A ninguna — la voz de Edmund interrumpe el lugar cuando la puerta se abre a sus espaldas, cargando un cadáver en sus hombros y su cuerpo manchado de sangre — Ya me hice cargo.

Bueno, eso facilita las cosas.

El hombre frente a mi comienza a temblar ligeramente cuando volteo de nuevo hacia él, con la sonrisa más sádica que podría imaginar perlando mis facciones. Si todo su grupo está muerto, significa que él es el siguiente.

Aunque, el sonido de unos tacones resonando cuando bajan las escaleras me hace maldecir por lo bajo.

— Se puede saber, ¿qué rayos están haciendo? — ruge mi prometida, Corinna.

Dolcezza....

— Sólo les pedí una cosa, ¡una! — chilla — No matar a nadie el día de la boda, ¿qué tan difícil era?

— Ellos fueron los que atacaron la construcción del nuevo teatr....

— No importa — me silencia — Llegaremos tarde a la boda.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora