Capítulo 3 - Lo que era antes de ser mago. Dos años antes

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Aquel año sobraron las heridas

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Aquel año sobraron las heridas.

La Última - Aitana. 


Aiden llevaba toda la vida soñando con convertirse en un gran mago. Desde que era muy pequeño, cada vez que alguien le preguntaba qué quería ser de mayor, él lo tenía muy claro y siempre repetía lo mismo. Por aquel entonces, prácticamente nadie lo tomaba en serio ya que era hijo de magos.

Nadie sabía exactamente cómo funcionaba la magia pero se había demostrado que era un gen dominante y que se heredaba de padres a hijos. Desde que había aparecido el primer mago, varios cientos de años antes, su presencia se había multiplicado de forma exponencial en todo el mundo. Era muy inusual que un hijo de dos magos no tuviera el don. Los pocos casos que existían eran debido a una exposición prolongada al radón durante el embarazo, por lo que, cuando Aiden cumplió los cinco años y todavía no había mostrado ningún indicio de tener magia, hubo un gran revuelo.

Sus padres y abuelos habían intentado mantenerlo fuera del foco mediático, pero Aiden no dejaba de ser el primogénito de la familia y el heredero de Industrias Ashton. Durante varios años, los reporteros habían estado detrás de toda la familia, intentando conseguir una exclusiva.

Esa época coincidió con el cambio en la junta directiva y toda la presión a la que estaba sometida la familia desencadenó en el divorcio de los padres de Aiden. Él era demasiado pequeño para entender todos los cambios que estaban pasando a su alrededor. Su madre trabajaba todos los días hasta altas horas de la noche y, cuando llegaba a casa, seguía encerrada en su despacho hasta la madrugada. Tuvo que cambiarse de colegio a uno para niños sin don. Cada vez era menos frecuente pero seguía habiendo multitud de personas carentes de poder, por lo que no fue complicado encontrar una buena escuela. Perdió de vista a los que entonces eran sus amigos. Los gritos se convirtieron en una constante y su padre se marchó de casa poco tiempo después.

Aquella simple pregunta, aquel "¿qué quieres ser de mayor?", se convirtió en el origen de muchas de sus inseguridades. Por mucho que se sacrificara, por mucho que estudiara o trabajara, jamás lograría cumplir sus sueños. Su esfuerzo no valía para nada y eso marcó profundamente la personalidad y el carácter de Aiden.

La vida siguió su curso y poco a poco, Aiden, se fue acostumbrando a su nueva normalidad. Empezó a hacer algunos amigos, visitaba a sus abuelos todos los fines de semana en vacaciones y empezó a interesarse por la música. Aprendió a tocar la batería y la guitarra. Los viernes por la tarde salía a jugar al fútbol con sus compañeros de clase y, de vez en cuando, ayudaba al equipo de vóley cuando no tenían suficientes miembros.

Los años fueron pasando y la adolescencia le llegó a Aiden como un huracán. Con apenas trece años ya traía a sus padres de cabeza. No eran capaces de hablar con él, se pasaba los días encerrado en su habitación, faltaba a clase, se escapaba de casa por la ventana... No le interesaban para nada las normas, no mostraba pasión por prácticamente nada. Parecía un robot, siguiendo una rutina. Hanna estaba totalmente desesperada. Habían buscado todo tipo de ayuda, pero nada daba resultado. Hasta aquel día de verano.

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora