Capítulo 19 - El vínculo

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 No te puedo prometer un castillo de papel

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 No te puedo prometer un castillo de papel

que no arda al primer fuego.

La Electricidad - Melendi, Aitana 


El lunes por la tarde, tan pronto las clases terminaron, Aiden salió corriendo hacia la sala de entrenamientos. No le había dado tiempo ni a Axel ni a Nadya de preguntarle a donde iba antes de desaparecer por los pasillos. Aquel era, por fin, el día en el que iba a entrenar de verdad, con Rian.

Al llegar, se quitó la camisa y el pantalón del uniforme, ya que aquella mañana había decidido llevar la ropa de deporte por debajo para no perder el tiempo al irse a cambiar a los vestuarios.

Loan lo vio entrar y lo saludó como siempre.

—Buenas, Aiden —se fijó en la ropa que descansaba a sus pies y puso cara rara—. ¿Se puede saber por qué te estás cambiando aquí? —comprobó el reloj de su muñeca antes de añadir—. Todavía es pronto.

Y como si todo estuviera preparado, la puerta de la sala se abrió y entró Rian. Tenía el semblante serio, como siempre, pero estaba allí. Para entrenar con él. Para ser su compañero.

Loan sonrió contento, pero no dijo nada. Miró a Aiden y asintió con la cabeza. Aquel gesto gritaba un gracias enorme.

—Veo que te ha costado encontrar el camino de vuelta, genio —le dijo Aiden a modo de bienvenida.

Rian resopló y puso los ojos en blanco. Avanzó hasta colocarse a su lado y lanzó la mochila hacia un extremo, justo antes de que su sudadera siguiera el mismo camino. Aiden lo miraba como si todavía le costara creer que aquel momento hubiera llegado y, cuando sus ojos se encontraron, no pudo reprimir una ligera sonrisa.

—Te haré morder el polvo —dijo Rian con su tono habitual y su semblante serio.

—Mientras no me vuelvas a soplar en la oreja creo que me daré por satisfecho —continuó vacilándolo. En ese momento la sonrisa ya le llegaba de oreja a oreja.

—Cállate, imbécil —respondió Rian.

Y aunque su gesto no cambió, Aiden pudo ver menos hostilidad en sus ojos. Asintió satisfecho. Él ya había dado su brazo a torcer. Competiría con Rian por muy arrogante y prepotente que fuera. No se lo pondría difícil.

—¿Listo? —le preguntó Aiden.

—Más que tú, seguro —respondió Rian, colocándose detrás de él.

—Eso me lo tendrás que demostrar —contestó Aiden.

Ambos fueron hasta el centro de la sala y las protecciones se activaron. Eran una de las nuevas máquinas que había aportado el patrocinio de la empresa de la familia de Aiden. Permitía crear un espacio seguro para los ataques más potentes, no solo protegiendo la sala donde se practicaba, sino a los magos que se encontraban en su interior. Loan ya se lo había dicho, mientras no pudieran controlar sus ataques, no podrían realizarlos fuera de un entorno controlado.

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora