Capítulo 26 - Aprendiendo a dejar ir

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Siempre hay algún refugio en un abrazo

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Siempre hay algún refugio en un abrazo.

Siempre hay alguna luz en la ciudad.

Lo que nunca te dije – Charlie USG 


Marzo llegó y pasó antes de que Aiden se diera cuenta. El ritmo de las clases y los entrenamientos tampoco le dejaban mucho tiempo para centrarse en otras cosas.

Aquel día, estaba en medio de una clase de Telequinesis, intentando mover todos los objetos que tenía sobre la mesa: una libreta, un estuche y dos bolis, de forma coordinada. La profesora les había puesto a practicar desde primera hora y, después de casi tres horas, Aiden era capaz de abrir la libreta, abrir el estuche y quitar los bolis sin que todos los objetos se movieran sin control. El siguiente paso era intentar escribir una o dos palabras, pero era casi misión imposible. Todo lo que había sido capaz de hacer a lo largo de la clase, eran varios trazos desordenados, del tamaño de una palma, nada que se pareciese a una letra o tuviera un tamaño razonable.

Nadya y Axel tampoco iban mucho mejor que él, pero al menos ellos en sus libretas se podía distinguir perfectamente lo que estaban intentando escribir, aunque estuviera lejos de ser perfecta.

Aiden apretaba los puños con fuerza, mientras intentaba no perder la concentración. Para él, encontrarse en medio de una clase llena de alumnos, que hablaban, se reían y hacían ruido, ya suponía una distracción difícil de vencer. A mayores tenía que esforzarse por controlar un poder que se le resistía.

Justo cuando estaba a punto de conseguir escribir una perfecta "A" sobre la libreta, su móvil vibró en su bolsillo, haciendo que todos los objetos con los que estaba trabajando, y que se encontraban flotando sobre la mesa, cayeran sobre ella con un fuerte estruendo. Sus compañeros se giraron hacia él, intentando averiguar de dónde había venido el ruido, aunque enseguida continuaron a lo suyo. Estaban acostumbrados a que Aiden fuera ligeramente atrasado con respecto a los demás. La profesora, por el contrario, lo miraba con una clara desaprobación en el rostro.

Suspiró algo agobiado. La diferencia de nivel respecto a su anterior escuela era bastante notable y parecía que, por mucho que se esforzara, no conseguía reducirla. El móvil volvió a vibrar en su bolsillo. Y otra vez. Y una vez más. Extrañado, lo cogió con cuidado para que la profesora no lo viera y miró la pantalla. En ella, se veían casi diez notificaciones del grupo que tenía con Lilian y Leo.

Hacía un par de semanas que ya no hablaban casi nada. Nadya le decía que era habitual, que ahora estaban en situaciones diferentes y que era normal que se distanciaran, aunque a él le parecía que había algo más. Aunque Aiden siempre le daba la razón, en el fondo no podía evitar sentirse triste. Ellos habían sido sus primeros amigos magos desde que descubrió su poder y habían estado juntos, prácticamente cada hora del día, durante varios años. Que en aquel momento no supiera qué decirles, de qué hablarles o cómo participar en las conversaciones sin sentirse desplazado, no significaba que no le importaran. Al contrario. Para él, la amistad era algo más. El estar ahí cuando lo necesitaban, de forma incondicional. No necesitaba hablar con ellos a diario, solamente sentir que, cuando la distancia se pudiera reducir, todo volvería a ser lo mismo.

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora