Capítulo 22 - El mayor miedo

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Conmigo ni la luna se acuesta dos noches

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Conmigo ni la luna se acuesta dos noches.

Tendrás que quererme hasta con mis cagadas.

La Electricidad - Melendi, Aitana 


Aquella tarde Aiden no fue a entrenar. No se sentía con las ganas, ni las fuerzas necesarias, por lo que se quedó tumbado en la cama, mirando al techo.

Todavía recordaba cómo se había derrumbado en frente de Rian. Mentiría si dijera que no se sentía avergonzado. Se había mostrado vulnerable delante de su compañero y aquella era una faceta que intentaba mantener oculta. No quería que nadie sintiera pena de él, aunque Rian no había dicho nada al respecto. Lo había sostenido hasta que había recuperado el aliento, y se había mantenido a su lado durante la media hora que pasaron sentados en la azotea. Ninguno de los dos había hablado durante todo ese tiempo, pero el silencio no había sido incómodo. Rian había respetado el espacio que Aiden necesitaba. Después, bajaron juntos las escaleras y se despidieron para ir a clase. Y aunque Rian no dijo nada, Aiden notó que estaba lleno de preguntas. En el fondo se sentía agradecido de que todo hubiera salido así. En aquel momento no le apetecía entrar en una conversación profunda y hablarle de sus miedos. Aunque sabía que Rian tampoco habría querido escucharlos.

Thiago llegó a la habitación a media tarde, al salir del entrenamiento y suspiró preocupado. No era la primera vez que faltaba, pero supuso que aquel día, nadie le había dicho nada al respecto. Loan solía tomarse bastante en serio la intimidad de todos ellos.

—¿Qué ha pasado esta vez? Pensé que ya os habíais vuelto íntimos —pregunto sin mucho entusiasmo.

Su relación con Thiago había ido evolucionando desde su llegada a la escuela. No podría decir que eran los mejores amigos, pero se iban compenetrando mejor. Todas sus interacciones se resumían en alguna queja o problema de Aiden a lo que Thiago intentaba dar solución. A su manera.

—La mierda esta del vínculo.

—¿Otra vez? Pensé que habíais zanjado ese tema —respondió poniendo los ojos en blanco—. Mira que os gusta discutir por cualquier cosa. Os iría mejor en un club de debate.

—Guardaré tu opinión en el cajón de las cosas que no me importan —dijo Aiden sonriendo.

—Yo no paro de guardar todo lo que me cuentas ahí y no se llena. Tú no te cortes, hay sitio.

Aiden se rio sin muchas ganas, pero no dijo nada más. No quería hablarle de lo que había ocurrido.

Las horas fueron pasando y en algún momento se quedó dormido. Lo último que recordaba era estar leyendo unos apuntes sobre Historia de la Magia antes de despertarse con la cabeza debajo de las sábanas.

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora