Capítulo 59: Tocar fondo

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Una promesa rota,

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Una promesa rota,

será todo lo que se queda entre los dos.

Lo que hará mi boca – Antonio José, Morat 


Los entrenamientos habían empezado, pero para el inicio de las clases todavía quedaban algo más de dos semanas. Aiden llevaba desde principios de agosto sin volver a casa, desde que había ido con Rian, y no podía seguir posponiéndolo. O no debería. A pesar de que su madre se había mostrado bastante comunicativa durante las últimas semanas, su padre lo había llamado dos veces, exigiéndole volver antes de que terminaran las vacaciones.

Si fuera por él, no se encontraría en aquel momento subido en un avión de camino a casa, pero todos se lo habían recomendado. Incluso Thiago. Desde que Rian se había ido todos hablaban con él con pies de plomo, sugiriendo que necesitaba vacaciones, desconectar. En realidad, lo único que le gustaría era que le dejasen tranquilo un tiempo, lo necesario para ser capaz de reconducir su vida.

Tan pronto como bajó del avión y salió del aeropuerto, se encontró a su padre esperando por él en la parada de taxis. Aiden miró a su alrededor, buscando a su madre, pero no había ni rastro de ella. Suspiró profundamente antes de acercarse al coche. Daniel, su padre estaba en el asiento del conductor entretenido con un juego del móvil. Llevaba puesta ropa cómoda, como si solo hubiera salido de casa para ir a buscarlo, y tenía una leve sonrisa en la cara.

Aiden golpeó la ventanilla con los nudillos para llamar su atención. En cuanto Daniel levantó la vista y lo vio, desbloqueó las puertas del vehículo para que se pudiera subir.

—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está mamá? —preguntó Aiden mientras colocaba la mochila en el asiento de atrás y se sentaba en el asiento del copiloto.

—No pudo venir, tenía lío —contestó su padre, encogiéndose de hombros.

—No me dijo nada.

—Se le olvidaría.

Aiden no contestó. Sabía de sobra que su madre no se olvidaría de avisarle de algo así. Ella era muy consciente de que la relación que seguía teniendo con su padre no era la mejor de todas. La mayoría de las veces Aiden era capaz de hablar con él controlando sus sentimientos, pero aquel día no se veía con fuerzas. Todavía estaba aprendiendo a lidiar con las emociones que le había dejado la marcha de Rian. Solo esperaba que su padre se lo pusiera fácil.

Durante todo el trayecto en coche, Aiden estuvo en silencio, mirando por la ventanilla. El otoño había cambiado bastante el paisaje en aquellos meses. Ya no quedaba rastro de los colores vivos, solo tonalidades de amarillo y marrón. Parecía que iban a juego con su estado de ánimo.

Aiden apoyó la cabeza en la ventanilla y cerró los ojos. Llevaba varias semanas fingiendo delante de todo el mundo que estaba bien. Viviendo con el piloto automático puesto.

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora