Capítulo 34 - La vuelta

83 13 1
                                    

Y era más probable que el sol nunca más saliera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y era más probable que el sol nunca más saliera

Que el reloj se detuviera pero me notaste tú.

Salir con vida - Morat, Feid 


El viaje de vuelta se hizo mucho más ameno que el de ida. Al haberse ahorrado el trayecto a pie y en autobús, cuando se dieron cuenta, estaban sentados en el avión. Ninguno de los tres habló demasiado durante el camino. Thiago estaba concentrado con uno de sus libros, Rian estaba más pensativo de lo habitual y Aiden estaba tan emocionado por la competición que tendría lugar la semana siguiente, que apenas era capaz de concentrarse en cualquier otra cosa.

Nada más llegar a la puerta del colegio, Nadya los estaba esperando sentada en la fuente de la entrada. Tenía los brazos cruzados y una expresión extraña en el rostro.

—Volviste pronto. ¿Qué tal tu hermana? —preguntó Aiden sonriente.

—¿Podemos hablar? ¿A solas? —añadió al ver que ni Thiago ni Rian hicieron el amago de marcharse.

Aiden la miró, confuso, antes de asentir y seguirla hacia una zona más alejada. Nadya caminaba demasiado rápido y casi estaba obligando a Aiden a correr detrás de ella. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, se paró, pero le siguió dando la espalda.

—¿Todo bien? —preguntó Aiden confuso.

Nadya se giró antes de contestar. Estaba enfadada. Muy enfadada.

—¿Se puede saber cuándo nos ibas a avisar de tus planes? ¿Por qué no dijiste que tenías pensado cruzar medio país para ir a buscar a Rian?

—Bueno, fue algo improvisado... Lo cierto es que lo decidí la noche anterior en caliente. No me lo pensé demasiado —se justificó.

—¿Y te parece normal? ¿Después de todo lo que te hizo? Rian no debería volver a pisar esta escuela y tú no deberías de haberte involucrado tanto para que así fuera.

—Tú no le conoces —respondió a la defensiva.

—¿Y me vas a decir que tú sí? Porque si no recuerdo mal, corrígeme si me equivoco —dijo con ironía—, hace menos de un mes te dejó la cara hecha un cuadro.

—No creo que eso sea asunto tuyo...

—¡Es asunto mío porque soy tu amiga y me importas!

—Pues tú mejor que nadie deberías de entenderme. Él es mi amigo. Me importa.

—Es imposible que te importe después de cómo te ha tratado.

—No tienes derecho a decirme cómo me siento.

—¿Y cómo sabes que no te está utilizando? Igual solo te ha manipulado para conseguir los fondos que tu madre le dio para compensar la beca perdida...

Aiden le tapó la boca con la mano y giró la cabeza para asegurarse de que nadie la había escuchado.

—Shhh, ¿cómo se te ocurre decir algo así? ¿Sabes cómo reaccionaría Rian si se llega a enterar?

—¿Acaso no lo sabe?

—Por supuesto que no. Y tú tampoco deberías de saberlo —le dijo muy serio—. Se trata de una beca deportiva que implica únicamente a Rian.

—Tienes razón, cometí un error al mencionarlo. No volveré a hacerlo, pero... —lo miró a los ojos, parecía enfadada—. Espero que sepas lo que estás haciendo y no te arrepientas.

Y sin darle tiempo a contestar, lo dejó solo en el jardín. Aiden se pasó la mano por el pelo. Él también estaba enfadado.

Algo más tarde, Aiden fue hasta el despacho de Loan. Aunque ya le había adelantado al entrenador su intención de llevar de vuelta a Rian, quería que lo supiera antes del siguiente entrenamiento. Si estaba sorprendido de que lo hubiera conseguido convencer, no lo demostró. Había estado escuchando en silencio, sin intervenir, hasta que Aiden terminó de hablar.

—Mientras eso sea lo que ambos queréis, yo no tengo nada que objetar. Solo espero que no hagáis que me arrepienta... otra vez —le dijo al final

—Yo también lo espero —contestó Aiden con sinceridad.

Loan negó con la cabeza, pero no dijo nada y se despidió de Aiden, que ya estaba saliendo del despacho. Fue directo al cuarto de Axel ya que le había mandado un mensaje un rato antes, avisándole de que ya había vuelto a la escuela. Estuvieron jugando durante casi tres horas sin parar, hasta que Aiden se dejó caer sobre la cama, cansado de perder. Era malísimo para los videojuegos.

—No te martirices. En un futuro, crearé un videojuego en el que hasta tú serás capaz de ganar —le dijo como consuelo.

—Gracias, supongo —dijo sin mucho entusiasmo—. No entiendo cómo puedo perder siempre.

—En cierto modo, yo tampoco lo entiendo —dijo Axel sonriendo.

—Oye, te quería comentar una cosa —dijo Aiden incorporándose de nuevo. Axel lo miraba con curiosidad—. Esta semana fui hasta el pueblo de Rian, para convencerlo de que volviera a ser mi compañero.

—¿Y lo conseguiste? —preguntó con curiosidad. Al ver que Aiden asentía, sonrió—. Entonces me alegro por ti —Aiden suspiró aliviado. No sabía por qué, pero después de la reacción de Nadya se esperaba cualquier cosa—. Parece mentira, pero te he echado de menos esta semana—dijo Axel.

Aiden lo miró con curiosidad. No era habitual aquellas muestras de afecto, pero lo había dicho con tanta naturalidad que parecía que eran palabras que dijera a menudo.

—¿En serio?

—Ajá —respondió buscando en una caja—. ¿Te apetece ver una peli? Me he traído unas cuantas de casa.

—¿Y no la podíamos ver online?

—No me lo puedo creer que me lo estés preguntando en serio. ¿Tengo que argumentarte las razones por las cuales me ofende que me preguntes eso?

Aiden se rio como respuesta. Estaba claro que llevarle la contraria a Axel en aquel tema no iba a llegar a buen puerto.

—Tienes razón —dijo entre risas para evitar un mal mayor.

—La duda ofende. ¿Tienes prisa? Lo digo por la elección de la película, por si es mejor una más o menos larga.

—Pon la que tú quieras. Tengo toda la noche. Pero antes, ¿te parece bien si bajo hasta la cafetería a por la cena, mientras tú pones la peli?

—Uf, venga, pues sí. A ver si todavía quedan espaguetis. Con extra de queso, por favor —pidió sacando un montón de DVD de la caja.

—Voy —contestó Aiden, poniéndose en pie—. Por cierto, yo también me alegro de que estés de vuelta. Incluso eché de menos nuestras tardes de estudio.

—¿A qué sí? Me gusta ser tu amigo, Aiden.

—Oh, vamos... cállate, vas a conseguir emocionarme... —contestó tapándose la cara.

—Vete ya, que me voy a quedar sin espaguetis —apremió Axel y Aiden salió a paso apurado.

De camino a la cafetería no pudo evitar sonreír. Volvía a pensar que haber ido a aquella escuela era, sin duda, lo mejor que le había pasado en la vida.  

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora