Capítulo 58: Y ahora, ¿qué?

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Sobrarán recuerdos, faltará tenerte

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Sobrarán recuerdos, faltará tenerte

Dejas una historia en mí por escribir.

+ - Aitana ft Cali y el Dandee 


La noticia de que Rian había dejado la escuela llegó a oídos de Aiden antes de que le dieran de alta en el hospital. Las heridas del hombro y el abdomen habían sido limpias y, a pesar de toda la sangre que había perdido se recuperaba rápidamente. Todos se habían asustado mucho, pero la rápida actuación de su entrenador y los médicos del evento, habían hecho que su recuperación estuviera cien por cien asegurada. Además, le habían dicho que no le quedaría ninguna secuela, que, con el debido entrenamiento, recuperaría la movilidad total de su brazo.

Su madre había vuelto a casa aquella mañana, después de estar toda la semana al lado de su hijo. Había llegado al hospital mientras le curaban las heridas y se había puesto histérica. No fue hasta que comprobó que Aiden estaba más o menos estable cuando se pudo tranquilizar.

A pesar de que el mago había agradecido su compañía y cuidados, había insistido para que se reincorporara al trabajo. Él, mejor que nadie, sabía todo lo que su madre había sacrificado por estar donde estaba y no quería ser el responsable de que aparecieran quejas en la junta directiva por su ausencia. Menos mal que le había hecho caso. En aquel momento, apreciaba que hubiera sido así. No le habría gustado que su madre presenciara el momento en el que se rompió delante de sus amigos al escuchar que Rian se había ido.

Llevaba toda la semana sospechando que algo iba mal porque no había ido a visitarlo. Además, tampoco le había respondido a los mensajes. Ni siquiera los había leído. Pero cuando Nadya y Axel le contaron lo que había pasado, el dolor de las heridas pasó a un segundo plano. Rian se había ido y él se había quedado atrás de nuevo. Una vez más.

Aiden se había dejado caer sobre la cama, mientras sollozaba roto de dolor. Nadya no tardó en tumbarse a su lado para ofrecerle su hombro y Axel le puso una mano en la cabeza, dándole ánimos. Seguramente ninguno de ellos sabía bien qué decir o hacer.

—¿Por qué? —preguntó Aiden, levantando la mirada hacia sus amigos—. ¿Por qué se ha ido sin despedirse? No le he podido decir adiós y ahora no sé qué hacer con todo esto... No sé cómo gestionar mis emociones. Quiero gritar y romper cosas... Estoy muy enfadado...Estoy triste y dolido... Es como si... —la voz se le rompió en ese momento, impidiéndole continuar.

—Lo sabemos, Aiden. No te preocupes, ¿vale? Todo va a ir bien —lo consoló su amiga abrazándolo con fuerza.

No. No iba a ir todo bien porque en ningún momento se le había pasado por la cabeza que fuera a pasar algo así. No sabía qué hacer. No tenía ningún plan.

—Yo no quería que se fuera —reconoció un rato después—. Yo quería que se quedara conmigo. No entiendo por qué me hizo algo así.

—Porque es una persona horrible y no te merece, Aiden —contestó Nadya.

—Ha tenido que pasar algo para que actúe así... —intentó convencerse a sí mismo.

—Thiago habló con Lev. Solamente dejó una nota y su móvil. Nada más —le dijo Axel acariciándole la cabeza.

—¿Qué ponía la nota? —preguntó esperanzado.

—Es esta —dijo Axel sacándose un pequeño papel del bolsillo y tendiéndoselo.

Aiden lo abrió con cuidado, como si le preocupase que se fuera a desintegrar entre sus manos. En el centro del papel cuatro palabras garabateadas con prisa: lo siento, no puedo. Nada más. Aiden arrugó la nota con rabia.

—Nos prometimos muchas cosas. Dijimos que ganaríamos el campeonato juntos... Él sabía que era mi sueño, ¿por qué me dijo eso si no tenía intención de cumplirlo?

—Aiden, no le busques explicación —dijo Axel al final—. No la vas a encontrar.

—Esta es la cuarta vez que tengo que empezar de cero y estoy cansado de no poder confiar nunca en nadie. No quiero volver a estar solo.

—Y no lo vas a estar más. Axel y yo estaremos siempre contigo —contestó abrazándolo con más fuerza.

—Gracias, por estar ahí siempre —susurró con un sollozo.

Al final acabaron llorando los tres juntos.

Vacío.

En cuanto le dieron el alta en el hospital, Aiden se puso como loco intentando volver a contactar con él. Solamente necesitaba dos minutos, escuchar de su boca las razones que lo habían impulsado a irse de aquella forma tan cobarde. Necesitaba algo para poder cerrar aquella etapa. Necesitaba cualquier cosa.

Lo buscó por internet, habló con todos los profesores, con su entrenador, con la directora e incluso contactó con su familia para interesarse por él. Nadie le podía decir nada porque Rian había desaparecido totalmente. Removió cielo y tierra intentando saber algo de él, pero fue en vano. Era como si él hubiera previsto todos los movimientos de Aiden y se anticipase a ellos. Rian siempre había demostrado estar un paso por delante de él y, en aquella ocasión, no hubo una excepción.

Vacío.

Cuando las clases comenzaron, y con ellas los entrenamientos, fue el momento en el que Aiden fue verdaderamente consciente de que estaba solo. Y, en ese preciso momento, se vino completamente abajo.

Durante la primera semana no hizo nada. Los días pasaba mientras estaba ausente, mirando por la ventana. Los entrenamientos los sustituyó por salir a correr y Loan no fue capaz de hacer que practicara de otra forma. Y las tardes se las pasaba metido en cama, mirando al techo, simplemente existiendo. Se había convertido en una sombra de lo que era y nadie sabía qué hacer o qué decir para hacer que reaccionara.

No podía describir con exactitud todos los sentimientos que lo envolvían en aquel momento. De un momento para otro, Rian había roto todas las promesas que se habían hecho. Lo había dejado atrás sin ningún motivo. Estaba triste. Estaba enfadado. Estaba vacío. 

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora