No la quiero

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Se oyó un débil golpe en la lujosa puerta de madera. La persona del otro lado espero por un rato, pero no hubo respuesta.

Volvió a llamar con más firmeza.

Mientras tanto, en el interior del dormitorio, una joven abrió ligeramente los ojos al oír que llamaban a su puerta, gruñó y se movió ligeramente, luego volvió a cerrar los ojos.

El silencio volvió.

Los golpes volvieron a sonar, pero esta vez un poco más fuertes.
La joven abrió los ojos con fastidio, se deshizo de la manta y se levantó de la cama, tambaleándose porque la somnolencia aún le dominaba, se dirigió hacía la puerta abriendo la bruscamente.

— Pido disculpas por mi imprudencia esta mañana señorita Kim. — una joven alta se inclinó ante ella y seguidamente se enderezó.
Sus ojos se clavaron en los oscuros orbes de la joven frente a ella, que la miraba inexpresivamente.

Una sensación de inquietud empezó a rodearla, se aclaró la garganta.
— Tenías una cita esta mañana con tu nueva secretaria a las 8 y ya...

— Lo sé Hyein. — gruñó la joven.
— Tú nueva secretaria está en la sala de espera.
— Dile que se vaya a casa. — la miró fríamente.

Hyein la miró fijamente, agachó la cabeza.— Es una candidata elegida directamente por el fundador, no estará contento si se entera.
— Me importa una mierda lo que él piense, dile que se vaya a casa, no la necesito.
— Me temo que no puedo hacer eso señorita...

Las manos de la joven se movieron rápidamente para agarrar el cuello de su camisa, la más alta jadeó.
— Yo soy quien te paga, joder, harás lo que yo te diga. — gruñó.
Hyein la miró a los ojos, nunca había vida en ellos, siempre vacíos y viles.

Inclinó la cabeza. — Es cierto, pero tampoco puedo negarme a los deseos del señor Kim. Lo siento, pero debes prepararte ahora. — bajó la mirada.

Ambas manos no tardaron en soltarla bruscamente, la propietaria se dio la vuelta y cerró la puerta en sus narices.

Lee Hyein dejó escapar un suspiro que no se había dado cuenta que estaba conteniendo, se ajusto el cuello de su camisa y salió de la habitación.

Luego se dirigió hacía la sala de espera, acercándose a una jovencita que estaba sentada en el sofá de cuero blanco cremoso.
— La señorita Kim se presentará pronto. — dijo mientras inclinaba su cabeza, la jovencita se levantó y hizo una reverencia.
— Muchas gracias. — sonrió.

Hyein esbozó una pequeña sonrisa y se marchó.
Sintió pena por ella, no sabía lo que se esperaba.

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El reloj de la pared marcó las nueve de la mañana, la brisa del aire acondicionado central soplaba por todas partes, haciendo que la habitación comenzara a sentirse fría.

La habitación estaba forrada con material de lana verde para absorber el ruido exterior y también para que el sonido interior no se oyera fuera de la habitación. La puerta estaba cubierta de vidrio esmerilado, lo que daba más intimidad.

Kim Minji se sentó en su silla de cuero, frente a ella había una mesa de despacho en forma de L de primera calidad para dirigentes.

El escritorio sólo estaba ocupado por una MacBook abierta y el interfono situado a su lado. A la izquierda del amplio escritorio había una mesita de cristal con copas y una botella de Evian a medio consumir, al final de la mesa había un pequeño plato de frutas cortadas en rodajas.

Examinó detenidamente los documentos que tenia en las manos, de vez en cuando sus ojos miraban a la joven que tenía delante y luego volvían a los documentos.

Slow Dance With The Devil [Bbangsaz G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora