Capítulo 6

184 25 0
                                    

***Raphael***

Acabo de llegar al baile, y el resplandor de las luces destella en mis ojos mientras la alfombra roja se extiende frente a mí. Los flashes de las cámaras iluminan la noche, y cada paso que doy está acompañado de gritos y murmullos. Poso para los fotógrafos, intentando dar mi mejor cara a pesar de la tensión que siento en el aire.

Al ingresar al salón principal, busco a mi familia entre la multitud. Había hecho una petición especial a mis hermanas gemelas antes de este evento: dejar un asiento vacío entre ellas. Sabía que, si daba la oportunidad, mi madre trataría de hacer que me sentara junto a Sabine. A pesar de nuestras diferencias y desacuerdos pasados, no podía negar la astucia y la persistencia de mi madre en asuntos del corazón.

Efectivamente, al ser guiado a mi mesa, observo que el lugar junto a Sabine ha sido intencionadamente dejado libre. Sin perder tiempo, corro hacia el lado de mis hermanas, agradeciendo silenciosamente su complicidad. Las gemelas me reciben con sonrisas cómplices y me hacen un espacio entre ellas, protegiéndome del inminente intento de emparejamiento. Mientras me acomodo, no puedo evitar lanzar una mirada a Sabine, quien parece tan sorprendida como yo por este giro de eventos.

—Buenas noches a todos.

—Hijo, reservé esta silla aquí para ti. —Comenta mi madre. Una silla justo al lado de la bruja menor.

—Gracias, madre, pero me sentaré en medio de mis hermosas hermanas. —Cuando estoy a punto de sentarme, mis ojos se desvían y se fijan en una bella dama que últimamente me ha estado atormentando la cabeza. Oh Seraphine, creo que el destino conspira a mi favor.

—Hermano que hermoso estás. Ahora dime ¿dónde miras tanto? —Pregunta Denise y el resto de la gente en nuestra mesa me observa. Y como soy un poco malo, solo lo voy a decir para que se sientan intrigados.

—A alguien que ha estado rondando mis pensamientos. —Respondo con un tono misterioso, permitiendo que una sonrisa traviesa se forme en mis labios.

—Uh Raphael Bernard, tú no te pierdas una. —agrega Danielle con una ceja alzada, su tono claramente juguetón. Se inclina hacia mí, su voz baja y llena de curiosidad—. ¿Y cómo es ella? ¿Es la de cabello dorado que está al otro lado del salón?

—Quizá, solo quizá, es una mujer que brilla entre la multitud, y cuyo nombre rima con el de una criatura celestial —Respondo con una sonrisa enigmática, haciendo referencia al nombre Seraphine, y no queriendo revelar demasiado. La intriga es parte del juego, y me complace ver a mi familia tan interesada.

Bueno, el ambiente aquí en mi mesa no es tan malo, pero podría ser mejor si el trío de las mujeres amargadas no estuviera aquí. Ver sus caras me da náuseas. Comienza la ceremonia y no puedo apartar los ojos de Seraphine, es como un imán que me atrae hacia ella, y veo que está con la familia LeBlanc en la mesa.

—¿Raphael has visto lo hermosa que está Sabine? —Dice mi Tía. Y por la mirada en el rostro de Marcel Piquet, puedo apostar que no le gustó. Por cierto, además de mí, es el único al que no le gusta este juego de querer empujarme hacia Sabine.

—Sí, está hermosa.

Tras la atracción musical, comienza la subasta donde se subastarán diferentes objetos y valiosas obras de arte. Solo me interesa comprar un cuadro de Pierre-Auguste Renoir, que es uno de mis favoritos. Después de unos minutos logro obtener el cuadro que quería y puedo detallar que la bella dama ya notó mi presencia por la forma en que quedó. Termina la subasta y la gente comienza a levantarse para bailar.

Seraphine se levanta y por la dirección en la que va asumo que va al baño. Espero unos minutos y no vuelve. Así que me levanto para ir a buscarla.

— ¿Hijo adónde vas?

Madame LeBlancDonde viven las historias. Descúbrelo ahora