***Raphael***
Entro en el hospital, con la ansiedad consumiéndome y la preocupación estampada en mi rostro.
—¿Dónde está Seraphine? —Grito, mi voz resonando por los pasillos del hospital. No puedo contener la aflicción que se apodera de mí—. ¿Dónde está ella, Raul?
—Hijo, por favor, cálmate. No puedes resolver nada alterado de esta manera.
—Papá, ¿cómo me pides que me calme sabiendo que mi mujer fue secuestrada? —Pregunto, mirando a los ojos de mi padre, quien me acompaña en este momento difícil. Su mirada refleja preocupación y comprensión, pero también hay una llama de determinación.
No puedo aceptar que ese desgraciado haya logrado secuestrar a Seraphine. Parece que todos los esfuerzos que hicimos en los últimos meses para garantizar su seguridad y la de los niños han sido en vano. Ahora, ella está en manos de ese criminal que desea su muerte. La culpa nos consume, cuestionando cómo permitimos que las cosas llegaran a este punto.
—¡Raphael!
Escucho la voz del detective Jean que me llama mientras entra acompañado de más policías. El eco de mis gritos aún resuena por los pasillos cuando él me llama por mi nombre, y detrás de ellos, Olivier LeBlanc y las amigas de mi bella dama también hacen su entrada, con la preocupación estampada en sus rostros.
—¿Cómo pudo haber sucedido esto, Jean? Brandon Smith tiene a mi mujer. —Mi voz traiciona la mezcla de desesperación y rabia que se agita dentro de mí. El nombre del secuestrador parece resonar como una sentencia de muerte, aumentando la urgencia de la situación.
—Raphael, toda la policía de París ya ha sido movilizada —comienza tratando de transmitirme cierta seguridad——. Tan pronto como te tranquilices, encontraremos a Seraphine.
—¿Tranquilo? ¿Cómo voy a estar tranquilo sabiendo que mi mujer está en manos de un loco psicópata? ¿Explícame, Jean? —Pregunto con la voz temblorosa, incapaz de contener la intensidad de las emociones que me dominan. La silla de espera parece ser el único refugio para mi descontrol, y me entrego a las lágrimas de angustia.
No me importa que todos puedan ver mi estado vulnerable. El único pensamiento que permea mi mente es el desesperado deseo de noticias sobre Seraphine; la incertidumbre de lo que está enfrentando consume mi alma. Rezo internamente para que esté viva, para no tener que enfrentar la idea de perder a la mujer que amo. ¿Cómo les diré a los niños que su madre fue secuestrada? Dios no lo permita, por favor.
Olivier LeBlanc se acerca, ofreciendo un apoyo silencioso al poner una mano solidaria en mi hombro. Sus palabras son un recordatorio de la necesidad de ser fuerte por Seraphine.
—Raphael, estamos todos aquí para ayudar. Trabajemos juntos para traer de vuelta a Seraphine. Brandon Smith no quedará impune. Sin embargo, debes intentar tranquilizarte.
—No puedo, Olivier. No quiero y no puedo perder a Seraphine —respondo, mi voz quebrada por el dolor—. ¿Y cómo enfrentaré a Maya y Gabriel? Ya perdieron a su padre, no es justo que también pierdan a su madre.
—Entonces sé fuerte por ella. Seraphine te necesita más que nunca.
Las amigas de Seraphine asienten en silencio, compartiendo la misma angustia y la determinación de encontrar a la amiga desaparecida. Jean, a pesar de mi enojo, se mantiene firme.
—Entiendo que sea difícil, Raphael, pero necesitamos mantener la cabeza fría para actuar —Jean intenta calmarme, pero es evidente que la lucha contra el tiempo y la incertidumbre nos pesa a todos—. Estamos haciendo todo lo posible para localizar a Seraphine y traerla de vuelta en seguridad. ¿Está usando el reloj como GPS?
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Madame LeBlanc
Storie d'amoreSeraphine LeBlanc, distinguida ejecutiva financiera de 41 años, ha prometido no volver a enamorarse tras la dolorosa pérdida de su esposo. Sin embargo, el destino suele tener giros inesperados y la lleva a cruzarse con Raphael Bernard, un hombre eni...